Disco Veinticuatro : Unas vistas

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Una risa estrepitosa salió de mi garganta. La cara de Harry era un cuadro. No sé si fue porque acababa de llegar, por el cansancio o porque hacía dos minutos que conocía a Ed, pero la situación me hizo gracia.

Harry me tendió la mano y me ayudó a salir del coche. Tiró de mi brazo y me pegó completamente a su cuerpo. Aquello me sacó de balance y encendió mis mejillas rápidamente.

Besó mi frente para pasar a mí oído y me susurró:

—Por favor, no levantes la cabeza.

Sus mechones de pelo me hacían cosquillas en el cuello y ante su cercanía no pude negarme.

—Que sí, pero vamos por favor.

—Vámonos.

No se me olvidaba que Ed seguía en el coche, así que giré la cabeza y allí estaba mirando a través del retrovisor.

Harry se apartó y comenzó a tirar de mí.

—Adiós Ed, el celoso —alcé mi mano para despedirme.

Entré en el edificio entre risas por el ritmo que llevaba el castaño. Más bien iba tirando de mí. Paró de golpe, de forma que me choqué con su espalda.

Y debido a la alegría que sentía, rodeé su espalda con mis brazos y le di un ligero abrazo. No se me había olvidado que si estaba allí, era gracias a él.

Los chicos ya estaban dentro del hotel en la recepción. Todo el edificio era blanco con tonos azules y verdes. Las lámparas doradas iluminaban toda la estancia. Hacia cada lado habían unas grandes escaleras y a su vez, había dos habitaciones más amplias que supuse que eran el restaurante y la cafetería.

Todas las habitaciones estaban en orden y mientras Liam se ocupaba del papeleo, yo merodeaba por la recepción.

Me sacó de balance ver a un par de muchachos con mis maletas escaleras arriba. Iba a decir algo, pero me recordé donde estaba. Aquello era tan surrealista que no daba crédito.

—Sólo falta una copa de champagne —dije cuando noté la figura de Louis apoyada en mi hombro.

—No te preocupes, estará en vuestra habitación.

—¿Nuestra habitación? No sabía que dormía con Tamara.

Louis abrió los ojos como platos. Y como si se moviese a cámara lenta se separó de mí. Cuando fui a protestar, llevó su dedo del medio a sus labios, pidiéndome silencio.

Me reí y lo dejé estar. Tampoco pude pensármelo mucho porque los chicos nos estaban llamando.

—¿Preparada, Dani? —comentó Niall.

—Supongo que sí. No sé qué me voy a encontrar, la verdad.

—Nosotros solo hemos estado aquí una vez, te va a encantar.

Subimos las escaleras guiados por una de las recepcionistas. Atravesamos un amplio pasillo, que cada vez se hacía más largo. Desde fuera el edificio parecía mucho más pequeño de lo que era. De pronto llegamos a una especie de sala de estar que seguía estando llena de vegetación y decoración en dorado. Una alfombra de tonos azules cubría el suelo.

A uno de los lados de este salón había un pasillo con cuatro habitaciones. Una de ellas estaba sola en un lado de dicho pasillo.

Los chicos comenzaron a abrir sus habitaciones así que elegí la que tenía la puerta más pequeña al fondo. Intentaba poner la tarjeta de varias maneras, pero no conseguía que abrirse la puerta.

Se escucharon risas a mí alrededor.

—¿Liam puedes ayudarme? —lo llamé. —Verás es que no me abre la puerta —le expliqué cuando llego a mi lado.

Our Song | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora