Sandra se había ido con David a la clínica y Daina se quedó conmigo en el servicio, trabajábamos bien juntas. -Eso fue raro, porque Sandra quisiera ir a ese traslado si ella más bien le rehúye, ¿no te parece? - me pregunto Daina, de verdad a veces era astuta, pero otras era tan ingenua. -Pues porque va a ser, la compañía que tenía no era cualquiera. -¿Lo dices por el señor Gabriel?, pero ella tiene novio, aunque con un bombón como ese hasta yo voy a ese traslado. -Que tenga novio no la hace ciega y mucho menos santa y tú lo has dicho ese hombre, al parecer le corta el aire a todas hasta la pequeña, Mili suspira por él. -Pues no, la culpo tiene buen gusto; a ver. ¿Me vas a decir que a ti no te gusta?; porque si es así te juro que ahí si me preocupo, voy a empezar a pensar que te gustan las mujeres. -Ay Daina, deja de decir bobadas, no me gusta, pero no significa que no sepa apreciar los encantos y si es muy guapo, mucho. -Son del tipo de hombre que a ti te gustan. No me mires así que sabes que tengo razón, es ojos claro, trigueño, con esos músculos y espalda que se ven espectaculares, no dudo que debajo de ese traje se esconda un hombre extremadamente dotado. Hasta se me agua la boca de imaginarlo. -Quita esa cara de tonta Daina, pues si debe estar bien dotado sus mujeres deben tener muy buena mano. -O el gimnasio, como sea si tiene o no novias, ¿eso que nos importa?, solo nos lo admiramos, hombres como esos jamás se fijan en mujeres como nosotras. Pero te aseguro que debe ser un toro en la cama. -*- Horas más tarde llega David, al parecer si le hicieron todos los exámenes, los padres ya estaban angustiados, no se les pudo avisar del traslado antes debido a que fue muy apresurado, pero estaban contentos y preocupados obviamente. Sandra se quedó con ellos afuera explicándole me imagino mientras que yo lo establecía en su sitio. - A ver mi campeón, parece que te portaste muy bien -cuando le estaba acariciando su cabeza me di cuenta de que tenía una cura, me extraño porque no la tenía cuando se fue. -Hola, ¿cómo está todo aquí? - entro preguntando Sandra, Daina le respondió y la puso al tanto de todo. -Sandra, David tiene una cura, ¿por qué? ¿Cómo salió en los exámenes, pudo verlo el médico?. -Los exámenes mostraron un sangrado, al parecer no era tan extenso, pero si de importancia cuando el neurólogo lo vio decidió hacerle un drenaje y por eso la cura. -¿Y qué indicaciones dio? -Dijo que había que observarlo, tratar de no moverlo y que con el drenaje que hizo debería evolucionar, así que debemos esperar. -¿Y el señor Gabriel?, pregunto por qué como se fue contigo y estaba tan interesado. -Pues no sé, él después de que nos montamos en la ambulancia para regresar se despidió y no dijo más nada; pero es de un bello, lo juro, si no es porque estoy comprometida, me le echó encima, si lo vieran tan preocupado y pendiente de que le hicieran todo. -Me lo imagino, ese hombre, se ve que tiene su corazón, aunque no lo quiera demostrar. -Estoy cansada, como ya terminaron todo podemos irnos, ¿verdad? - pregunto Sandra como si no supiera que ya todo a esa hora estaba completo, iban a hacer las seis de la tarde. -Si todo está listo, solo esperamos para entregar la guardia. -¿No han entregado?, pero si la guardia se recibe a las cuatro, que irresponsabilidad. -Están recibiendo las otras áreas, vienen bajando, eso fue lo que me dijeron - le conteste como si no supiera que siempre entregamos un poco más tarde a menos que no haya tanto paciente. Ella y Daina arreglaron sus cosas, se retiraron mientras que yo terminaba las notas de David, después de todo Sandra llego muy cansada para hacerlas aunque le correspondieran cuando termine me despedí de mis niños, Carlos ya estaba dormido y Mili peleaba con el sueño. Cuando iba saliendo que entro Erika, Sofía y Ricardo, mis compañeros que estaban de guardia y una con cara de boba que parecía un poema. -¿A ti que te sucede? Tienes una cara de boba impresionante - Me burlé de Erika, no pude evitarlo. -Acabo de ver el hombre más hermoso de mi vida, el padre de mis hijos. Que cosa tan bella mira como me dejo en las nubes. -Bueno, baja de esas nubes y concéntrate, te dejo a cargo de mi trío dinámico, me los cuidas - Entregue a cada paciente. Al salir del servicio me di cuenta de quien hablaba Erika, Gabriel estaba afuera. -Doctora, gusto verla una vez más. -Señor, que sorpresa verlo aquí nuevamente ¿y a estas horas? - miró mi reloj, no esperaba ver a Gabriel aquí. -Bueno traje algo que me imagino que necesitan con urgencia - me entrego una bolsa, cuando la abrí eran varias cajas del antibiótico que necesitaba Carlos, no lo podía creer, no sé cómo me aguanto para no plantarle un beso. -No lo puedo creer, gracias, ¿pero como lo supo?, no recuerdo haberle dicho cuál era el tratamiento. -No me lo dijo, fue su compañera, que por cierto me lleve una sorpresa cuando la vi en la ambulancia y no a usted. -Recuerdo que le dije que a veces iban otros médicos. De verdad, gracias por traer esto y por lo que hizo por Santiago - Fue cuando vi a los padres de David y se los presentes - Por cierto, señores Herrera les presento al señor Gabriel, señor, les presento a los Herrera, son los padres de David. -Mucho gusto para mí es un placer conocerlos y decirles que espero que David se mejore pronto. -Gracias señor Gabriel, la doctora nos dijo que usted pagó por todos los exámenes de mi hijo, no sabe que agradecidos, estamos con usted, no sabemos que decir - hablo el padre de David estaba tan emocionado lleno de esperanza, solo debíamos esperar a que reaccione. Los dejes solo mientras hablaban y yo llevaba los medicamentos de Carlos a Erika, al salir aún estaba ahí esperando alguien. -¿Los señores Herrera? - le pregunté. -Bien, se acaban de ir, pensé que se había desaparecido otra vez como acostumbra hacer. -¿Yo?, no; nada más fui a llevarle el tratamiento de Carlos al médico de guardia, pero ¿usted que hace aquí todavía?. -¿Si le digo que la esperaba a usted me creerías?…-¿a mí?, estoy asombrada. Yo debo estar alucinando. -¿Si le digo que no, que haría?- se echó a reír y me miro. -¿Va de salida?, es muy tarde para irse sola a casa y en un lugar como esté, por lo menos déjeme acompañarla a su auto. -¿Qué tiene un sitio como este? Pasó más tiempo aquí que en mi casa. -No lo dudo, solamente que es muy tarde y no es un sitio muy seguro, sin ofender. -No me ofende, es cierto. Es un hospital aquí entra toda clase de persona, desde inocentes niños hasta las personas más peligrosa que pueda ver, y uno no sabe ni quién es. -¿Me da la razón entonces y me permite escoltarla hasta su auto?.- no tengo carro, me dice mi mente como burlándose de mí. -¿Tendrá la destreza para defenderme si eso pasa?, porque creo que sería al revés con esa vestimenta. -¿Qué tiene mi ropa? Es elegante y de marca. -Exacto - me río - miré gracias por el ofrecimiento, ¿pero qué le parece si cada uno va por su lado?. -Bueno, mi auto está en el estacionamiento, podemos ir los dos y el que llegue primero a su auto se queda, ¿qué le parece? -Está bien, me parece – acepto porque al final llegara él primero. Empezamos a caminar y yo estaba sudando como si el sol me derritiera, ¿por qué me tengo que topar con este hombre cada vez que estoy desarreglada y con el kimono de médico?, que rabia. -¿Cómo ve a David? Mario dijo que solo era de esperar. -¿Mario? - No tenía idea quien era, pero me imagino que era el médico que lo vio. -Mario es el neurólogo que lo vio y le hizo algo en su cabeza - hacía señas en su cabeza como si tratara de hacerme entender de que hablaba. -Drenaje, le hizo un drenaje. -Si, eso mismo. -Queda seguir las indicaciones que él dio y esperar a ver si hay mejoría, gracias por hacer que lo viera un médico allá y por aprovecharme de su generosidad. -Por mí te puedes aprovechar lo que quieras. -¿Cómo dijo?- sé lo que escuche, pero quiero oírlo otra vez, ¿de verdad coqueteaba conmigo?. -Que por mí no hay problema, él me debía un favor y bueno me cobre con una buena causa. -Bueno, igualmente gracias por el detalle. Y la señora Sabrina y el Señor Sebastián, ¿cómo están? -Bien, están bien, haciendo sus deberes, me imagino. -Bueno señor Gabriel, estamos en su auto - Habíamos llegado a la salida, había un auto muy lujoso en la entrada, gritaba su nombre y a eso le sumas un hombre que era el que estaba con él antes. -¿Qué te hace pensar que es mi auto? Puede ser de cualquiera. -Si, pero no es de cualquiera es suyo, estoy segura. Y un trato es un trato, llego usted primero. -No te voy a convencer de que me deje acompañarla hasta su auto, ¿verdad?. -Usted llegó primero. Que pase buenas noches, Señor Gabriel y nuevamente gracias no sabe lo que hizo por esos niños. -La niña es muy ocurrente, parece una muñequita. -Si lo es, quizá la demos de alta en unos días, todo depende de lo que diga la bruja. - Ay dios yo y mi bocotá. -¿Bruja?. -¿Cómo me llamo? - sé que lo estaba preguntando, pero me hice la tonta. -No, no te llame, tú dijiste la bruja. -Yo no he dicho nada, tú me llamaste bruja. -Sería incapaz - se ríe y me mira nervioso, ¿en serio lo tengo nervioso?, mi cabeza empieza a imaginarse historias - tengo una idea, si seguimos discutiendo este percance en una cena. Me invito a cenar, no lo creo o Dios; pero la bruja y la descerebrada, es un mujeriego. -No lo creo, ya es tarde y debo llegar a casa. -Bueno, te prometo llevarte a casa sana y salva - se acaba de morder el labio Dios, yo quiero morder ese labio, ¡concéntrate Lucia!. -Las promesas son algo serio señor Gabriel, no se hacen a la ligera. -No me trates de usted, cuando me tuteas suena más bonito. -Dígame algo, ¿siempre usa el mismo truco con todas, la caminata, lo galante, la cena y después lo que venga? -No, la verdad nunca hago la caminata y mucho menos la cena, pero contigo puedo hacer una excepción. -¿Acabas de admitir que es un nuevo truco lo que está haciendo?. -Le voy a hacer sincero porque acostumbro hacerlo Lucia, lo que me gusta lo tomo, aunque a veces me cueste un poco, pero lo hago y tú me gustas. Ahí está el soberbio, arrogante, con aire de superioridad, se estaba demorando en salir y mujeriego para variar, espera acaba de decir que le gusto. Vamos concéntrate. -Le voy a hacer sincera porque es lo que acostumbro Gabriel, lo que no me gusta, lo evito todo lo que pueda y tú... no me gustas. Así que como ve, tenemos una diferencia de gusto, que termine de pasar una linda noche. Adiós. -Espera, ¿es en serio? - ¿Y este quien se cree? - A ver, ¿sabes cuantas mujeres, incluyendo a tus compañeras, quisieran estar en tu lugar ahorita?, no te hagas de rogar, te dije que te iba a llevar a cenar y luego a casa. -Si ya lo oí, pero como qué usted a mí no, se lo voy a decir de esta forma; puede llamar a cualquiera, incluso a mis compañeras, a que comparta unas horas con usted porque yo no estoy interesada y si cree que una cena, un viaje en su lujoso carro me van a convencer entonces de verdad se ha topado con mujeres muy superficiales, vacías e interesadas lo cual es muy triste. Le di una palmada en el brazo y me volteé antes de que el coraje, la rabia y la decepción me delataran. -¡Mentirosa! - ¿Este que dijo ahora?, me va a escuchar, respira Lucia y ponlo en su sitio de manera educada y elegante. -Repita lo que dijo. -Ya me escuchaste, mentirosa, sé cuándo le gusto a una mujer y yo a ti te gusto - Este soberbio, arrogante. Bien, voy a pegarle donde a todo hombre le duele su ego. -Que yo sepa apreciar a un hombre guapo y es evidente que usted lo es, que tenga un don para levantar los suspiros de la mayoría de las mujeres, a la cual yo no soy una de ellas; no significa que quiera meterme a la cama con usted. Además, usted no tiene lo que yo quiero para complacerme, no es mi tipo y espero que ahora lo haya entendido. Miro mi reloj y le digo:- ya he perdido mucho tiempo con usted. Adiós señor. Con las mismas seguí mi camino y lo, deje plantado ahí, ese hombre necesita escuchar más la palabra, no, se ve que toda mujer que quiere solo le guiña un ojo y la tonta o tontas caen redondita a sus pies, aunque si son como la que vi en el club no me extraña, pero conmigo se equivocó el muy estúpido, espero que ahora sepa que no todas son iguales. Cuando llegue a casa me puse hacer la cena, luego estudiar, estuve hablando con mi mamá sobre muchas cosas en las que Gabriel obvio no fue una de ellas. Nada más esperó que por lo que le dije mis niños no salga perjudicados. El día siguiente, después de dejar todo listo para cuando llegue el ogro y de desayunar, empecé hablarle a David. Según Erika realizo movimientos espontáneos, así que quise estimularlo, pero aún no conseguía nada, Carlos ya estaba recibiendo las segunda dosis de sus antibióticos y empezaba a sentirse mejor no lo suficiente, pero es cuestión de tiempo y Mili no dejaba de repetir cuando llegaba el "príncipe" a verla. Al llegar la tarde casi todo estaba listo, era uno de esos días que me iba a ir temprano gracias a dios, después de unas vueltas y exámenes que retire de laboratorios cuando subo a mi servicio, ¿cuál es la sorpresa que me consigo en el cuarto de mis niños?, nada más y nada menos que el don Juan con cara de diablo interactuando con ellos y yo pensando que después de lo de anoche no lo iba a ver nunca. -Buenas tardes, doctora, siempre es un placer verla -Buenas tardes, ¿cómo que se le hizo costumbre entrar aquí sin permiso?. -¿Quién dice que no lo tengo?- se fue acercando a mí y mi corazón se empezó acelerar como si un caballo se fuera desbocar. -Mira Doctora, el príncipe me trajo una muñeca, dijo que iba a venir a verme y lo cumplió. - mi pequeña Mili también cayó en sus encantos, la adoro. -Ya veo, ten cuidado, no vaya a tener espinas. -No tranquila, me encargué de revisarla bien antes de traerla - vio a Mili y le dijo - sabes princesita, creo que la doctora se puso celosa porque no le traje una a ella, pero si traje besos, si quieres le damos uno¿tú qué dices? - esté engreído está utilizando a una pequeña no tiene vergüenza. -No, gracias, Mili no debes estar aceptando besos de extraños, uno se puede enfermar por eso. -Bueno, aún no visto a la primera que se enferme por mis besos - me respondió Gabriel. -Que usted sepa, pero no le extrañe que un día salga una por ahí. -No lo creo, sé muy bien donde meto mis cosas, todas mis cosas - haciendo énfasis en la palabra todas, entendí el doble significado de esas palabras. -Eso lo dudo, estoy segura de que con tener donde meter sus cosas se da por bien servido. -¿Saben que pelean como mis padres?- de pronto escuchamos a Carlos hablar - Mi abuelo dicen que es porque se gustan y se quieren mucho. -¡Si!, ustedes se quieren, ¡el príncipe y la princesa! - Mili gritaba como loca diciendo esas cosas. -Mili, no grites y los dos dejen de decir bobadas, ¿cuándo han visto que las princesas tengan mal gusto escogiendo a sus príncipes?. -Exacto a ver cuándo han visto que un príncipe se quede con la bruja del cuento - Este estúpido. -¿Bueno, se puede saber qué hace aquí?.- le digo. -Vine a ver como seguía mi princesa y campeones, ¿tiene algo de malo? -No para nada, ya los vio, ahora se va. Oiga, ¿Qué parte de que no puede entrar aquí sin permiso, no comprendió?. -¿Qué parte de que yo siempre consigo lo que quiero tú no entendiste?. -No todo. -Es verdad, no todo puede ser tan fácil, ¿no?, mi padre siempre dice que lo difícil vale la pena y esta vez creo que vale mucho la pena - esa parte prácticamente me la susurro tan cerca que podía sentir su aliento en mi rostro. -Buenas tardes. ¿Mi dulce estás lista? - era Santiago, habíamos quedado en que pasaba por mí para irnos - señor Ziegermman, que placer tenerlo por aquí. -Buenas tardes, doctor. Si vine atender unos asuntos- esto último lo dijo mirando directamente hacia mí. -Pues si podemos ayudarlo será un gusto. -Gracias, pero la doctora ya lo estaba haciendo. -¿Lo hacía?, mira hoy como que hago cosas a la cual soy la última en enterarme. -¿Como así Lucia? -Nada Santiago, estoy casi lista para irnos. Voy a recoger mis cosas - Si las miradas matara Santiago, estaría calcinado con la mirada que acababa de darle Gabriel, pero a veces están ingenuo para darse cuenta. Cuando me acerque a la mesa Santiago se estaba despidiendo de Mili, él adoraba a los niños y tanto Carlos como Mili se llevaban bien con él. -Ya entiendo, aunque no tiene sentido, dijiste que no tenías mal gusto y lamento decepcionarte, pero te equivocas - Gabriel me susurro al oído para que Santiago no nos escuchara, ahora entiendo esa mirada, él creía que estábamos juntos. -No se trata de gusto, tal vez él tiene lo que quiero, ¿no cree? - le pegue en su orgullo, lo sé, pero que piense que salgo con Santiago tampoco me agrada - no sé si la doctora que le permitió entrar le dijo, pero para que sepa David al parecer ya está respondiendo aún no despierta, pero va dando señales. Creí que quería saberlo. -Sí, eso es una extraordinaria noticia, me alegra. -Carlos también está mejorando y a Mili tal vez el viernes la demos de alta. La verdad les quiero dar de alta antes de irme. -¿Irte, a dónde?, cambian de servicio tan rápido? -No, me voy de vacaciones, me las merezco. -¿Cuándo regresa?. -No le pienso decir y no insista. -¿Su novio la va a acompañar?.- Señalando alejo. -¿Quién dijo que era mi novio? - de repente me miró y le guiñe un ojo - Estoy lista, Santiago, bueno mis pequeños terremotos me voy y traten bien al señor y se portan bien. -Hasta luego, señor Zimmerman- Santiago le da la mano a Gabriel y este parece que le fuera arrancar los ojos. -Adiós Gabo. -No... -Shuuu, cuídame a mis niños.
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Amarte es un arte
RomanceÉl era empresario, arquitecto, proveniente de la familia más importante del gremio bancario, un mujeriego, millonario, guapo, acostumbrado a que todas las mujeres estén a sus pies a tener todas las que le guste, mister...