Descendientes - Un nuevo rumbo

172 23 3
                                    





-MI CAMINO XXIII-


Pensé que podría controlar la magia que había dentro del cetro, al menos un poco, pero con esto me daba cuenta que realmente debía buscar a alguien que me enseñase cómo controlarlo. Debí haber ido tan rápido como pude con el genio.

Y aunque mi estadía en Encantia fue corta, aún así estando con Sofía todo el tiempo, no creía que me hubiera ayudado en lo absoluto. Al final no obtuve lo que quería.

Habiéndome alistado por completo, salí de la habitación, debía irme lo más rápido posible y llegar con el genio. Aún me sentía débil, pero esto no me detendría. Entre los pasillos del gran castillo, podía ver todo tipo de retratos, eran enormes, pero aún así no había nadie conmigo, agradecía estar sola en estos momentos.

Bajando las escaleras divisé a Ryan apoyado en un pilar, fruncí mi ceño con detesto su suspire pesadamente, acercándome a su radar, aún así no me tome la delicadeza de esperar a que viera mi presencia.

— ¿ya nos vamos? — cuestionó tras de mí. Pare oreja a lo que decía y frunciendo aún más mi ceño lo miré acusadoramente.

— ¿en que parte de esto, te incluye a ti? Es mi viaje, tú no tienes nada que ver — giré nuevamente en mi camino y seguí caminando, pero aún así Ryan seguía tras de mí.

— créeme, tampoco me agrada la idea de dejar este palacio, en especial a Sofía, pero —

— ¿pero que? — escupí deteniendo sus pasos cerca de mi.

Paro a tan solo centímetros de mí, frunciendo su ceño tratando de verse con superioridad ante mi— no es mi decisión —

— ¿no me digas que te mandan? — cuestione burlona. Este simplemente emitió un jah y se cruzó de brazos.

— siempre tan egocéntrica como siempre, dime ¿de verdad serás una princesa? —

Baje mi mirada y bufé, detestaba esa idea, pero seguí caminando hacia la salida— la verdad yo tampoco tengo idea — masculle con recelo.

— aunque lo de vivir en un castillo y tener subordinados por hacer el bien, no suena nada mal — masculló tras de mi.

La salida estaba cerca y el servicio del castillo no se hicieron esperar, uno tras de otro, arreglando lo que estaba desordenado, barriendo y abriendo las ventanas. Era un hecho, esta gente nunca descansaba, a medida que pasábamos se inclinaban ante nosotros, suponía que era una despedida.

— oh, Princesa Meido, buen viaje — hasta el consejero real se nos acercó y se inclinó ante nosotros en la despedida— para usted también, príncipe Ryan —

— BILLYWICK — exclamó Ryan acercándose con emoción a este.

— Es Baileywick, príncipe —

— Sí, si, oye, escucha, dile a Sofía que no me extrañe mucho, que estaré bien — Baileywick río nerviosamente, pero se zafó del agarre de Ryan cortésmente riendo.

— Seguro, príncipe Ryan, se lo diré —

— yo la verdad no sé lo diría — masculle sin importancia. Seguí mi camino, pensando que me desharía de Ryan, pero no fue así.

¿Dónde estaba Tristan? Surgió la pregunta segundos después que logré salir a la parte principal y visualizar mi respuesta, Tristán estaba hablando con Sofía, la cual ahora solo vestía con un traje de montar caballo, seguramente pasaría en uno.

Se veían entretenidos hablando. Después de todo pertenencias al mismo mundo, no como yo. Seguro, cuando Tristán se casaría con una hermosa princesa, tal como debió ser desde siempre.

Baje las escaleras sin esperar a que me viesen, pues según Sofía mi moto había sido arreglada por uno de los mecánicos que había llamado especialmente para ella, así que estaría bien, seguramente.

— Meido — pero aún así al llegar al suelo, después de haber bajado las escaleras, Tristán notó mi presencia. Claro, era estupido pensar que no me vería, no era como que pasaría inadvertida.

— me despido, aún tengo un largo camino por delante — masculle sin mirarlos, presentía que mirar a Tristán sería malo en este momento.

— bueno, supongo que ya debemos irnos — mire de reojo a Tristán en cuanto dijo ello, esperando que fuera una broma y que de verdad no me acompañaría.

— no, ni hablar, ni tú, ni Ryan vendrán conmigo — escupí con el ceño fruncido.

— bueno, tú no decides eso ¿sabes? —

— Es mi viaje no el suyo — había llegado a mi frente.

— ¿y? No te dejaré ir sola — desvíe mi mirada en cuanto visualice su sonrisa de lado.

¿Por que siempre me veía tan indefensa frente a él?

— ¿Sofía me extrañarás? — Ryan había aparecido y en cuanto vio a Sofía no demoró en acercarse.

Era extraño, cuando estaba junto a ella parecía un tonto niño, ¿como pudo haber cambiando tan rápido? ¿Cómo se pudo haber interesado en una chica como ella?

Es decir, Sofía no era fea, era muy linda, era toda una princesa y yo diría, más que eso. Entonces ¿cómo sucedió?

— oye, no necesito tu ayuda, ni mucho menos la de Ryan, para eso estoy en este viaje, para buscar reales ayudas —

— escucha, no me importa lo que digas — dijo con simpleza— no pienso dejarte ir sola, además, está metido en un castillo tanto tiempo es aburrido, necesitaba esto de las misiones — apostó con una sonrisa de lado.

Estaba delirando, solo habíamos derrotado a mi madre (lo cual era un gran logro) pero, por lo visto el chico estaba decidido.

— no te prometo que habrán más de esas cosas — masculle.

— espero que puedas encontrar lo que buscas, Meido —

Buscaba controlar el poder dentro de mi anillo, así que con pesimismo asentí, porque de verdad veía lejos esa idea de controlar una magia así.

— por cierto, mis padres también te desean un buen viaje, tuvieron que salir por negocios — Sofía se acercó a mi una vez más y sonrió complacida— también estoy feliz de haberte conocido, perdón por no enseñarte nada sobre ser una princesa —

— no te preocupes — masculle— aun así no creía que con esa preocupación de lo que sucede en Auradon podría seguir adelante — suspire con pesimismo.

— Si, lo sé, pero primero debes completar tu viaje — aludió ella.

Al final tenía razón.

— Aquí está la carroza de metal, princesa —

— Oh, gracias por traerla señor Memphis — nuevamente el granjero apareció y con él traía la moto de Ben, reluciente y por lo visto mejorada.

Estaba impresionada ¿Acaso un simple granjero pudo hacer esto?

— ¿usted la arreglo? — cuestione con una ceja alzada.

— oh no, un hombre lo hizo —

— ya decía yo —

— Meido — Alertó finalmente Tristán tras de mí.

Creo que ahora entendía porque venía conmigo, para no meter tanto la pata con las personas.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora