Capítulo 44.

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[Nada es lo que parece]

—Emilio, ¿Estás bien? —Joaquín se quedó callado al ver como su compañero, seguía repitiendo un “Yo... Yo...” —. Ya te dije que no te fuerces a hablar.

—¿Q-qué? —el más grande se dió cuenta de su corta visión, ¿Por qué besar a Joaquín? ¿Por qué lo haría?

—Te fuiste, empezaste a decir yo, yo, y luego te quedaste viendo al techo con la boca abierta. ¿En dónde estabas?

—En... En ninguna parte, disculpa —Emilio sacudió su cabeza alborotando su acomodado cabello y decidió continuar con su parlamento —. Yo te quiero, no puedo aceptar que te quieras ir, sabes que tendremos teatro próximamente y... No podemos estar así, o mejor dicho, yo no puedo estar así. Eres muy importante para mí, te lo pido, podría ponerme de rodillas pero ya estoy en el piso, por favor Joaco, jamás fue mi intención ser tan... insensible, no supe hablar.

—Yo te pido por favor que me sueltes; si quieres hacer algo por mí, solo quítate de encima.

—Sé que te lastimé, sé que estás mal, tú no puedes engañarme comportándote así, porque ambos somos actores y sabemos diferenciar estas cosas. Tú no eres así, sé que estás usando el enojo como escudo ante tu tristeza, por favor, déjame sanarte.

Joaquín apretó los ojos, y su corazón se arrugó, ya que lo que decía Emilio, no eran mentiras. Él jamás hablaría de esa forma, tan indiferente, tan serio y despiadado. Se dió cuenta de que el chico que lo sostenía fuertemente, lo conocía, lo conocía en serio, pero no sería suficiente para apagar las llamas del dolor, sin embargo, los sentimientos de un alma pura como la de Joaquín, eran más intensos que el calor de nuestra estrella de luz, no pudo con el vigor de su corazón, así que cerró sus labios a la fuerza, mordiéndose un poco, y de tener los brazos sueltos en el piso, los elevó rápidamente a la espalda de Emilio, para apretarla, y clavarse en el hombro de dicho sujeto, donde mojaría todo su arcén de lágrimas saladas.

Emilio levantó su mano derecha y la colocó en la cabeza de Joaquín, para prensarla contra él.

—Haré hasta lo imposible para que estés mejor, haré todo lo que salga de mí para que puedas perdonar mi analgesidad ante ti... Te lo prometo, y yo no, no romperé mis promesas contigo, por eso mismo estoy aquí —Emilio comenzó a llorar a la par.

—No puedo quedarme... —Joaquín sentía como se quemaba por dentro, al tener que alejarse de alguien que aún amaba.

—Por favor, solo déjame reparar el daño déjame...

—No, no hay cosa que puedas hacer para reparar éste tipo de daño...

—Joaquín...

—Súeltame.

—Joaquín...

—Te dije que me sueltes —bajó los brazos de la espalda de Emilio, a pesar de que no quería hacerlo.

—Joaquín Bondoni...

El pequeño solo podía pensar: “No digas mi nombre, no digas mi nombre con tu hermosa voz, no intentes detenerme así, no continúes...”

—Quítate —pidió una vez más el de tez más clara.

—Joaquín por favor...

Joaquín le quitó los brazos de un solo empujón, y se levantó rápidamente, dándose la vuelta y empezando a caminar.

Aunque rápidamente se escuchó a Emilio levantarse e ir detrás de él.

—¡Joaquín! —le tomó la mano y le frenó en medio del pasillo.

"Cry Baby"//Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora