Capítulo 34

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"Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores"

François de La Rochefoucauld

***

|Pierre|

Me quito el polvo de la ropa apenas llegar al penthouse, ni siquiera comprendo como mi cabello es el siguiente en botar algunos granitos de tierra después de sacudirlo, me siento agotado solo físico sino que mentalmente, tener que viajar los sábados de ciudad en ciudad para ver los tres proyectos frecuentes hace que quiera quedarme en casa y dormir un buen tiempo hasta satisfacer mi cuerpo.

El problema de ello es que no podré complacerme como quiero ahora mismo, he de recordar que tengo que acompañar a Ian en su despedida de soltero, ya que el día de mañana ya es un hombre casado; realmente sigo sin comprender como mi mejor amigo es el primero de los tres del grupo en dejar su soltería para ahora tomar las riendas del matrimonio en su vida, pero ahora que hago memoria, es la persona más madura y comprometida con una relación amorosa; antes es posible que yo fuera por el mismo camino que Ian pero al final, el destino hizo que cambiará muchas cosas en mi vida y luego las convirtiera en un muro en el cual ninguna mujer cruzaría su límite.

Aunque últimamente he empezado a desequilibrarme en ciertos momentos cuando Alaska está conmigo, ella me hace sentir diferente y pone de cabeza mis planes cuando trataba de mantenerla alejada, ahora, siento que es como si no pudiera vivir sin tenerla a mi lado, me he ido acostumbrado a su presencia que es raro no escuchar cuando está haciendo la cena, o cuando se mantiene en la biblioteca leyendo un libro y eso sin decir de las veces que me he reído al ver como canta y baila cuando hace la limpieza. Sinceramente ella se ha ido acoplando a mi vida y es posible que ya no solo en la mía, sino que de todos los que convivimos a su alrededor, entre ellos, mi madre, mis hermanos y hasta mis empleados de la casa que comparten buenos momentos con ella. No sé qué sucederá después que termine la fecha asignada de nuestro plan; antes quería que ese día llegará de la forma más rápida, ahora solo cuento cada vez más los días para que el tiempo se vuelva lento y me recompensé en tenerla a mi lado.

No sé si estaré haciendo lo correcto en pensar que podré en algún momento cambiar de opinión con el plan, a veces esa línea de división entre el sí y el no llegan a mi mente y combate con mi corazón, por un lado es posible que la quiera a mi lado pero la verdad, es que no sé si seré el hombre correcto para ella, le he hecho daño, la he humillado y he desconfiado en ella. Le robé su virginidad cuando ella solo necesitaba dársela a un hombre que la llegase a amar.

No sé qué castigo estoy recibiendo, no quiero enamorarme cuando estoy decidido en dejarle el paso libre a ella para que encuentre al hombre adecuado en su vida; ese que la cuide, que la ame y la haga sentir la mujer más afortunada del mundo. Si se queda conmigo, yo no le daré eso, solo le ocasionaré más problemas, discusiones e inseguridades. Me odio por no enfrentar mis temores y volver a creer en el amor, gracias a Inés perdí esa virtud y ahora me encuentro con la duda si otra vez aprenderé a amar a una mujer.

Escucho como alguien abre la puerta y la cierra enseguida, el sonido de los zapatos de tacón golpear el piso me hace saber que la mujer que mantiene un desorden en mis pensamientos acaba de llegar; Alaska trae unos documentos en la mano y su rostro muestra agotamiento, se toca el cuello y deja todas las cosas que trae en la mesita de la sala para sentarse en uno de los sofás.

La veo desde el portal del comedor y la admiro con suma delicadeza, el vestido blanco que trae puesto le sienta muy bien ante su piel suave y cremosa, sus labios delgados y con ese pintalabios rosa liberan unos suspiros al quitarse los zapatos de tacón y tirarlos a un lado para hacerse masajes en los tobillos, su sus ojos se cierran y su mirada se vuelve totalmente neutra después de acostarse en el sofá para descansar un momento.

Amores Perdidos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora