Descendientes - El cumpleaños del príncipe Tristán

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-MI CAMINO LXV-

















Aún perpleja seguía al conejo Blanco que nos guiaba por el enorme pasillo del gran castillo blanco, donde los sirvientes no demoraban en realizar la limpieza y los arreglos, trague fuerte una vez volví mi vista a lo que alguna vez pensé que era una alucinación.

— Como verán el castillo está en pleno apogeo —indicó el conejo que saltaba frente a mi.

Solo fui capaz de asentir, aunque claramente el no me veía.

— es tan tierno —masculló Diaval a mi lado.

Por su parte el chico parecía complacido con lo que veía, estaba casi segura que quería tomarle en brazos y acariciarlo.

— el príncipe Tristán me ha informado de todo para que se sienta más cómoda —entonces volví a mi realidad, fruncí mi ceño.

— ¿Tristán? —

— Como mayordomo principal tengo la responsabilidad de acatar todas las órdenes que se me dicen —una vez dicho eso subió a una mesa de un solo salto y logró una altura algo comprensible, pare frente a él, aún hipnotizada por el conejo blanco.


— Como mayordomo principal tengo la responsabilidad de acatar todas las órdenes que se me dicen —una vez dicho eso subió a una mesa de un solo salto y logró una altura algo comprensible, pare frente a él, aún hipnotizada por el conejo blanco

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— Como ya sabrá y ha visto, el castillo está en completo arreglo debido a la celebración —

Fruncí mi ceño— ¿saber? —reí sin gracia.

— sí, nuestro príncipe —entonces tras nosotros un gran telón se desprendió de una enorme pared, gracias a unos hombres quienes dejaron a la vista una enorme figura de Tristán en un atuendo que jamás había visto en él— nuestro príncipe cumple mañana, finalmente llega a su edad en que podrá reinar el castillo blanco y todo el país de las maravillas, también se suponía que contraería nupcias con la princesa Alia —entonces acomodó su lente— pero al parecer el príncipe ha decidido cancelar su boda un año antes y decidir seguir sus estudios en Auradon para ser un mejor rey —cerró sus ojos con orgullo, irguiendo su espalda se acomodó frente a mi.

Fruncí mi ceño— ¿cumple años? Espera un segundo, quieres decir que celebran su día de nacimiento —intente aclarar y que no fuese una confusión, el conejo Blanco asintió responsablemente.

Volví mi mirada al enorme retrato, pues allí Tristán se mostraba tan inalcanzable, tan sereno, tan poderoso, vistiendo un traje tan formal y azul, con una corona, estaba parado, mirando directo a los ojos de los demás, como si te hiciera sentir... que tienes algo de lo cual él sospecha, su mirada era tan profunda y un poco más abajo estaban sus labios tan rojos.

— Como dije, todo esto es para el príncipe —no tenía idea— también nos gusta celebrar sus cumpleaños un día antes —¿Por que nunca me dijo nada?— así podemos recibir su día de nacimiento con emoción y alegría —no era como que me preocupara— además, teniendo en cuenta que todos los seres importante de él estarán —aunque de haberme dicho, tal vez hubiera hecho un regalo— es por eso que es importante que usted esté allí, ya que siendo —¿podré hacer un regalo ahora?— créame se lo que digo, el príncipe —tal vez con algo de magia y suerte podría remediarlo— así que por favor no pierda el camino, vamos contra reloj —una vez más bajo de la mesa y caminó fuera de mi radar nuevamente, bajando de la mesa y siguiendo su camino— oficialmente me encargado de darle al mejor costurero del país de las maravillas para que esté con usted, créame, es un poco callado, pero es una buena persona —

Asentí ante su propuesta.

Y creo que esta vez la fiesta si era necesaria, se trataba del cumpleaños de Tristán, debía ser una broma.

— el cumpleaños de nuestro príncipe es importante porque es el primer día en que cae nieve en El País de las maravillas —

— ocasión especial —masculle.

— sí, pero no se preocupe, nosotros tenemos todo controlado —entonces paró y movió sus orejas de un lado a otro— no, no, no, eso no va allí, es izquierdo, ¿como se les ocurre ponerlo derecho? —podías ver que cuando se enojaba su nariz se movía muy rápido, lo cual nos causaba intriga a mi y a Diaval. Pronto se dirigió hacia nosotros— casi se me olvidaba princesa Meido, la reina Mirana solicita su presencia en la cocina superior del castillo —fruncí mi ceño extrañado.

— ¿reina Mirana? —cuestione.

— sí —parpadeó dos veces— Jelly —llamó una vez, fue entonces cuando entre el montón de personas que arreglaban se alzó una peculiar figura, era muy delgada, de rizos rubios y vestía un traje celestino apagado, una vez frente a nosotros hizo una leve inclinación.

— Sí señor —y se dirigió hacia el conejo Blanco, con extrema seriedad y completo servicio para él, como si fuese la figura máxima.

— lleva a la princesa Meido con la reina Mirana —Jelly asintió ante el conejo y me miró, por un momento supe que me escaneo de arriba a abajo.

— por aquí princesa —masculló caminando delante de mí.

Miré al conejo Blanco y luego caminé dudosa tras Jelly, no oí reclamo de ello— oh no, usted se queda conmigo joven, el costurero de nuestro príncipe Ryan se encargará de usted —Diaval fue llevado por el conejo Blanco, por un momento lo vi marcharse tras de él un tanto confuso. Al menos no estaba tras de mí.

Seguí a Jelly escaleras arriba justo cuando venía bajando un enorme retrato de Tristán por ella.

— con cuidado —escuche decir a uno, mientras el otro luchaba por no caerse.

Creo que en este lugar era normal ver retratos de Tristán.

Cabía decir que el castillo dentro no era del todo blanco, pues sus mosaicos eran de blanco y negro, mientras que sus candelabros era completamente dorados y sus ventanas estaban abiertas y decoradas con telas azules, la enorme escalera que traía consigo este castillo, también estaba hecha mosaicos negros con blanco y una vez arriba, la curiosidad me guió para regresar mi vista en un panorama y poder visualiza todo desde allí.

Realmente era un lugar muy enorme.

CON CUIDADO —y hubiera seguido siendo perfecto, si ese niño no se hubiera interpuesto con un tremendo susto, donde su cuerpo cayó en cámara lenta escaleras abajo,m.

Y como si pudiese tomarlo en el aire, tal como hice con Carlos la última vez, cerré mi puño y liberé mis poderes sin querer, sosteniendo al niño en el aire.

Mi respiración estaba entrecortada con lo cerca que pudo haber estado de morir.

— joven Terry —fue Jelly quien acudió a él en el instante, hice descender a Terry, mientras Jelly se acercaba y veía que no le hubiese pasado nada— por todo el amor, Joven Terry pudo haber muerto —

Pero Terry no mostraba ni un poco de miedo, ni de estar arrepentido, al contrario solo sonrió y tomó los hombros de Jelly— estoy vivo, Jels, es lo que importa —

Fruncí mi ceño, ¿como dejaban que un niño andará por allí así?

— Muchas gracias, jovencita, aunque temo que no me se su nombre —fruncí mi ceño ante su léxico y manera de expresarse.

Estaba segura que este niño quizás tendría sus diez años y hablaba de una manera tan formal que me era difícil tomarlo como un idiota.

Solo fui capaz de asentir

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