Prólogo (*)

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16 DE NOVIEMBRE

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16 DE NOVIEMBRE

09:23 PM

MANSIÓN FAIRCHILD, HIVERDELE

CONSUS FAIRCHILD KELLOGG

-Una chica llegara a casa, mañana- anuncia una de nuestras madres desde su asiento en la gran mesa.

La mirada de todos mis hermanos cae sobre ella, quien nos sonríe con suficiencia antes de tomarle del brazo al hombre con traje a su lado.

—Sé que será algo nuevo para ustedes— comienza el hombre a su lado, quien es mi padre, antes toma la copa de vino con su mano libre y bebérsela de un trago sin despegar la vista de nosotros haciendo algo tenso el ambiente— Pero no es difícil ni imposible, solo tendrán que aceptar a la chica de intercambio y tratarla bien, enseñarle la mansión, los horarios y llevarla con ustedes al Colegio. Hacerla parte de su día a día, integrarla...

Al terminar la oración, Cristian empieza a toser mientras Caelus le da palmadas fuertes en la espalda. No puedo evitar poner mala cara ante la "gran noticia" que nos están brindando en esta cena.

— ¿Qué acabas de decir? — pregunta mi hermano con poco aliento debido a que prácticamente podría morir por atragantarse con el vino cómo un completo estúpido. Observo a Caebrán luchando contra las ganas de reírse ante tal situación, pero mi mirada basta para qué no lo haga.

—Tu padre acaba de decir que tendrás que ser cordial y amable, Cristian— explica Teodora, la segunda esposa de nuestro padre desde su silla como si fuésemos estúpidos, aunque algunas veces mis hermanos menores en verdad sean unos.

Luchó contra una sonrisa, Cristian rueda los ojos y yo me tenso en mi asiento cuando veo los ojos de mi padre.

Queda claro que su atención está sobre mí, soy el mayor. Espera lo mejor de mí, no puedo solamente dejarme llevar y arruinar su plan, no otra vez.

Margaret, nuestra señora de servicio entra al comedor y coloca unos platos de pavo recién hecho sobre la mesa de vidrio del gigante comedor, sirviendo cómo distracción por un momento incómodo que comenzara a hacerse en el ambiente.

—No tiene sentido— dice Caelus y mi padre le da una mala mirada. En situaciones como está, mis hermanos tardan en reaccionar y no pueden evitar soltar la jodida lengua que deberían tener bien amarrada.

—De hecho, si la tiene, Caelus — habla por primera vez Caebrán, asombrándonos porqué definitivamente él no es el hermano razonable— Papá quiere que está chica de intercambio, viva con nosotros para hacer algo así como una obra de caridad y los del gobierno lo vean de ejemplo para las elecciones, — explica. Caelus asiente sobre su asiento, entendiendo perfectamente las palabras de Caebrán— ¿No es así, padre? Quieres que los del consulado olviden lo que le hizo Consus a esa chica.

Y ahí está. Mi hermano juega con su Piercing mientras me mira. No podría tardar en ser un imbécil por mucho tiempo. Quiero golpear su cabeza contra la mesa, pero a la voz de Teodora suena en mis oídos antes de que haga algo descabellado.

—Caebrán... — advierte ella y mi hermano sonríe burlón.

—Déjalo madre, aún no madura—suelto yo y Caelus suelta una risa.

— A ti todavía no te crece— se burla Cristian y yo le lanzo una mirada furiosa a ambos.

— ¿Quieres que Consus te la meta, Cristian? Así verificas el tamaño y la profundidad — pregunta Crono antes de rodar los ojos y yo suelto una carcajada antes sus palabras.

—Apuesto que ni la sentiría— responde mi hermano a la defensiva.

Abrí mi boca para comentar algo, pero la voz de mi padre resuena furiosa por todo el comedor, haciendo que Margaret salga prácticamente corriendo del comedor.

— Cállense ya, ¡Joder! —grita mi padre antes de darle un golpe fuerte a la mesa de vidrio, haciendo que todos callemos de inmediato y apriete mis puños esperando que la mesa se parta o aún peor, su ira caiga sobre nosotros — Sí no soportan estar juntos en una estúpida mesa, ¿podré confiar en ustedes como equipo para llevar el plan o también se pondrán a pelear por quien la tiene más grande? — pregunta enojado y todos nos miramos las caras, sin saber que decir.

Teodora se levanta y toma del hombro de nuestro padre, haciéndolo tranquilizar de alguna manera y sentándolo en la silla sin rechistar porque de un momento a otro estaba levantado al mismo tiempo que nos miraba con desaprobación.

— ¿Saben lo que tienen que hacer? — pregunta Camille, nuestra primera madre con extremada clama desde su asiento luego de unos minutos en completo silencio y ahí está la clara señal de que debemos dejar de comportarnos como unos adolescentes, aunque eso es lo que somos prácticamente.

Existe cosas en las que debemos pensar con la cabeza fría y por alguna razón está es una de ellas; Cristian es el primero en asentir.

—Cuidar a esa chica cómo si fuese un puto trofeo— digo, tomando las primeras palabras. Tal vez mis palabras a otros podrían parecerles estúpidas, pero perfectamente de qué hablo mientras miro a Caelus.

—Hacerla creer que está aquí porque queremos— dice él y Cristian rueda los ojos porque eso definitivamente no era necesario pero mi padre lo deja pasar.

—Aunque su estadía aquí sólo sea una estrategia para conseguir más dinero como empresarios y diplomáticos— termina Caebrán. Nuestro padre sonríe antes de tomar otro trago de su vino en silencio aparentemente calmado y contento.

—Esos son mis chicos— dice y todos terminamos de comer en silencio porqué hay ciertas cosas que nunca debemos hacer y esa es una de ellas: desafiar a nuestro padre. 

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Booktrailer del libro:


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LOS HIJOS DE LA ÉLITE® [Bloody#1] ✔️ DISPONIBLE EN FÍSICO. VERSIÓN DE WATTPADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora