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Taehyung no podía más con la incomodidad del momento.

De vez en cuando se recordaba que sólo serían unas cuantas horas dónde tendrían que fingir, horas en las que el silencio iba a reinar en aquella amplia habitación, y luego de aquel mártir nocturno podría asistir a la ceremonia del gwageo. Solo debía resistir.

¿Resistir? El Rey ya estaba demasiado cansado de todo como para resistir un poco más.

Las puertas se abrieron y Taehyung alzó su cabeza con curiosidad, entristeciendose al ver a la cortesana Sun acercarse hacia donde él estaba sentado. Le entristecía, sí, por que una vez que la señorita Lee llegara y el tiempo comenzara a transcurrir todo terminaría más rápido. ¿Por qué no podían apurarse? ¿Qué tanto preparaban las cortesanas de Gyotaejon?

—Ya vienen para acá, deja de verme de esa manera —dijo ella, sentándose a su lado —. Recuerda que gracias a mí no tendrás que hacer nada que no quieras hacer, deberías estar agradecido.

—Ya lo sé.

Sun lo miró consternada —. Se suponía que dirías gracias. En fin, antes de que lleguen debo darte instrucciones.

—¿Por qué me darías instrucciones?

—Para pasar desapercibidos, claro —. Sun se aclaró la garganta y señaló la puerta —. Las cortesanas querrán meter sus narices en este asunto y espiarlos, pero no lo lograrán, al menos no conmigo como la coordinadora de...

—Aún no entiendo cómo conseguiste que reemplazaran a la otra cortesana, ¿tienes contactos por ahí o qué?

—No me agrada la Reina y la forma en que está actuando ahora. Pero yo le agrado, no podía negarse. Tengo que aprovechar mi lugar, ¿no? —contestó entre risas —. Por cierto, ella está bien, demasiado feliz para mi gusto. El Rey abdicado es quien sigue empeorando día tras día, creo que sería buena idea que lo fueras a ver algún día de estos que estés libre.

—¿No mejora?

Sun negó. Taehyung sintió un repentino miedo recorrerle. Luego de aquella charla que tuvieron, después de los acontecimientos de la ceremonia de Rituales, no había encontrado la motivación para verlo. Reconocía que su padre parecía cambiado, y también que parecía hablar con sinceridad, ¿pero por qué para Taehyung era tan difícil concebir esas palabras?

Su padre había estado ausente en todas las etapas que llevaba recorridas. Nunca estuvo para él desde un inicio, nunca hubo alguna palabra de afecto, ni un saludo amigable. Todo se reducía a los asuntos gubernamentales. Cada vez que Taehyung tenía la intención de ir a visitarlo, el Rey no dejaba de hablarle del día en que se presentara como heredero al trono.

No sabía qué pensar ante tal repentina muestra de afecto que estuvo ausente por toda su vida.

—Sé que es difícil para ti —le dijo ella, apretando uno de sus hombros con cariño —, si quieres verlo puedes decírmelo y ordenaré una visita a sus aposentos. Pero si no, entonces nadie te obligará a hacerlo.

El Rey asintió con un poco de pena.

Sun, más que nadie, conocía las preocupaciones que pasaban por la mente del menor, y era la única persona en la que pudo confiar durante su adolescencia, la única que estuvo tras él con todas las intenciones de comprenderlo.

Taehyung siempre quiso ser comprendido por sus padres.

—Las paredes son delgadas, no hablen tan fuerte —comenzó diciendo ella, sacando a Taehyung de su ensimismamiento y notando como este parpadeaba perplejo —. ¿Qué? ¿No has escuchado?

The Erudite; JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora