Descendientes - Atrapado finalmente

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-MI CAMINO LVIII-











Con el cetro dirigido a su persona, pronto tenía la potestad de poder acabarlo de por vida.

La última vez me había atrapado en mis sueños, dormida, pero ahora estaba más consciente que un dragón en pleno incendiario.

— Di tus últimas palabras, Hechicero —masculle con la mirada fría, sosteniendo de un lado el cetro de él y apuntándole con el mío.

Estaba lista, créanme que estaba lista para acabarlo, pero su mirada no representaba clemencia por lo que había hecho, ni siquiera un poco de rencor, solo se podía notar cierta pizca de melancolía, acompañado con un poco de enojo.

Con sus puños cerrados y su mirada en baja, simplemente suspiro pesadamente.

— ¿por qué lo hiciste? —cuestione con recelo.

Solo tiró una risa seca— eso que importa, solo soy el "villano" de este absurdo cuento —fruncí mi entrecejo.

Lo decía como si fuera una simple mentira.

— solo quería volver —masculló pasado unos segundos, sentía la pesadez en sus palabras y tomó camino, lo seguí con el cetro, pero terminó sentado en una silla, suspirando pesadamente.

— ¿volver a donde? —

— para ti parecerá tonto —mascullo— eres solo una niña y ya tienes toda una vida, seguramente programada —

Alce una ceja— ¿programada? —

Entonces volvió su mirada— sí, todo este lugar, todas estas cosas, al principio —bajo su cabeza como si se retractare de lo que estaba diciendo— es una locura, llevo años encerrado aquí —

— pasarás muchos más encerrados realmente —bromee, bueno lo hice en aspecto de broma, pero en realidad si estaría encerrado.

— como sea, yo solo... no quise creerlo al principio —

— ¿tienes razones para no creer? —realmente ni siquiera sabía que estaba pasando por su cabeza.

Bufo y se levantó— no pareces ser como los demás —alzó una ceja— ¿por qué me cuestiones en vez de atacar? —

Porque en el fondo sentía que necesitaba saber el porque hacía lo que hacía, quería respuestas de porqué hizo esto durante años. Quería saber porque me hizo esto a mí y la sultana era capaz de mandarlo al calabozo sin resentimiento.

— no es de tu incumbencia, pero me debes a mi una explicación —

— una explicación —musito— no creo poder dártela sin que no me creas —

Puse más peso de una pierna que de la otra y chasqueando la lengua— pruébame —le rete.

— ¿segura que quieres saberlo? —cuestiono.

— todos tenemos razones para las cosas que hacemos, estoy segura que si me intentas hacer algo te aniquilare en el instante —

— bien —suspiro y sin mucho pensar se acercó a mí y tocó mi frente. Pronto todo nuestro alrededor desapareció, todo parecía negro, hasta que el volteo su mirada hacia esa negrura y como si se tratará de un camino, un destellos nos proporciono mayor calidad de vista y todo fue tomando color, desde césped verde, hasta un sendero de arena, habían mesas en el cesped, había un enorme copulo, que estaba lleno de enredaderas y habían personas allí dentro, habían niños corriendo y un enorme castillo blanco.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora