Descendientes - Alía la desconfiada

144 18 3
                                    






-MI CAMINO XXXIX-





— Alía, ¿qué dices? —Nadim cuestionó, aunque aún podía sentir su miedo.

— sé lo que digo, Nadim —pero ella estaba acusando a mi persona— sino quiere ser deportada por estar incumpliendo una ley en Arabia, será mejor que deje de utilizar su magia y oculte su cetro —fruncí aún más mi ceño.

¿Cómo se atrevía?

— no haré tal cosa, ¿quién te crees para decirme todo esto? —la furia corría por las venas.

Pero ella alzó su mentón y con su mirada más altiva dijo— se lo advertí, princesa Meido, así que no tiene excusa —

— no, excusas son la que das tú para desconfiar de mi —mantuve todo el tiempo la mirada conectada a ella— si eres tan capaz como dices ser, de deportarme por cometer delito contra las leyes de Arabia, hazlo y veamos que tengan que decir cuando inculpes de manera tonta a una persona que solo intenta ayudar —

— ¿ayudar? —río sin ganas. Finalmente estaba sacando su lado egocéntrico— Arabia no necesita ayuda de ningún otro reino, mucho menos de una villana retirada —

— bien, entonces tómelo como una excursión mía por sus tierras y váyase de aquí, sino quiere seguir el camino —

— Me iré y reportaré esto para que sea juzgada —entonces retrocedió— Nadim, andando —anunció.

Nadim asintió y fue tras ella, creo que le tenía miedo. ¿Quien lo diría? Sería deportada.

— ¿estás consciente de que estás arruinando a Auradon? —cuestionó ella por última vez.

— no he hecho nada malo —afirmé.

— eso me confirma que Auradon con sus villanos como reyes, es una toma de su fuerza tan patética —

Estrelle el cetro contra el suelo ¿Cómo se atrevía esta princesa a decir eso? La cueva tembló.

— Encima atentas con mi vida —parecía sorprendida.

— tú la estás provocando Alía —fue entonces cuando la voz de Tristán surgió.

— ¿Tristán? —parecía confundida— esto es atentar con la corona —

— no te ha tocado, Alía —contradijo Tristán sin mirarla.

— como sea —frunció sus labios— si se quedan aquí serán tomados como secuaces de sus planes malignos —

¿Cómo se atrevía está?

 — ¿qué dices? —gruñí con odio. Ya estaba colmando mi paciencia— ¿serías capaz de hacerle eso a tu prometido? —cuestione

Pero, esperando a que Alía recapacitara, aún así ella hizo un puño con sus manos— no me importa lo que pase, pero no puedo permitir que algo así suceda y pueda causar algún daño a Arabia, haré todo lo posible por protegerla —

A causa de la conexión constante de mi mirada con la de ella, pude percibir lo que sentía, mis ojos destellaron en busca de su miedo y lo hallaron en lo profundo de su alma. Entonces entendí el porqué lo decía, tenía miedo de que algo le sucediera a Arabia, que volviera a pasar lo mismo que hace años, con su padre, tenía por la vida de todo su pueblo, sin importar lo que sucediera, ella no permitiría que algo sospechoso destruyera su hogar, lentamente.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora