꧁Capitulo 27: No me decepciones꧂

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Todos sabemos que un matrimonio es la unión de dos personas que se aman o están obligados por el beneficio de un otro. Si dejamos de lado ese último hecho, el amor lo domina y rodea en su felicidad a ese par de almas unidas hasta la muerte.
Ese fue el caso de Francia y Reino Unido. El apoyo que siempre se brindaron, el amor que siempre se entregaron y la confianza que se había forjado logró que ese par fuera una pareja de envidiar en su gran tiempo. Brillaban mutuamente y no había amor más grande.

Pero todos cometemos errores, ¿Cierto?

Podíamos decir que lo que empezó como "peleas leves por diferencias" pasó a ser "una guerra llena de dolor y pesar". Una guerra que llevó a Francia a sus limites. La codicia y egoísmo de su esposo los llevaron al divorcio. Todo por un nombre...

"Malvinas"

¿Quién era capaz de secuestrar a un pequeño e inocente bebé? Cambiar su nombre, crear una vida diferente a la que solía vivir, mentirle constantemente. Llamarle "hija", cuando solo era premio de una guerra en la que un país tercermundista derrotado acabó. Se habían aprovechado de la situación que pasaba en aquellos años, una horrible dictadura llena de lágrimas y dolor.

Francia nunca quiso esto. No podía soportar la culpa de sus acciones. De las acciones de la persona que amó y que apoyó incluso cuando estuvo en total desacuerdo con su idea de una guerra.

Y solo así, los papeles fueron puestos en la mesa.

"Es el divorcio"

Fueron sus palabras, una sentencia final. Reino Unido no supo cuando el rumbo de su vida y perfecto matrimonio habían cambiado tanto. Intentó hablar con su pequeño y amado "Francy" pero no hubo forma de hacer que se quedara. Su matrimonio se fue por el caño, su corazón se rompió y solo pudo seguir adelante. Ahora siendo padre soltero de la principal causa de su divorcio. De la pérdida de su amada.

"Falkland"

Esa niña...

Odiaba a esa niña...

Amaba a esa niña...

Ella no tenía la culpa. Su belleza y carisma lograban apaciguar todo mal al rededor. Preciosa, dirán. Reino Unido amaba a su "Falkland". Aún si con ello perdió a su "Francy". Él decía haber ganado algo, lo que Francia no podría darle nunca.

Una oportunidad.

De obtener ese rayo de sol que nunca pudo ganar en tal cuarto oscuro. Su matrimonio lo detuvo todo este tiempo pero con la libertad que se le fue entregada, ya no debía fingir. Se dejaría llevar por los sentimientos que hace años le arrebataron todo aliento.

Quería ese pequeño y tercermundista pedazo de luz. Nadie volvería a interponerse en su camino, ni siquiera su propia sangre.
Porque ese niña que ahora le llamaba para ir a jugar, solo fue el comienzo.
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La fiesta continuaba en pie, el pais celeste y blanco estaba dentro de la gran mansión, buscando a sus amigos. Un escalosfrios sintió, como si alguien hablara de él a sus espaldas. Extraño.

- La concha de la lora, ¿Dónde mierda están? Ya me quiero ir...

Después de la situación vivida con Alemania, no tenía animos para seguir en aquel territorio. Claro, luego lo hablaría con el alemán, no dejaría las cosas inconclusas con el tricolor. Eran amigos pero lo que hizo y el alcohol no eran excusa para evitar que luego le diera una buena piña en la jeta. Por otro lado, alguien más estaba cerca suyo. Entre oscuridad, música y luces de colores, sintió sus hombros ser tomados. De inmediato se dio media vuelta para darle tremendo puñetazo en la mandíbula a... Rusia.

¡Maldito gringo! [USArg] CountryHumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora