Capítulo 13 (*)

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LUCY

Caminaba al lado de Marta entre los cinco idiotas misteriosos.

Yo sonreía mientras sacaba mi dedo medio para apuntárselos a los adolescentes mimados y las chicas de cabello fantasía que tenían sus miradas juzgadoras y envenenadas sobre nosotros mientras llegábamos al auto que nos llevaría a la mansión, que resulto ser nada más y nada menos que una gran limusina que pertenecía a los hermanos Fairchild.

Me pregunté internamente hasta dónde llegarían los lujos excéntricos de estos chicos: ¿Era real o estaba viviendo una fantasía? Parecía una película de adolescentes pero dentro de mí sabía que nada podría ser tan rosa.

Una familia no podía ser del todo feliz.

No podías amar completamente a nadie.

Nunca llegabas a conocer realmente a una persona.

Un matrimonio siempre tenía que tener una dificultad.

En algún momento podrías morir.

El dinero siempre terminaba acabándose.

Caelus abrió la puerta y puso su mirada azulada sobre mí.

— Adelante...

Con una sonrisa me adentré a la limusina, pero no pude evitar la mueca de asombro: nunca antes había estado en un auto así aunque los lujos en mi familia nunca fueron pocos, tampoco teníamos esté tipo de... regalías.

Asientos negros impecables, una mesa con bebidas en el centro, un mini televisor y aire acondicionado. Un auto perfecto para una noche de fiestas e impresionar chicas.

¿Inteligentes estos idiotas, eh?

— Gracias —soltó Marta antes de entrar y ponerse a mi lado.

Sus ojos viajaron tan rápido por el interior y ella sonrió, igual de asombrada que yo. Los cinco idiotas se subieron y cerraron la puerta detrás de ellos. Desde el vidrio polarizado pude ver cómo todos nos miraban, curiosos y me imaginé lo que decían en sus mentes: ¿Qué harán dos simples chicas en un auto como ese con cinco dioses romanos?

Touché, mucho más de lo que ustedes harían sí, pensé.

— ¿De quién es esta limusina?—soltó en voz baja Marta mientras miraba a los hermanos con intensidad.

— Es Mía— dijo un egocéntrico Cristian, levantando su mano— Regalo adelantado de cumpleaños.

— ¿Qué?

— Mañana es mi cumpleaños número Dieciséis— anuncio y yo asentí sin poder creerlo.

— ¿Dieciséis años? ¿Es enserio? ¡Vamos! Pareces de unos dieciocho, Cristian— digo y todos sueltan una carcajada menos Crono, como siempre. Ya empezaba a dudar del sentido del humor de este chico. ¿Por qué siempre estaba serio y distante? Pero no podía poner en duda algunas cosas: él si hablaba.

— Sí, todas me dicen eso—dice Cristian con ego y yo ruedo los ojos, sin despegar la vista del de ojos verdes.

— ¿Qué edad crees que tengo, Marta?— pregunto Caebrán directamente a mi amiga, que dejo de sonreír automáticamente para mirarle con confusión y con esa pregunta empezó un juego de preguntas al azar para todos.

—No lo sé— respondió ella de manera seca, haciendo que yo quedé ligeramente confusa.

Pasado, pasado, pasado, ¿qué hicieron estos idiotas para que la castaña sea así?

—Anda, quiero ver que tan viejo crees que soy— él es insiste y Marta chasqueaba la lengua está vez.

— ¿Diecisiete? ¿Dieciocho? ¿Dieciséis?— suelta pero notó esa chispa de mentira en su voz y Caebrán eleva una ceja hacia ella.

No puedo creérmelo. Loquísimo, ella finge no saber nada de ellos cuando técnicamente aparenta saberlo todo.

—Elije una sola edad, nena—dijo Caebrán y Marta frunce el ceño sin despegar su vista de él.

— Diecisiete— dice mi amiga finalmente y Caebrán sonríe, jugando con su Piercing del labio.

— ¡Bingo!

En silenció desvió mi vista hacia el vidrio polarizado y me dispongo a admirar el paisaje húmedo de bosque y neblina de manera perdida. Escucho algunas risas y preguntas hacia Marta de las cuales no presto atención realmente hasta que escucho mi nombre. Giró mi rostro y elevo mis cejas.

— ¿Qué edad crees que tengo, Lucy?

Unos botones de su camisa blanca sueltos y su cabello desordenado, sus lentes y esos músculos prensados, junto con la sonrisa pícara en sus labios hacen que mis hormonas se alboroten un momento.

— Dieciocho— digo y él se relame los labios.

— Buena jugada — dice y yo sonrió con suficiencia.

—No es tan difícil...— digo encogiéndome de hombros y él eleva una ceja.

— ¿Qué edad tengo? — pregunta Caelus desde su asiento y yo pongo mi mirada sobre él.

Sus ojos azules están desafiantes sobre mí, sus cejas pobladas levantadas ligeramente y sus labios rosados e hinchados haciendo resaltar perfectamente su piel blanca cremosa.

— Dieciséis— digo y asiente con su mirada puesta en mí, pero rompí el contacto visual para observar a Crono.

Esperando una palabra, sintiendo curiosidad por él y su edad.

¿Diecisiete? ¿Dieciocho? No le calculo más ni menos.

Debe estar entre esas dos cifras y yo me muerdo el labio, esperando una palabra de su parte.

Una palabra que nunca llega y logra descontrolar mis nervios. El ambiente se torna algo tenso cuando ellos dejan de hacer preguntas y Marta mira al suelo. Ni siquiera me pregunto quién maneja la limusina porque de pronto me siento con la extraña curiosidad de saber por qué Marta se siente diminuta gracias a ellos y sí le intimidan... ¿por qué sabe tanto de ellos?

LOS HIJOS DE LA ÉLITE® [Bloody#1] ✔️ DISPONIBLE EN FÍSICO. VERSIÓN DE WATTPADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora