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Ver a Seok Jin a su lado por la mañana, debía admitir, era una de las mejores cosas en el mundo.

Mientras estiraba sus músculos entumecidos y bostezaba, observaba la figura de su pareja dormir plácidamente a un costado de él con una fascinación absoluta. Los recuerdos de aquella noche venían hacia él y era apenas que parecía tomar consciencia de lo que sucedió.

Era oficial que había pedido su mano.

Taehyung dejó soltar una leve risa, casi inaudible, y se pegó más a su pareja, ansiando el hecho de sentir aquella embriagadora calidez. Seok Jin ni siquiera se inmutaba un poco, el chico tenía un sueño demasiado pesado como para darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

—Jinnie —le llamó el Rey, tocando una de sus mejillas haciendo que el aludido alzara una de sus cejas como por instinto y balbuceara palabras inaudibles —. ¿Me abrazas?

—¿Hmm?

—Abrázame, tengo frío —ordenó esta vez, intentando despertarlo de esa forma.

Sin embargo, por más que creyó que Jin solo le pasaría de largo y seguiría durmiendo, era rodeado por los brazos del otro y encapsulado tan cerca suyo. Las manos de Jin reposaban sobre su cintura y acariciaba con movimientos vagos y cortos aquella extensión, sacando suspiros satisfechos del Rey.

—Jin —insistió Taehyung, al ver que el otro cerraba sus ojos para disponerse a dormir de nuevo —. Tenemos que levantarnos temprano, ¿no lo recuerdas?

—No —dijo con dificultad, muy apenas pudiendo pronunciar aquellas palabras por el sueño —. ¿Por qué haríamos eso?

Taehyung rodó los ojos y empezó a llenar la piel descubierta de Jin de húmedos besos. Notando las marcas que ya estaban hechas hacía horas atrás y sonriendo.

Debía admitir que él tampoco quería levantarse. El hecho de dejar de sentir a Jin tan cerca suyo y tener que volver a la normalidad en que debía de actuar como un Rey era algo que no le gustaba ni lo más mínimo. Pero aún así, por más que lo deseara tanto, era claro que dentro de poco comenzarían a interrogar el por qué el Rey no ha hecho presencia en los aposentos del Rey Abdicado luego de planear su visita ahí.

—Tenemos que ir a ver a mi padre —le dijo Tae, en voz baja, volviendo su atención de nuevo hasta los cabellos del castaño y repartía más besos sobre este.

—¿Por qué estás tan empalagoso? —preguntó en voz ronca Seok Jin, mientras se quejaba en voz alta y se recostaba de lado, dándole la espalda a Taehyung, quien ya se encontraba resignado.

—¿Apenas despiertas y ya estás de mal humor? —se mofó, tirando de su brazo con ligereza para que se girara, pero el otro no se movía un centímetro —. Tenemos que alistarnos, anda. Jin, anda. Voy a ponerme de mal humor también y...

—Quiero dormir más —refunfuñó, sin embargo al notar el largo silencio del otro volvió a incorporarse para mirarlo.

Taehyung lo analizaba con ternura, aquella misma mirada que se había puesto en su rostro en el momento en que recibió el anillo. Su pecho desnudo era apenas cubierto por la sábana rojiza, sus ojos no denotaban cansancio, por más que creyó que sería lo contrario, ¿de dónde había sacado tanta energía de repente? Y, sobre todo, el aspecto desaliñado y doméstico que exhalaba era acogedor.

—Tú eras el más perezoso de los dos, ¿por qué de repente te levantas tan temprano?

—Se me ha hecho costumbre —dijo soltando un suspiro profundo —. Tengo que estar despierto para los informes.

—¿Y hoy habrá?

El Rey sacudió su cabeza, luego lo miró con los ojos entrecerrados —. ¿Quieres que me vaya, imbécil? No decías lo mismo ayer cuando estábamos... Solo olvídalo.

The Erudite; JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora