Disco Treinta y Seis: Apatía

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El frío de la ducha no sirvió. Ni ahora ni las dos veces anteriores.

6:45 a.m.

No había podido pegar ojo en toda la noche. Pero eso ya lo supe en el momento en el que entré en mi habitación.

Después de llorar, de gritar, de asumir, de negar, de olvidar, me quedé rendida en la cama. Era un estado de ánimo que odiaba.

No podía dormir, pero tampoco llorar. Era neutra. A mi cuerpo le costaba respirar y el dolor de mi cabeza hacía que no pudiese fijar mi vista en nada.

Bocabajo había caído en la cama después de la tercera ducha, intentando conseguir algún estímulo externo que me ayudase a relajarme.

Me había fumado algunos cigarros, pero tuve que parar porque al no estar acostumbrada, la sensación de ahogo me invadía.

Me sentía la persona más miserable del mundo.

A ratos volvía a repetir todo lo que había pasado esa noche. Harry y yo estábamos tan bien, tan agusto, que pensar que había pasado algo entre ellos me hacía pensar que no conocía tan bien al castaño.

Pero por otro lado, Harry no lo había confirmado. No a través de sus palabras, al menos. Pero tampoco había venido a verme, ni a darme ninguna explicación, ni me había enviado ningún mensaje. Tampoco había desmentido ninguna de las noticias.

La primera hora me pasé actualizando sus redes sociales esperando a que lo negara. Pero no llegó.

Lo que sí llegaron fueron decenas de mensajes de Brooke preguntándome qué había pasado y aunque Brooke no lo sabía todo, algo le había contado.

Intenté no ver las fotos. No leer las noticias. Pero fue imposible. La forma en la que la mano de Harry agarraba a la chica, su ceño fruncido, la sonrisa de Jane, su saludo a las cámaras...

Sólo eran tres fotos y miles de teorías. De las noticias pasé a leer los hilos de las fans explicando la historia de esos dos, los trends y los vídeos de cuando salieron.

En el fondo, intentaba envenenarme a mí misma. Confirmar que aquello era cierto, porque la incertidumbre era más dolorosa. Prefería asumirlo, que tener que enfrentarme a Harry.

Y pensaba que quizás no me había dado explicaciones porque pensaba que no las necesitaba. Si lo pensaba fríamente, Harry y yo no éramos nada, sólo un secreto.

Un secreto efímero que mandaba una especie de tonta esperanza a mi mente.

▶Let Me Down Slowly - Alec Benjamin

Cuando el reloj marcó las nueve de las mañana decidí que ya era hora de salir de aquella casa. Necesitaba aire y saber que Harry estaba en la habitación de al lado y no se había dignado aún a venir, me mataba a cada segundo.

Me puse lo primero que pillé, unas gafas de sol, y maldije al cielo cuando agarré la libreta que Harry me regaló y a regañadientes la metí en mi bolso.

Antes de abrir la puerta de la habitación, respiré un par de veces.

En el pasillo estaba todo en silencio. Instintivamente, miré hacia la habitación de Harry y se me pasó por la mente que quizás no estaba aquí y estaba con Jane. Eso me hizo acelerar el paso y bajar las escaleras a toda prisa.

Mientras buscaba mis llaves en uno de los cajones una voz me habló:

—Siento mucho todo lo que pasó anoche.

Una parte de mí se giró ilusionada, pero la mirada del rubio era de tristeza.

—No sé qué te pasó anoche, aunque sospecho lo que es, no quería que anoche lo pasaras así —dijo Niall.

Our Song | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora