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Una de las cosas que más despreciaba era que lo despertaran temprano.

El eunuco Jung había pasado por Donggung media hora antes de las cinco de la mañana e insistió en darle solo diez minutos para levantarse y vestirse con ropajes reales. Taehyung habría sido tolerante en cualquier otra situación, pero no pudo serlo cuando tenía que atender los informes del rey, y mucho menos participar en ellos. 

¿Qué se suponía que debía hacer exactamente?

—Debes mantener la calma —dijo el eunuco, ajustando el gonryongpo del príncipe y alcanzando el cinturón de jade para envolverlo alrededor de su cintura —. Es muy probable que no se dirijan a ti, así que quédate quieto. Pero si alguien decide hablar contigo, debes poner tu mejor cara, ¿entiendes? No digas más de lo necesario

—Entiendo —murmuró Taehyung —. ¿Por qué el énfasis en el Hangawi de este año? Asumí que era solo otra mera celebración.

—¿De verdad has olvidado el cumpleaños de tu padre?

—Se lleva a cabo una semana después del Hangawi.

—Exactamente. El equinoccio de otoño de este año promete ser una celebración real y un festín a gran escala para celebrar no solo el Hangawi, sino también el cumpleaños de su majestad. Los ministros insisten en hacer todo correctamente. 

Taehyung se había visto obligado a pasar el equinoccio de otoño con su familia todos los años. Nunca antes había podido ver al verdadero Hangawi con sus propios ojos. Su amiga cortesana, Sun, solía contarle historias sobre la celebración y Taehyung solo podía escucharla y lamentar el hecho de que no tenía forma de escapar. 

Ese año parecía haber seguido el mismo patrón para él.

—En cualquier caso, ¿podría abstenerse de hablar durante la reunión? 

—No es como si tuviera algo que decir.

—Solo digo esto para advertirte que seas cauteloso. Los historiadores registran todo. Cualquier error que cometas quedará escrito en la historia para siempre —explicó, riendo un poco ante la expresión de hastío que Taehyung portaba en su rostro —. No será tan malo, no creo que el informe dure más de lo esperado.

—¿Cuánto es lo esperado?

—Una hora si tenemos suerte —dijo el eunuco. El príncipe heredero lo miró con desdén —. Mira el lado positivo, todavía habrá tiempo antes de tus clases, puedes pasear por el palacio si quieres, te doy permiso.

Taehyung nunca antes fue convocado a una reunión real. Todas las mañanas, el rey se reunía con el magistrado y los historiadores para comentar los acontecimientos del pueblo y escuchar las propuestas de los ministros. 

Pero bien sabía que algún día tomaría el puesto de su padre. Tendría que sentarse en el trono, escuchar con atención lo que se le decía y tomar las decisiones adecuadas.

Y era espantoso.

—No quiero deambular por el palacio —dijo, luego señaló uno de los libros en su pequeña mesa de madera y sonrió. Hoseok entendió de inmediato lo que quería decir y negó con la cabeza—. Necesito pedir prestados más libros

Hanyang tenía varias librerías. Taehyung estaba al tanto de las que eran frecuentadas por personas de alto rango, pero no tenía ningún deseo de visitarlas. Y, aunque despreciaba que se le impusieran todos aquellos libros que formaban parte de su educación real, estaba cautivado por las historias que se contaban en el pueblo. ¿Cuántas veces se escabulló para ver a los habitantes realizar bailes y contar historias? ¿Cuántas veces se escondió en los callejones de la aldea abandonada solo para escuchar las maravillosas historias que el erudito le contaba a los sangmin?

The Erudite; JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora