Descendientes - Una historia similar

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-MI CAMINO XII-




En todo el trayecto era Elsa la que dirigía, mirando hacia abajo y luego al hoyo del cielo, corroborando algo que para mí era difícil de descifrar, lo cierto es que la chica era callada, tal vez la ponía entre unos veintidós, con su cabello trenzado que lo llevaba el viento, hizo una pequeña mueca y suspiro rendida, parando y girándose en su entorno hacia mi.

— De acuerdo, ¿estás segura que este es tu problema? —

Bueno, ahora que lo mencionaba no lo era, pero como protectora podía ayudar en ello, después de todo debía aprender a controlar las cosas para así poder proteger Auradon y si no podía en Encantia que me esperaba en Auradon.

— Sino puedes ayudarme, sería mejor que te fueras, creo que es mejor si estoy sola —

Seguí mi camino sin mirar atrás, con el ceño fruncido y mi mirada puesta en el gran hoyo del cielo. Entonces fue cuando pare de golpe y analice, las trayectorias de los rayos, no tenían secuencia, ni siquiera preámbulos, simplemente salían disparados hacia diferentes lugares. Pero fue de un momento a otro cuando el hoyo empezó a dar vueltas, cuál trompa Marina, entonces fue cuando todo empezó a ser más dramático, las rocas empezaban a caerse, los desmorones empezaban a alzarse, la montaña empezaba a temblar y cuando menos lo pensé, una grieta partió la montaña, una grieta que estaba a punto de cruzarse en mi camino, pensé que tal vez caería y terminaría tendida gracias a mi bastón, cerré mis ojos esperando lo peor, pero entonces sucedió lo inesperado, escuche un rayo, pensé que me había caído, pero no simplemente me deslicé sobre algo sólido, cayendo sentada en el piso y dando vueltas, aferre mi agarre a mi bastón y cuando no tuve equilibrio caí tendida.

— Niña, ¿estás bien? —

Gruñí por lo bajo y trate de levantarme, sobre la superficie que ahora además de sólida era fría, demasiada fría y vi a Elsa acercarse a mí y arrodillarse a mi lado.

— Estoy bien y no soy niña, tengo un nombre, Reina Elsa —dije en tono burlón lo último— mi nombre es Meido —

— Está bien, Meido, no te diste duro, ni te has hecho daño ¿cierto?, la última vez que intente salvar a alguien... —desvío su mirada y reprimió un gesto de dolor, alce una ceja y admire su escena— mi hermana... —bajo la mirada y suspiro— mi hermana casi muere en el intento, cuando quise salvarla, un rayo frío atravesó su mente y la obligó a congelar su cuerpo entero, no me lo perdonaría si eso volviera a pasar —hizo un puño con su mano y la protegió con la otra, para negar con la cabeza y levantarse— Debemos seguir —

Extendió su mano hacia mí y sonrío reconfortante.

Entonces comprendí, Elsa tal vez guardaba un secreto, algo que tal vez la tenía marcada y ahora sabía que tenía una hermana, podría decir que era menor por ella, puesto que la manera en que actuaba era sobre protectora, descubrí también que Elsa tenía poderes mágicos, poderes que te dejarían helada, literalmente, con el bastón me sostuve hasta llegar a tierra y no hielo, fue cuando suspire pesadamente y viendo a Elsa alejarse, quise saber más de lo que podría ser su vida, porque de alguna forma sentía... Que ella y yo podríamos haber pasado lo mismo, después de todo también tenía una hermana.

— ¿Cómo se llama tu hermana? —

Cuestione a su lado. Suspiro y sonrío dulcemente.

— Se llama Ana, es mi mejor amiga —

Miro al suelo con ternura y percibí un rojo carmesí en sus mejillas, pero también percibí algo más... Elsa al hablar de su hermana, daba un tono de brillo en sus ojos y miraba a la nada, tal vez imaginándome a Ana junto a ella.

— Ana eh, dices que la salvaste de una muerte ¿podrías decirme qué pasó? Y sé que tal vez me esté entrometiendo, pero... —ella negó con la cabeza y sonrío.

— te lo contaré —hizo una pausa y suspiró— Ana y yo cuando éramos pequeñas, siempre jugábamos, ella le encantaba que utilizará mis poderes, le encantaba verme y a mí me encantaba verla sonreír, Ana lo era todo para mí, era lo único que recordaba y lo que había en mi infancia, madre y padre decían que no debía jugar con mis poderes, que era una responsabilidad muy grande —hizo una pausa y frunció su ceño— nunca les hice caso, hasta que... Llegó una noche en la que Ana me despertó a medianoche, queriendo que utilizará mis poderes para crear unas simulaciones de montañas de nieve dentro del castillo, escogimos la sala más grande para ello —se cruzó de brazos y suspiro—  estábamos tan bien, estaba tan bien que no prestaba la suficiente atención, Ana volaba sobre las montañas y yo creaba deslices para que ella cruzara, siempre cuidándola, hasta que no sé en qué momento perdí su ritmo e hice que cayera al suelo, con un rayo de hielo en la cabeza — paró de golpe y aunque el frío fuese parte de Elsa, se abrazó a sí misma y reprimió una mala cara y volvió a mirar al frente— mis padres entraron en la sala y se llevaron a Ana y a mí, con tal de salvar la vida de Ana el hechicero, dijo que debía borrar la memoria de Ana —

Entonces, paré en cuenta que tal vez ahora, Ana no conocía a su familia, ni a su hermana, que tal vez le habían hallado un hogar mucho más normal.

— Entonces, Ana y tú... —

Ella me miró y por alguna razón entendió lo que quise decir a lo que ella rápidamente negó con la cabeza y río.

— Ana vive conmigo, Arendelle necesita de su princesa y su reina, solo que el viejo sabio, le borro la memoria y los recuerdos de mis poderes y los reemplazó por recuerdos felices, después de todo el dijo: "es fácil engañar a la mente, pero no al corazón" —asentí ante su explicación y de alguna manera me reconfortó y me lleno de calidez la idea de que ellas estuviesen unidas y no separadas por algo del pasado.

— Entonces Ana vive contigo y no sabe que tienes poderes —

Afirme.

— Es una larga historia, pero en resumen te diré que seguimos juntas y si sabe de mis poderes —

— Pero dijiste que te prohibieron... —

— Mis padres —me interrumpió y suspiro— y el viejo sabio, no quisieron, luego de lo que pasó con Ana, mis poderes estaban descontrolados —estiro sus manos y suspiro pesadamente— mis padres decidieron tomar medidas y nos encerraron dentro del castillo, con la única compañía del personal reducido, Ana, ellos y yo, pero era tanto mi miedo que me encerré en mi cuarto y ni hable más nunca con Ana, pasamos años así, mis padres venían a ver cómo me iba y simplemente cada día estaba peor, no podía equilibrar mis poderes con mi control —miro al cielo y cerró sus ojos— padre siempre decía: que para que nadie se enterara de mis poderes debía... —nuevamente respiro hondo y se paró frente a mi— lo que hay en ti no dejes ver, buena chica tú siempre debes ser, no has de abrir tu corazón... Un movimiento en falso y lo sabrá —

— Te obligaron a encerrarte —

Masculle.

— Por el bien de Ana y de Arendelle —

Completo ella.

Y ¿qué pasaba con ella? ¿Y dónde está su "bien"?

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora