Lucía Quién es ese hombre

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Salía del área del quirófano, había tenido una emergencia con uno de mis niños, porque cada niño que nacía o ingresaba al hospital los sentía como mío, estoy loca, lo sé, los adjuntos o jefes del servicio me viven diciendo que no son míos, que no debo ser apegada a ellos, pero no lo puedo evitar me siento comprometida cuando llegan a mis manos, me enamoro de ellos.   Había sido una guardia muy difícil, no paramos de trabajar desde que recibimos la guardia a las cuatro de la tarde y ya eran las seis de la mañana, no habíamos cenado la noche anterior y mucho menos desayunado, éramos cuatro por cada equipo de guardia, nos habían traído un niño de dos años de edad que se había caído de la litera y recibido un golpe muy fuerte en su cabeza.   El hospital no era el mejor para resolver situaciones de traumatismo, el servicio de traumatología, neurología ayudaron un poco, con ellos siempre hay que discutir.  Somos el único hospital cercano de la parroquia San Pedro ubicado en la ciudad que podían atender a los habitantes de las zonas, hacíamos mucho con lo poco que teníamos La madre ingresó con el niño en brazos, había sangre por toda su cabeza, cuello y parte del tórax(pecho), apenas lo vi supe que tratábamos de un trauma cráneo-encefálico (trauma por golpe en la cabeza), le indique a uno de los internos que interrogara a la madre mientras atendíamos al niño, constatamos una herida abierta en la zona occipital (parte inferior de su cráneo) pequeña pero muy sangrante. Se le cateterizo una vía para administrarle tratamiento, cuando llego el interno nos comunicó que el niño se había caído de una litera y golpeado la cabeza, desde ese momento ha estado inconsciente, así que se le indicó una tomografía de cráneo, no sirve muy bien, solo cuando quiere, pero por lo menos esta vez sirvió. Nos dimos cuenta de que tenía una hemorragia, era leve, pero podría extenderse causar daños permanentes, así que se tuvo que llevar a quirófano para ser operado, todo había salido relativamente bien, pero nos llamaron unas horas después notificando complicaciones con el niño, tuvimos que intervenirlo nuevamente y nos dimos cuenta de que se había desarrollado otra hemorragia que provoco un sagrado severo y ahora estaba en observación.  Eso me hacía sentir frustrada, de mal humor, no me gustaba cuando un niño tenía que luchar por su vida, lo peor era ver las caras de sus padres al darles malas noticias, odiaba eso. Había amanecido y tenía que entregar la guardia al equipo médico que venía, aún no había terminado las notas evolutivas de la noche de los pacientes de la zona crítica, estaba estresada, preocupada, estaba por explotar. Pero ahí estaba mi gran y bello ángel de la guarda, Santiago; salvándome el pellejo una vez más, termino mis notas y las de él, además tenía mi respectivo chocolate caliente para despertarme; algunos toman café, yo tomo chocolate, no sé qué haría sin él, lo adoro. -Mi ángel, gracias no tenías por qué hacerlo, debiste ir a descansar. -Tranquila mi dulce, sabía que estabas ocupada, por cierto; ¿cómo está el niño?.  - Bueno, tiene una hemorragia, logramos reducirla, pero aún no está fuera de peligro y ahora está en observación, los padres estaban destrozados.  - No te pongas mal, es parte de nuestro trabajo, días buenos y otros malos, no te pegues a los niños, te lo hemos dicho.  - No es tan fácil, son tan frágiles e indefensos, siento que si no los cuido no estoy haciendo mi trabajo.  - No puedes salvar a todos. Mejor ve a darte un baño que yo entrego, de todas maneras me quedo en este servicio.  Me guiña un ojo e insisto no sé qué haría sin él. Nos llevamos tan bien que a veces entiendo por qué creen que somos más que eso.  Después de darme un baño y cambiarme, me sentí como nueva, estaba por mi servicio y gracias a Dios no había tanto paciente, lo que significa que podría salir temprano, estaba durmiéndome en cada esquina, es horrible cada post guardia.  - Heidi despierta. - Me dijo Daina - Nos falta poco para terminar la revista, tienes una cara de agotamiento. -La guardia no estuvo nada tranquila, me siento como muñeca de trapo que traen y llevan, siento el cuerpo pesado.  -¿Sabes lo que necesitas? Heidi - ese era su apodo hacia mí, decía que me parecía a la protagonista de caricaturas infantil, así que me quede así.  -Déjame adivinar: ¿un novio?  - Pues sí, cuando pruebes el sexo se te va a quitar todos esos males, agotamiento, hasta el estrés, pero eres tan exigente que ni el espíritu de la navidad me hace el milagro y eso que este año en tu cumpleaños deseamos en colectivo que consiguieras un hombre.  - No soy exigente, solo que estoy clara de cómo quiero que sea, además no todos los hombres aceptan y entienden nuestra carrera, tampoco quiero en este momento una relación, los hombres creen que las mujeres deben estar a su disposición, servirle, darles explicaciones y yo no sirvo para eso que va.  - Vamos, si no tiene ojos azules, verdes, grises, rubios y millonarios, no te sirve.  -Eso no es cierto, primero no tengo culpa, que los hombres de ojos claros me encanten, segundo, no debe ser rubio, solamente que me impresione y me mueva el piso, que me deje sin palabras y por último no tiene que ser millonario, pero si un hombre estable, trabajador y que me ayude no alguien que me estorbe, vago y sin inspiraciones. Y deja de decir esa parte quien te escuche pensara que soy interesada.  - Bueno, siempre dices que tiene que ser millonario.  - No, lo que digo es que no puede ser más pobre que yo, que no esté a la altura, soy una profesional, me he forzado para lograr todo lo poco que tengo, ayudar en casa, lo mínimo que espero es un hombre que esté a la par conmigo no por debajo, ahora que si viene con dinero, carro y todo no me molesta, aun así esa clase de gente son complicadas, no se toman nada en serio, no creen en el amor ni nada de esas boberías y aunque así fuera no por eso voy a hacer una mantenida o dejar mi trabajo para que un hombre me resuelva la vida.  - Si, pero no puedes quedarte sentada viendo el techo a que ese hombre caiga en paracaídas a tus pies o llegue y te diga aquí estoy.  -Ay bueno ya, llegará cuando llegue, cambiando de tema, ¿sabrás quien vino al hospital?  Estaba viendo por la ventana del piso de hospitalización, había dos camionetas iguales y negras al frente del hospital, se bajan unas personas que debían ser importantes porque hasta guarda espalda traían.  - No, ¿por qué?- acercándose a la ventana que yo estaba. - Vaya, pero mira eso, gente relevante viene a visitarnos.  -Seguro es del gobierno, un ministro o algo, porque son los únicos que se dan el lujo de estar así de cuidados.  - O los millonarios para que cuiden sus espaldas.  - Si Daina, pero no creo que un millonario venga a este hospital que se está cayendo a pedazos cuando podría ir a una majestuosa clínica, ¿verdad?.  - En eso tienes toda la razón, bueno sea quien sea, no viene por nosotras, así que vamos a terminar a ver si nos podemos ir temprano.  - Sí, cuando terminemos me acompañas a observación quiero ver cómo sigue el niño de anoche.  Media hora después de pelear con las madres recién paridas que se querían ir sin cumplir el horario pertinente o los laboratorios establecidos, indicarles medidas de cuidados, aquellos que se daban de alta y hacer las últimas notas en las historias, ingresar a los nuevos pacientes, por fin habíamos culminado el trabajo.  - Bueno Lucia, listo, terminamos así que vámonos antes de que uno de los muérganos mayores nos vean y no nos dejen ir.  - ¿No eres tú la que dice que no eres esclava?- me burlo de ella -si quieres te vas adelantando y nos vemos en la residencia mientras yo voy a ver cómo sigue el niño de la hemorragia.  - Tú eres la única mujer que entrega guardia, se está cayendo del sueño y aun así antes de salir corriendo de aquí quiere ir a ver cómo están los demás pacientes.  - Solo voy a averiguar por uno que yo misma atendí ayer, así que deja el estrés.  Me despedí de las enfermeras del piso y fui directamente a la sala de observación de pediatría a ver como seguía mi paciente, Daina se quedó en la residencia para arreglar sus cosas.  -*- Cuando entre al piso era un desastre, había tantas personas que parecía reunión de concejales, había hombres de trajes negros que daban miedo, podría apostar que estaban armados, fue cuando me di cuenta de que de seguro eran los hombres que se bajaban de las camionetas que habíamos visto frente al hospital, de pronto vi al director por una de las ventanas de observación estaba con dos caballeros, se veían que eran personas muy importantes y debía de ser porque el director no ocupa su tiempo con gente cualquiera.  Uno de los hombres era alto de cabello claro casi rubio, elegante, guapo y su rostro me parecía conocido, pero no recordaba en donde lo había visto y el otro caballero que estaba con ellos no se podía visualizar bien de donde estaba, pero si pude notar que era un hombre alto, cabello castaño, caminaba con una seguridad y elegancia impresionante, fue extraño, pero me hizo sentir un escalofrío por todo el cuerpo que no supe explicar, cuando entre a la habitación Santiago estaba sobre el escritorio mirando hacia la multitud que estaba visitando a los niños y su cara no era muy amigable que digamos.   Cuando seguí la vista hacia donde mirada vi como aquel hombre se cerca a la cama de uno de los niños, sé vía tan frágil, conectado a tantos cables, oxígeno, pálido que casi me pongo a llorar ahí mismo delante de esos desconocidos, pero eso no se nos está permitido o por lo menos no delante del personal, paciente y menos de familiares, así que como pude aguante mis lágrimas, al ver aquel hombre como acercaba su cabeza hacia la de mi pequeño le daba un beso en su frente y luego paso una de sus manos sobre su cabeza vendada me dio tanta ternura. No es muy común ver un hombre de esa índole tener ese tipo de gestos, ni el director, ni doctores o enfermeras las tienen, me impresiono, debo admitir, ojalá pudiera ver su rostro, pero está de espalda hacia mí, quería ver la expresión de su rostro saber si solo hacia esos gesto porque tenía público o de verdad le nacía hacerlo; había gestos que no podían fingirse y yo soy buena leyendo expresiones. -Esto es absurdo - le escucho decir a Santiago. - ¿Puedes creerlo?, él nunca viene a esta área, es más ni le importa, de pronto se aparece aquí acompañado de todo ese batallón, aparentar que se preocupa por los pacientes, me provoca, es mandarle un golpe para que sea serio. -Calmante ángel, ya lo conoces, solamente sirve para resaltar ante los demás, mandar, jodernos la vida. ¿Sabes quienes son esos?  - No, nada más sé que son los que vinieron hace una semana cuando el área de quirófano estaba cerrada para arreglar las tuberías, o por lo menos uno de ellos. -señalándome el rubio que se encontraba al lado del director.  -¿Quieres decir que son los del banco?, ¿los que están haciendo las reconstrucciones del hospital por el servicio de pediatría?  - Debe ser, ¿dulce que haces aquí?- dice cambiando el tema tan drásticamente - Yo te hacía en la casa o terminado el pase de visita.  - Termine hace un momento, no había muchos en hospitalización esta vez, ya me iba, pero baje a saber cómo sigue mi pequeño.  - Debí saber que vendrías a preguntar, pues sigue igual, no habido mejoría, pero no ha empeorado, se mantiene así como lo dejaste.  - Hablamos con el Doctor Escalona para tener una segunda opinión por neurología, dice que mañana lo viene a ver, desea hablar contigo porque fuiste quien lo recibió y atendió- me habla trayéndome de mi nube.  -¿Ah?, ¿qué decías?- le respondo -¿En qué piensas niña?, te estoy diciendo que el Dr. Escalona viene a evaluarlo mañana y quiere que estés presente porque conoces el caso, tú lo recibiste.  - Ah, sí está bien, me avisas cuando esté aquí para bajar y hablar con él.  -¿Qué vez tanto?  -¿Vez ese hombre que está con el director?  - Si como no lo voy a ver, si me tienen invadido el espacio. ¿Qué pasa con él?  - Me parece que lo he visto antes, pero no recuerdo en dónde.  - ¿Estás segura?. Recuerda que estás de post guardia y sin dormir, capaz y vez visiones.  - Bobo, claro que estoy segura, yo soy mala con los nombres, pero una cara no la olvido.  En eso entra a la habitación la Dra. Geller, jefa del servicio de quirófano y observación, era peor que Hitler, esa mujer ni su marido la aguante, si es que tiene, se dirigió a donde estaban los caballeros, saludo aquel hombre que ahora estaba de perfil. Era guapo más que guapo o por lo menos de perfil, la verdad no confiaba mucho en mi vista, siempre he presentado problemas visuales desde pequeña, así que capaz el hombre no sea guapo, sino que la post guardia ya me está afectando, pero feo no era porque aquella mujer cambio de actitud, de amargada paso hacer sonriente, coqueta, se sonrojaba e incluso le tocaba los brazos, y que brazos, quería llamar su atención, que descaro.   Él se deja, hombre no te digo yo, igual que todos unos perros; no pueden ver una mujer bonita, porque ahí van buscando la manera de ponerlas en su lista, eso sí, porque había que admitirlo, la bruja era guapa, se ve que es una descarada mira como le sonríe...  Bien, estoy loca, ahora sí; molesta porque un extraño coquetea con el ogro del manantial, no te digo yo, estoy mal.  - Bueno, me voy, no vaya a ser que el ogro me vea y me pegue cuatro gritos por estar aquí, Santiago te esperaría pero...  - Tranquila vete, aún no término y no sé cuándo esos me dejen - sentí una mirada hacia mí y no quise voltear capaz, los diablos ya me habían visto, así que salí lo más rápido que pude, Santiago me dio un beso, pero la curiosidad es grande, me voltee una vez más quería ver al pequeño y esta vez, lo tenía de frente, aquel hombre, era lo más hermoso que he visto, ojos tan bellos, claros y perfectos, tan fuerte y su expresión tan varonil, me atrapó.

Amarte es un arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora