Descendientes - La cocina de la Reina Mirana

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-MI CAMINO LXVI-




















Jelly había dejado al niño con otro encargado y me había indicado que la siguiera, entre los enormes y espaciados lugares del primer piso se hallaba una escalera al costado.

Lo que aún me parecía extraño es que hubieran dos cocinas, ¿por qué dos?

Jelly frente a mi tarareaba una canción, mientras subía las escaleras. Me preguntaba si los empleados de este lugar y la servidumbre estaban felices realmente, porque Jelly sí parecía serlo. Creo que con cada escalón que subía, el aire se me iba, porque me sentía tan agitada que apenas podía mantenerla por instantes.

O tal vez era por el hecho de que estaba en el castillo blanco y aún no veía a Tristán o a la reina blanca.

Pero, tenía una gran incógnita, ¿quién era la reina Mirana? Porque realmente jamás había escuchado hablar de ella.

— ¿Por qué hay dos cocinas? —masculle tratando de olvidar por mucho todas las preguntas que me están atiborrando.

Jelly fue tan amable de contestarme— una pertenece al castillo, donde los chefs se encargan de realizar el desayuno real, pero la otra pertenece a la reina Mirana, la mayoría del tiempo la pasa allí o sino tal vez en el jardín de rosas que tiene en la parte más alta de este lugar —

— y esa reina Mirana, ¿cómo es? —

— oh —parecía a gusto de hablar sobre ella— Pues, es la reina del castillo blanco, es muy buena con todos, también es tan dulce con sus súbditos, es la mejor que hayamos tenido, además ella siempre nos hace feliz, incluyendo a nuestro príncipe, Tristán —suspiro lo último— es la madre de él y también agradezco que tuviera a un hijo tan maravilloso —llegamos al tercer piso.

El aire volvió a faltarme, porque en todo este tiempo fui tan estúpida e ignorarme que no me daba cuenta que la reina blanca, era la reina Mirana, la madre de Tristán.

Giramos un pasillo a la derecha, las voces habían desaparecido, solo estábamos Jelly y yo.

— la cocina queda al frente —anunció amablemente.

Suspire nerviosa, bien, vería a la madre de Tristán.

No podía ser tan malo ¿verdad?

Los pasos de Jelly y los míos resonaban en el piso, cada uno me parecía un paso al calvario, esta área en específico  del castillo se sentía muy, pero muy fría, aunque desde que llegamos era así de frío.

— la reina está en su cocina, puede entrar cuando guste —una leve reverencia por parte de Jelly antes de irse y luego desapareció tras de mí por el pasillo.

La vi irse, caminar en paseo apresurados y marcharse de aquí. Estaba demasiado nerviosa, eso sin contar que no se escuchaba nada adentro, frente a mí había una enorme ventana, parecía dirigirse a una vista en específico, donde un pequeño pueblo se alzaba, eran casas en ese exterior y a mi lado estaba la puerta que guiaba a la cocina de la reina Blanca.

Suspire.

No le tenía miedo a nada, pero la idea de estar frente a frente con la reina blanca era difícil para mi.

Finalmente tome la manija de la puerta y empuje de ella, mis manos temblaban con cada segundo que abría la puerta. Mientras trataba de encontrar la menea de empezar la conversación, aunque jamás había intentado hacer algo así.

Y cuando hube abrieron por completo la puerta, divisé unas manos blancas moverse con total ligereza y delicadeza en una olla con un cucharlo de madre, pronto divise su rostro y sus labios negros, sonreía delicadamente con su preparación, pero una vez paró y levantó su mirada chocando con la mía. Estuve estática en mi lugar.

— Meido, llegas a tiempo, ven y prueba un poco —entonces sacó una cuchara con una sonrisa y la dirigió hacia mi.


Parpadee un par de veces y asentí dirigiendo mi caminar hacia ella, con mi ceño levemente fruncido entre a la cocina blanca e impecable de la reina Blanca

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Parpadee un par de veces y asentí dirigiendo mi caminar hacia ella, con mi ceño levemente fruncido entre a la cocina blanca e impecable de la reina Blanca.

— hacía mucho que te esperaba, Meido —

— ¿a mi? —cuestione sin mirarle y analizar el lugar.

— sí, eres muy popular por estos lares —índico con una sonrisa oportuna.

La reina blanca era muy diferente a las demás reinas, ella parecía más joven, tranquila y alegre, parecía no tener preocupaciones, aunque también ocultaba algo muy grande dentro de ella.

— ¿Ah sí? —come te incomoda, sentándome sobre una silla sin respaldar que había allí.

— eso es, siéntete cómoda, es tu hogar —trague seco— amigos de Tristán siempre eran bienvenidos en mi castillo —suspire.

Aún me consideraba una amiga.

— también las personas especiales para él —se acercó lentamente sobre la alacena y sonrió de lado. Me puso la piel de gallina, para después sonreír notoriamente y guiñarme un ojo.

Baje mi mirada y parpadee, debía cambiar el tema— están haciendo una fiesta —masculle insegura.

— veo que te diste cuenta —volvió el cucharón a la alacena y sacudió sus manos.

— así es —

— bueno, es costumbre para celebrar el inicio de invierno y el cumpleaños de Tristán —baje la mirada— seguramente Tristán no te dijo nada sobre su cumpleaños —hice un amago con los labios— así que no te sientas culpable sino lo sabías, no le gusta hablar mucho de eso, no es una ocasión especial para él —

Asentí en compensación a su comentario.

— pero dejando de lado a Tristán —entonces rodeó la alacena y caminó hacia mí— la hada madrina me comentó algo sobre un favor —fruncí mi ceño— mencionó algo del pasado y el tiempo —

Alce una ceja expectante, entonces me levanté de la silla— ¿el pasado? —

— sí, dijo que vendrías por un favor, me han dicho que no recuerdas tu pasado —

Mis orígenes, trague fuerte y desvíe la mirada— eso —

— entiendo que si quieres saberlo puedo llevarte —

— ¿llevarme? —volví mi mirada a ella.

— tengo un amigo especial que es perfecto en eso —

Quería decir que podría saber mi pasado, podría saber de donde realmente vengo, pero después de todo lo que había pasado, no quería descubrir más nada por el momento.

— con todo respeto, reina —

— Mirana, cariño, tú puedes decirme Mirana —asentí cuando me interrumpió.

— pero no creo querer saber mi pasado en estos momentos, han sido demasiadas cosas que han sucedido que apenas tengo un momento para relajarme, por el momento quiero mantenerme en paz, no creo que buscar mi pasado me de paz —

La reina asintió sin mirarme y evadió una sonrisa, para unir sus manos y acercarse más, era un poco más alta que yo— entonces disfruta de esta fiesta —y tomando mis manos, la sentí tan fría— será una noche mágicamente helada —

Sus ojos eran tan oscuros, que sentía que podía ver mi alma a través de ellos.

Asentí en compensación de su comentario.

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