Fue una mezcla de sentimientos que hace tiempo no tenía. Confusión, verguenza, nervios, emoción, culpa. El último ni siquiera sabía porqué estaba presente pero sus ojos no podían dejar de observar al reciente país con el que se había besado. Esa mirada tan fría y profunda que comía cada parte de su anatomía como si de un postre él se tratara. Argentina sentía su respiración levemente agitada, sus labios húmedos, su boca caliente y sus manos frías envueltas en otras manos más grandes que lograban aliviar su baja temperatura. Ambos tan juntos, con tenue color rojizo en sus mejillas. Rusia y Argentina se habían besado, las palabras no salían. No eran necesarias pero tanto silencio llegaba a desesperar al celeste y blanco, que al darse cuenta de lo sucedido, rápidamente se puso de pie, separándose del ruso, quién le siguió en acciones.
- Yo... -Quería decir algo, lo que sea pero no podía. Estaba confundido, absolutamente- Me voy. -Fue lo primero que salió de su boca y en respuesta, intentó volver a la mansión pero el más de los dos le detuvo un momento.
- Espera, por favor. -En su interior, Rusia no podía estar más feliz con lo que había ocurrido. Su felicidad había sido demasiado cuando Argentina correspondió su beso, suave y tímido, pero al final de cuentas lo hizo. Entendía si el latino estaba avergonzado.
- No, para...
- Solo déjame decirte algo... -Su mano sostenía con delicadeza pero con la suficiente presión para evitar que el argentino se alejara. Ah, nuestro país celeste y blanco necesitaba estar solo para aclarar sus sentimientos y Rusia no le ayudaba. Así que permitió que éste hablara con tal de poder irse.
- ...Bueno, dale. Te escucho. -Con resignación respondió, a penas y podía mirar al ruso. Y es que aquel beso lo tenía avergonzado, más que nada por la parte donde lo correspondió pero en su mente no dejaba de rondar cierto país de estrellas y rayas rojas. ¿Por qué?
Es tu oportunidad, Rusia.
- Lo siento. -¿Qué? Argentina se quedó casi de piedra al escucharle- Por lo de antes, yo... Ni siquiera pedí tu permiso.
¿Permiso? ¿Pedir permiso para robar un beso? El argento no se creía lo bueno y tierno que Rusia podía llegar a ser, incluyendo el hecho de ser tan caballeroso con él. Juraba que estuvo apunto de reírse pero no hubiera correspondido al momento. Esa noche tuvo que pasar por tantas emociones y en esos momentos lo que necesitaba era aclararse, calmar esa presión que en su pecho se hacía presente. Y ser sincero consigo mismo. Entonces, ¿Por qué no serlo ahora? Basta de ocultar sus sentimientos, de esperar lo peor. De desconfiar de cada persona que en su camino se cruzaba e incluso de si mismo. Por primera vez en muchos años conseguía un minino grano de felicidad, ¿E iba dejarlo ir? Sabía de los sentimientos de Rusia hacia él. Hace tiempo lo había notado, por la forma en que le miraba y le trataba. Pero nunca se dio la oportunidad de conocerle como debía, dejó pasar el tiempo y se concentró en su dolor. Dolor causado por sus errores, su hija, su ex pareja, el dolor de su gente.
Y debía decirlo... Ese beso le gustó.
- Rusky, boludo, ¿Qué decís? No me pidas perdón, no tenes porqué.
- Pero, ¿No estás enojado? -Una leve sonrisa se formó en el argentino, debía aclarar todo. Y empezaría con Rusia. Las manos de ambos fueron entrelazadas, nuevamente se encontraban cerca y a pesar de la diferencia de altura, pudieron verse cara a cara.
- La cosa es que... Todo este tiempo me la pasé ocultando mis sentimientos, huyendo del mundo y de lo que siento. Siempre me convencí de que esta bien abandonar, no correr el riesgo de cagarla y seguir la corriente. Pero todo esto son excusas, no razones. Lo que hago es huir como un cobarde porque... tengo miedo. Miedo de que si me permito ser feliz por un momento el mundo se va a venir abajo y no sé si podré superarlo.
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¡Maldito gringo! [USArg] CountryHumans
FanfictionEl odio y el rencor debían ser parte del pasado. Pero avanzar no es fácil, menos para alguien como Argentina que tantas decepciones había tenido a lo largo de la historia y con ello, la desconfianza que tomó hacía el resto creció. Entonces, ¿Cómo c...