Descendientes - Una lucha a través del portal

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—MI CAMINO LI—





RYAN

No regresaban.

El portal seguía aquí, pero ellos no regresaban.

— ¿crees que estén bien? —la pregunta de Nadim me hizo erizar la piel.

Claro que regresaría, debían hacerlo.

Meido... Tristán ¿regresan?

Empuñe mis manos y gruñí, frente a ese portal como si pudiera intimidar para que me devolviera a mis amigos.

— de cualquier manera, esto se ha salido de nuestras manos —Alía parecía consternada— ¿quien sabe si realmente está siendo dirigida por ese hechicero o solo es una simple excusa para destruir Arabia —

Aún seguían dudando de Meido ¿cómo se atrevían?

— ¿No puedo hacer nada para ayudarles? —masculló Diaval a mi lado.

Creo que era el único que estaba igual que yo.

— por el momento me temo que no amigo —fue entonces cuando el Genio apareció junto a nosotros— la magia de Maléfica es muy poderosa y terminará absorbiendo por completo la tuya, estando transformada —

— Meido puede controlarlo —

El Genio ladeó la cabeza de un lado a otro y mostró sus dientes.

— bueno... viendo la situación, no se ve muy convincente con lo que pasó —comentó el Genio.

— ella puede, Tristán la hará entrar en razón —masculle con el ceño fruncido.

— entonces dices que ella sola no puede —aludió el genio.

— no —bufé y me separé de él, creo que ya no era tan agradable como antes— se que puede hacerlo —

Pero pronto un estruendo nos vio perturbados aún más, fue entonces cuando soldados rojos aparecieron entre un humo que apareció en una esquina.

— ellos harán de distracción para ustedes, un poco —la voz del hechicero se alzó. Lo había obviado por completo, ahora estaba en la salida, con su cetro en mano y con una sonrisa.

Traté de correr tras él, pero los soldados rojos me detuvieron.

Maldición.

— parece que tendremos que luchar —comentó con una sonrisa de lado.

— pero, estamos estancados, no tenemos armas —fue Alía quien gritó tras de mí.

Por un momento, lo pensé, pero eso no me importaba, me valía siempre por mi propia fuerza.

— en ese caso, déjenme ayudarles —fue entonces cuando miré a Diaval y este solo unió sus palmas y cerró sus ojos centrando todo su poder. Pronto frente a él, dos luceros aparecieron y también fueron expandiéndose a medida que Diaval se concentraba más.

Pero fue entonces cuando uno de ellos atacó y tuve la suerte de poder desviar su golpe a tiempo.

— príncipe Ryan —volví mi mirada a Diaval y este me lanzó una espada blanca y reluciente.

Creo que ahora entendía el porqué hacía eso. Blando la espada y sonreí de lado. Hacía mucho no jugaba a las espadas, aunque esta vez, eran reales.

Dos de ellos me atacaron y los detuve con la espada blanca, empujando de ellos y tirandolos al suelo, le di a uno en el dorso y a otro en la cabeza. Pero nunca imaginé que uno me atacaría por detrás, pero en ese momento fue Diaval quien apareció y cubrió mi espalda— mucho cuidado príncipe Ryan, son muy ágiles —

— ya veo —masculle. Pero los demás estaban indefensos. Creo que este era uno de esos momento en que debía probar mi buena voluntad y pelear como un revolucionario— Diaval protege a los demás, yo cuidaré el portal —anuncie.

— mientras mi señora no esté, seguiré sus órdenes príncipe Tristán —

Este confiaba en cualquier persona o simplemente se fiaba de los que sentía que debía.

— no tan rápido Niño, puedo proteger a la familia muy fácilmente —fue entonces cuando el genio junto sus manos y asintió, ordenando a todos en una gran nube azul. Otro más quiso atacarme, pero mi movida fue mucho más rápida.

Creo que con el tiempo de pelear, no me había dado cuenta que estaba siendo rodeado, pues los soldados rojos atentaban contra mi vida, golpeándome por múltiples lados. Me protegía lo más que podía, pero me era imposible, también seguramente a Diaval acercarse para ayudarme.

Aunque fue como un rayo que atravesó mi vista, cuando tres de ellos quedaron tirados en el suelo y una chica llena de coraje y cabello brillante, se alzaba tras de ellos con una sonrisa— ¿necesitas ayuda? —

Princesa Alia.

Tomó ventaja atacando a los demás, sin siquiera pensarlos, cuando sus ataques eran sumamente muy estratégicos y bien pensados.

Yo no demoré en unirme, pues ahora éramos tres blandiendo espadas, aunque el sultan Aladdin también tomó una espada y la sacó a relucir igualmente.

Aunque la única diferencia entre ellos y yo, era que ellos estaban protegidos por armaduras, seguramente traídas por el genio con su magia y yo, simplemente estaba peleando a pecho, al igual que Diaval.

Solo debía esperar y resistir hasta que Meido y Tristán llegaran y todo estuviera nuevamente en calma. Aunque ahora luchaba junto a personas que no conocía y me sentía fuera de lugar, no lo negaré, aunque en mi interior me sentía tan valiente peleando.

Creo en esta parte agradezco a mi madre por haberme enseñado a ser espadachín, aunque lo hacía solo cuando estaba enojada, me llevaba con ella y desalojaba toda su ira en mi, lo que era constantemente.

Un, dos, tres y quedaba en el suelo, abrí mi chaqueta, estaba exhausto, fue entonces cuando la princesa Alía se acercó con una sonrisa de lado y mirada altiva— Nada mal, para alguien de la isla ¿donde aprendiste? —

— ¿que tiene que ver qué venga de la isla? —cuestione hacia atrás.

Ella alzó sus hombros sin importancia— es extraño que haya tan buenos guerreros, pensé que eran puros vagos —

— no soy un buen guerrero, ni un vago —fruncí mi ceño.

¿Quién se creía?

— entonces ¿quién te enseñó? —

Bufé y volví a darle a dos más, ella aún me seguía esperando— mi madre —respondí sin muchos detalles.

Volviendo a la lucha, solo miraba constantemente el portal con inseguridad.

¿Por qué siguen demorando tanto?

Además, ahora el hechicero había escapado, al menos dejando el portal abierto. Solo esperaba que pudieran pasar el tiempo y no quedar atrapados.

— Ahora Ryan, dejarás de ser un completo villano, para convertirte en un revolucionario —

Ese tipo si se inventaba buenos sermones, imposible que muriera en un lugar así, aún tenía que regañarme en muchas otras cosas y enseñarme un par de cosas más.

Y Meido... no quería que la única mujer que había amado, se quedara estancada en un lugar así. Ella no confiaba en mí y era entendible. Ahora solo quería que encontrara el verdadero amor y estaba seguro que ese era Tristán para ella.

Así que por el momento chicos...— RESISTAN —exclamé antes de estrellar nuevamente mi espada.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora