Descendientes - Soñando en Arabia

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LA CANCIÓN SE REPRODUCE EN EL MOMENTO QUE SE INDIQUE NO AL PRINCIPIO.



-MI CAMINO XXVIII-




— Los deleitare con una presentación de magia, solo para ustedes —otra inclinación— dígame princesa ¿cuál es su animal preferido? —

Alía sonreía complacida y tomando fuertemente el antebrazo de Tristán sonrió y dirigió su mirada a él hechicero— me gustan mucho los camaleones —

— camaleones —recalcó el hechicero, asintiendo y estirando su cetro— ahora admiren el poder —moviendo su cetro en círculos, pronto una luz lo rodeó y el suelo se vio infestados en montones de camaleones que se dispersaron.

— oh, es maravilloso —hacia Alía había llegado uno de ellos y posado sobre su mano ella lo admiraba, también Tristán veía uno con un tenedor sobre la cabeza de uno de ellos.

Creo que se lo comería.

Entonces sentí como dos de ellos se posaban sobre mi mano y no me había dado cuenta.

Fruncí mi ceño cuando uno de ellos miraba para un lado y otro, estaba bizco, aunque pensándolo bien, ambos miraban bizco. Y cuando no me esperaba más, ambos al mismo tiempo sacaron su lengua y las pegaron a mis manos.

Esto era el colmo. Cerré mis ojos con enojo, tratando de mantenerme en calma. Aunque era difícil ignorar esa magia que ahora está recurriendo en el cetro de nuestro querido hechicero. Sonríe de lado mientras veía si cetro disimuladamente, algo que nadie estaba viendo.

Y estos camaleones para ser sincera, eran un poco extraños, porque solo me estaban tocando con sus lenguas a mi y a nadie más, bueno, a Nadim uno le había dado en la mejilla. Entonces lo vi, vi la magia que recorría por la lengua de los camaleones, fruncí mi ceño, porque estaba segura que los camaleones no hacían eso.

— muy buen truco —dije en voz alta— interesante prototipo de camaleones —anuncié.

— Muchas gracias —padecía sorprendido pero aún así sonreía.

Te atrape. Alce una ceja y tome sus camaleones separándolos de mi y tal como lo pensé, la magia se había desprendido de mi.

— pero lamentablemente no me gustan los camaleones —y con dos de ellos en mi mano, los aplaste hasta el punto de desaparecerlos, por arte de magia.

Parecía aún más impresionado, pero mantuvo sus labios cerrados y su cetro aferrado. Tome también el camaleón que tenía Nadim y lo desaparecí de un solo toque.

— oh, ¿pero que? —parecía desilusionado el pobre Nadim, pero era por su bien.

— bueno, basta de camaleones —su mirada aún seguía en mi, parecía que le había arruinado su truco de magia, pero también la mirada de la sultana Jazmín me carcomía desde hacía mucho tiempo.

¿Qué tenía contra mi?

— lo traje para conmemorar a Arabia, con una hermosa presentación —El Genio anunció y próximamente desapareció de la vista.

El hechicero asintió y removió su presencia— sus majestades y princesas, todos los presentes —esto sería interesante— me complace en presentarles, la historia de Arabia —una leve reverencia de su parte y una sonrisa que parecía de los mío demonios.

INTRODUCIR CANCIÓN

— Imagina un lugar, una tierra sin par —sus manos se movía al son de la canción— Donde ves caravanas pasar y ahí existen mil formas de existir, es un caos pero es hogar—pronto su mirada cayó en mi— Cuando hay viento del este y hay sol al oeste y la hora, el reloj te da —pronto nos había envuelto en una canción— Yo te invito a pasear, en la alfombra volar —fue entonces cuando hizo un puño con su mano y con su mirada puesta en mí sonrió complacido— y en la noche de Arabia estar —soplando un polvo en mi rostro y cegando por completo mi vista.

Fue entonces cuando me costó acostumbrarme y quitarme el polvo de la cara, pero para entonces todo se veía negro, aún así podía escuchar al Hechicero reír y una canción de fondo, ¿que estaba sucediendo? Estaba en una ciudad ¿como?

Pero en las calles podía ver un montón de cosas tiradas, un montón de personas comprando en media noche y un montón de mujeres con tela en mano, había demasiadas personas, salí de inmediato en busca de alguien pero no encontraba nadie, ¿que estaba pasando? Trate de entrar en un callejón, pero termine frente a otros más, esto era todo un... laberinto, corrí tras otro, en busca de luz, pero se me era imposible, pero pronto percibí una pequeña luz en uno de los túneles y corrí a él, para pensar pero termine con unos hombres con espadas en mano, que bailaban. Fruncí mi ceño y retrocedí en cuanto lanzaron sus espadas a mi, corrí hacia atrás, pero ya no estaban las personas, corrí y entre el próximo callejón, esta vez no se trataba de personas sino de un enorme elefante que daba pasos gigantes y amenazaba con mi vida, corrí hacia atrás y vi otro callejón, me escondí, fue entonces cuando vi el castillo, allí es donde se supone que debía estar, no aquí, un nuevo camino se me presentó en frente y no dude en tomarlo, pero fue como transportarme a otra dimensión. No, era un camino en medio del desierto, parecía haberse hecho para seguirlo y no dude en hacerlo, pero a medida que lo hacía podía visualizar una gran montaña de arena, tenía una forma extraña, casi como la de un animal, pero al final terminó siendo la cabeza de un enorme león.

Estaba sorprendida, ¿como no vi esto cuando pase por aquí? Pero lo más sorpréndete fue cuando habló, el león de arena hablaba, estaba impactado y vi como abría su boca, pronto las arenas me arrastraron dentro de él y pensé que sería mi fin, aún seguía escuchando esa canción, termine cayendo en un suelo y al abrir mis ojos me encontré con una enorme escalera y sobre ella estaba el hechicero cantando con un montón de oro a su alrededor, pero las arenas seguían hundiéndose y corrí a toda prisa a las escaleras para no ser llevadas con ellas.

Lo iba a matar, pero a medida que subía, desde mujeres bailando y hombres con espadas, monos que saltaban y alfombras que sobrevolaban sobre mi me impedían llegar a él, pero aún así podía ver su risa y como me miraba con entretenimiento, se estaba burlando de mi.

Y bajando la guardia nuevamente una alfombra arremetió contra mi y terminé cayendo escalera abajo, viendo todo nuevamente negro.

Aplausos.

— maravilloso, hechicero Aldhair —

— Muchas gracias princesa —estaba dando una leve reverencia.

¿Qué había.. ?¿qué ha sido todo eso? Baje mi mirada con el ceño fruncido, sintiéndome totalmente mareada y respirando hondo, tratando de asimilar lo que había pasado.

— Muchas gracias, hechicero, puede irse —fue el genio quien se encargó de que dejara el lugar con una sonrisa aún en sus labios.

¿Acaso nadie más lo vio? Nadie más vio todo lo que vi y todo lo que pasó.

Mi mirada se dirigió al hombre que se estaba marchando y con una última mirada me sonrió maliciosamente.

Acaso este... ¿Me había mostrado una ilusión?

¿Cómo fue eso posible? Nadie podía tener tanta magia a no ser que estuviera acompañado de un ser demasiado mágico para realizar tales actos.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora