Descendientes - Como en casa

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-MI CAMINO LXVII-

















— créeme es el mejor costurero en este lugar —la reina blanca tuvo la amabilidad de llevarme a mi habitación de invitados, mientras me dictaba como era la persona que estaba allí— es un gran amigo de la familia, es hermano de mi embajador oficial —dijo orgullosa.

— ¿su embajador? —

— Por supuesto, lo conociste en la fiesta de tu hermana, por cierto, muy preciosa —comentó encantada— para la boda de mi Tristan, tengo pensada hacerla en el patio del castillo, es amplio y hermoso, después te lo enseño —le restó importancia.

Trague fuerte y desvíe mi mirada. La boda de Tristán eh.

— se que el castillo es amplio querida, pero te familiarizaras en unos instantes, por eso no te preocupes —

¿Familiarizarme?

Entonces paró frente a una puerta blanca enorme y alzando sus manos hasta sus hombros me sonrió delicadamente y dijo: esta será tu habitación por el momento —

— ¿tendré una habitación? —masculle casi inaudita.

— tienes —corrigió— el castillo blanco es tu casa querida —sonrió aún más y abrió la puerta del cuarto.

La reina Mirana era muy diferente a la sultana Jazmín al principio le caía mal, luego súper mal, pero al final creo que habíamos hecho las paces.

Pero en cambio la reina Mirana, me había recibido con tanta dulzura fría, con una sonrisa, siempre con una sonrisa, inclusive ella misma me trajo a la habitación que había predispuesto para mi.

Entonces abrió las puertas de la habitación y sonrió a gusto sosteniendo la puerta— entra —susurró con una sonrisa. Asentí un tanto insegura, entrando en la pieza me di cuenta el enorme lugar que era, era una habitación un poco diferente a lo demás, era muy Celestina y con una vista espectacular hacia afuera, cuando pude entrar se llenó, me hallé con un hombre peculiar, estaba mirando del lado contrario, pero su cabello era rojizo y tarareaba, mientras arreglaba algo frente a él. Fruncí mi ceño.

Y cuando quise preguntarle algo a la reina Blanca, me giré en mi entorno, pero ya no estaba. Se había ido, me había cerrado la puerta y me había dejado con este desconocido.

— Oh, princesa Meido —giré nuevamente hacia él, estaba vez lo pude ver con claridad, vestía un chaleco negro con una corbata roja y unos pantalones negros con una camisa blanca, realiza una leve reverencia.

Sentía que lo conocía de algún lugar, pero ¿de donde? Sonreía muy amistosamente, casi como todo en este lugar.

Vestía muy singularmente, con unos pantalones rosados y una camisa celeste, llevando un cinto en el cuello y con un cabello rojizo perfectamente perfilado.

— Dígame que me recuerda, bueno tal vez no —en efecto, lo había visto antes, pero no le recordaba. Suspire y asentí— no es necesario que se acuerde de mi —le resto importancia— la última vez no me presente como debía ser —

— supongo que lo harás ahora —masculle con una ceja alzada.

— en efecto, permítame, mi nombre es Poomally Hightopp —una leve reverencia y ya volvía a levantarse con una sonrisa— estuve trabajando mucho en su vestido, en cuanto me dijeron que había venido, desde la última vez que la vi me inspire en gran manera con un hermoso vestido y sabía que solo a usted le quedaría tan precioso —uniendo sus manos, retrocedió.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora