Capítulo 30 (*)

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LUCY


La envidia se puede ver en distintas maneras y formas, y justamente la envidia es el gusano que te carcome de adentro hacia fuera, pudriéndote y dejándote en la nada.

Mis labios están pintados de color rojo, algo que no es muy usual mientras mis ojos se concentran en la imagen que me brinda el gigante espejo en las cuatro paredes que ocultan el lugar lleno de lujos al cual llamo habitación desde hace un mes.

Mi chaqueta de cuero, mi top blanco y mis pantalones ceñidos al cuerpo resaltan cada una de las curvas de mi piel pálida. Mis ojos están delineados de negro y la razón por la cual estoy aquí, ya me parece surreal.

Me doy la vuelta ligeramente notando lo ceñido que me queda el pantalón y cómo me realza el culpo que se ve más grande de lo normal. Suelto un suspiro y camino hacia la puerta, hoy es un día de esos que me gusta arreglarme y cuando consigo a Caebrán en la puerta a punto de tocar, sonrió de forma coqueta que le hacen brillar los ojos cafés mientras juega con su piercing.

—¿Para dónde tan bonita? — pregunta con una sonrisa que me hace relamer mis labios. Caebrán coqueto es más peligroso de lo normal y el hecho que desdé que llegué, exactamente hace un mes, él haya sido posiblemente el más gentil y más divertido me da esa extraña sensación de comodidad y frescura.

—Iré a una cita — digo a modo de broma y la sonrisa de su rostro desaparece por arte de magia, en cuestión de segundos. Me comienza a gustar su reacción, así como la extraña forma en la que entre ellos dejen que juegue con todos a la vez y no digan nada. Pestañeo de forma inocente, aunque mis palabras hayan sido para un fin, para una respuesta que he querido buscar desde hace dos días y es que la acabo de conseguir de forma sutil e inmediata.

«¿Te gusto, Caebrán? Porque yo creo que sí»

Sus ojos me observan de arriba abajo y la sonrisa coqueta vuelve como si en su cabeza algo hubiera echo 'clic'.

—¿En serio? — pregunta con esa voz, ese tono ronco con acento que me derrite — Y yo que pensaba invitarte a salir...

—Tengo una cita a la cuál falte por el clima desde hace días — mis ojos se concentran en los suyos y no puedo evitar pensar que se ve atractivo en esa chaqueta de cuero y pantalones negros de motociclista — Debo ir a la casa de Marta — suelto y él hace un puchero adorable que va en contra de todos los estereotipos de chicos rudos que representa por su manera de vestir y tatuajes, aunque en sus ojos se haya puesto una especie de alivió.

—¿Quién te va a llevar?

—Consus — digo y él chasquea la lengua.

—Puedo llevarte yo.

—¿Quieres?

—Sí, y no preguntes tanto que después me arrepiento.

Suelto una carcajada pasándole, por un lado, ignorando lo que acaba de decir.

—Si te arrepiente elegiría a uno de tus hermanos — es mi respuesta. Me encojo de hombros y esta vez es él quien suelta una carcajada siguiéndome.

—¿Entonces soy una de tus opciones?

—Tengo cinco, contándote — le sonrió y él rueda los ojos, sin desmentir lo que acabo de decir.
Bajamos las escaleras y Camille viene acompañada de Caleth que se me quedan mirando y luego a Caebrán.

—¿Van a salir? — pregunta ella, sonriendo viéndose hermosa con un vestido floreado y zapatos deportivos.

En los días que he estado aquí he notado muchas cosas y es que al igual que cada uno de los cinco que tienen su estilo y actitud diferente, las madres son diversas. Así que mientras Sophia es de vestidos elegantes y ropa de marca, Camille es más veraniega, de colores vivos y alegres a Teodora le gusta la ropa formal y siempre llevar el cabello recogido mientras Caleth es de trajes y ropa formal con colores oscuros como el petróleo, el azul y el negro que parece ser su favorito, que le dan ese toque de empresario conservado y atractivo.

LOS HIJOS DE LA ÉLITE® [Bloody#1] ✔️ DISPONIBLE EN FÍSICO. VERSIÓN DE WATTPADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora