31

1.6K 252 394
                                    

—Mira, sé que no estás del mejor humor, pero no es para que me ignores de esa manera —dijo la cortesana Sun mientras trataba de alcanzar el paso del príncipe heredero.

Taehyung exhaló una gran bocanada de aire, dando a denotar que no quería mantener una conversación con ella. Había pasado una larga semana desde el Hangawi y sus ánimos estaban por el suelo. Lo que buscaba en esos momentos era ir al jardín y despejar su cabeza por al menos unos minutos.

En primer lugar las clases volvían a ser su martirio diario. Los profesores eran más estrictos y le precisaban de más trabajo. Taehyung se sumergía en los libros de la biblioteca Real todos los días, sintiendo sus ojos cada vez más cansados y sus ganas volverse inexistentes. Los informes transcurrían con lentitud mientras observaba las decenas de miradas burlescas de los magistrados sobre él, la mirada inquisitiva de su padre y los historiadores, que esperaban en silencio a cualquier palabra pronunciada por el príncipe.

El rumbo de las cosas comenzaba a llenarse de más trabas.

—Recuerda que debes estar en tus cinco sentidos para la ceremonia de mañana —le recordó ella, Taehyung de inmediato hizo una mueca —. Lo único bueno de ello es que la presentación de tu ascenso al trono ya ha pasado, y entonces no vas a decir nada. Solo te quedarás sentado en tu lugar esperando que termine para volver a hundirte en tu pozo de miseria.

—¿Y ahora qué ceremonia? —cuestionó Taehyung, mirándola de mala manera —. Además, ¿cual pozo de miseria? Que yo estoy con todas las ganas del mundo.

—De verdad estás mal —. Sun rodó los ojos y le dió un leve golpe en el brazo para que despertara —. Taehyung, no puedo creer que lo estés olvidando. El banquete del cumpleaños de tu padre. No te podrás escabullir ahora por más que quieras. A parte estuviste a cargo de la danza del Cheoyongmu, rehuir la situación no servirá de nada.

—Lo olvidé —murmuró Taehyung, luego soltó un quejido, encogiéndose de hombros —. En mi defensa, estoy concentrándome en el examen que tengo dentro de unos días.

—¿Ahora se te da por ser estudioso?

El príncipe la miró, incrédulo —. Seok Jin me hizo prometer que no causaría problemas a los nuevos eruditos —dijo mientras giraba los ojos con desagrado —. No soy de obedecer, ya lo sabes. Pero esos eruditos son tan leales al palacio de Gyeongbokgung que me es inevitable hacerlo. Cuando me negué a prestar atención durante la primera clase, fueron a decirle a su majestad. Ya te imaginas el regaño que he recibido.

—Pues el erudito Kim tiene razón. Déjalo pasar, ¿sí? Trayendo a colación tu personalidad flemática no hará que le regresen el puesto a Seok Jin por arte de magia.

Fue entonces cuando la plática ahondó en aquella persona cuando se dió cuenta de lo tanto que lo extrañaba. La falta de presencia del mayor tenía gran gravedad en el asunto. Con él, las clases eran más amenas y solía reír hasta el cansancio al verlo enojarse por no concentrarse en los temas que le eran impartidos. Los encuentros en el jardín o en Donggung eran un espacio límpido para sus memorias, pues la calma en que se envolvían ambos no se comparaba con cualquier otra sensación.

De verdad lo extrañaba, y no tenía noticias nuevas sobre él desde el Hangawi.

—Por cierto, ¿no tienes noticias de él? —se atrevió a preguntarle a Sun, notando como apenas dicho aquello la expresión de la cortesana se ensombreció un poco.

—No —sacudió la cabeza de un lado a otro —. El erudito Kim no ha mandado ni una sola carta. Pero no te desanimes tan fácil, ¿sí? Apenas van pocos días de que lo han destituido, incluso me dijiste que tuvo problemas con su familia. Seguro está tratando de acostumbrarse.

The Erudite; JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora