꧁Capitulo 51: Mi verdad [1/2]꧂

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Argentina se encontraba sentado de rodillas frente a sus hijos, aquellos que alguna vez perdió y ahora, finalmente, después de tantos años, podía hablar con ellos. A pesar de las circunstancias, de las discusiones, de las lágrimas, tomó el valor suficiente que hace meses atrás no hubiera tenido para hablar con ellos. 

No fue fácil para mí dejarlos ir... —comenzó a narrar, con la mirada baja, recordando cada fragmento de su pasado— Yo quería ir por ustedes. Intenté protegerlos pero fallé. En esos años, debía seguir las ordenes de personas malas y pensar en el bienestar de mi pueblo. Muchas personas murieron, era una masacre... 

Las tres pequeñas islas miraban a su padre con intriga, preocupación y tristeza al escucharle. Notaban en el argento lo mal que le ponía hablar del tema y, por primera vez desde aquel día, Georgias sintió culpa. Culpa por haberle dicho tantas cosas horribles. 

Nunca hice algo bueno en mi vida. La vivo cagando, soy un desastre en todos los sentidos. No los protegí, tampoco a mi gente pero verlos a ustedes... Ja, no lo sé. Fue como por cinco minutos olvidara lo horrible que mi vida es. 

Father... (padre) —Malvinas no dudó en acercarse a él para tomar su mano en muestra de apoyo, incluso Sándwich se posó a su lado para abrazar su brazo izquierdo. El portador de sol sonrió con cierta pena, no le gustaba que ellos lo vieran así. Después de tantos años, quería darles una sonrisa alegre pero no podía.

Quería que me vieran como el mejor... Q-Quería que se sintieran orgullosos al verme... —Inevitablemente sus ojos comenzaron a arder, las lágrimas comenzaron a caer sin control. Georgias mordió su labio con fuerza al no saber qué hacer— No soy una buena persona... ¡Es por eso que primero quería serlo y así se sentirían orgullosos de su padre!

¡Lo estamos! —Georgias habló, tomando por sorpresa a Argentina cuando se lanzó a sus brazos a abrazarle con fuerza— ¡Lo entiendo, papá! ¡Perdón! ¡No quería ser malo contigo! ¡Estaba asustado! 

Georgias...

Creí que... volverías a irte. 

Era como si un gran peso sobre su pecho que se había instalado durante años, lentamente se iba y daba paz a ese corazón tan lastimado. Argentina rompió en llanto cuando vio la calidez en los ojos de sus hijos, fue perdonado y el sentimiento de alivio que ahora lo rodeaba, era la paz que había buscado hace años. Cerró sus ojos con fuerza y abrazó a esos tres pequeños. Sus hijos. Sus hermosos hijos. El amor que un padre tiene por sus hijos, es el más fuerte visto alguna vez. 

No me voy a ir a ningún lado. No los dejaré nunca más. —besó sus cabezas, secó sus húmedas mejillas y el sonido de pequeñas carcajadas inundó el cuarto. Volvían a ser una familia. El momento hubiera durado, pero el sonido ensordecedor de un disparo captó por completo la atención de los cuatro. Nuestro querido argento no evitó ponerse de pie de forma rápida, acercándose a la puerta de la habitación para abrirla y buscar con la mirada de dónde provenía dicho ruido— ¿Qué mierda fue eso...?

Vino del cuarto de...

Reino Unido. —Argentina observó a Georgias con intriga— Su oficina es el último cuarto del pasillo
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Trozos de madera cayeron a su lado y sobre su cabeza, las astillan se enredaron en su azulado cabello, el dolor en su espalda era fuerte y estando en el suelo, levantó la mirada hacia aquel que era su hijo con completo enojo. Usa le había dado un fuerte tan golpe que terminó cayendo contra uno de los muebles de su oficina, rompiéndolo en el proceso. Reino Unido se puso de pie con dificultad, limpiando un fino hilo de sangre que caía por un costado de su labio. Al ensuciarse los guantes que en manos tenía, terminó por quitárselos y dejarlos caer en el suelo.

¡Maldito gringo! [USArg] CountryHumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora