Capítulo 55.

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[El infiltrado de sueños].

—¡Háganse a un lado, mi hijo no respira! —Elizabeth hacia sonar el claxon cada cinco segundos, y gritaba desesperada.

—¿¡Dónde está el bendito hospital?! —gritó Renata.

—¡A la derecha Elizabeth, a la derecha! —Emilio hablaba desesperado.

La camioneta parecía salida de una película de Rápido y Furioso, iban a gran velocidad, todos intentando mantenerse cuerdos.

—¿Es eso que veo allá no? —Elizabeth señaló una entrada que iba hacia arriba, se podían ver una o dos ambulancias.

—¡Sí! —Renata y Emilio dijeron al mismo tiempo.

La madre de Joaquín pisó el acelerador, llegando en menos de un minuto.

—¿Vendrán los camilleros? —preguntó Renata apenas estacionándose.

—No me interesa esperar a camilleros —Emilio abrió la puerta, la empujó, y aún con Joaquín en brazos se bajó con inquietud.

—Señora no se puede estacionar aquí, es entrada y salida para ambulancias —un oficial detuvo a Elizabeth.

—¡Ve con él Renata, voy a dejar la camioneta a la esquina, pero ve con tu hermano! —Elizabeth subió de nuevo y arrancó.

Emilio ya iba costa arriba en las escaleras, al llegar a la entrada, sintió un pequeño alivio de estar ahí.

—¡No respira, por favor, alguien! — Emilio estaba llorando, con la cara roja, muy cansado por correr un montón de escaleras sin parar.

Un montón de enfermeros salieron corriendo con una camilla, y colocaron a Joaquín en ella, lo metieron rápidamente al área de urgencias, dejando a Emilio fuera del lugar.

—¿Se va a poner bien? —Emilio le preguntó a una de las enfermeras.

—No lo sé joven, no sabemos aún nada, por favor sea paciente —y cerraron la puerta.

—No puede ser que en serio lo hayas reconocido, han pasado años Elizabeth —se escuchaba a través del teléfono una voz masculina

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—No puede ser que en serio lo hayas reconocido, han pasado años Elizabeth —se escuchaba a través del teléfono una voz masculina.

—¡Te digo que era él! ¿No pudiste pensar en otro lugar? Te dije que no deberías haberte quedado en la CDMX —Elizabeth estaba impaciente.

—Bien, tranquila, pero no hay riesgo alguno, no hay nada que lo identifique, más que tu, aún me pregunto cómo es que si quiera supiste que era él.

—Por sus ojos, son muy peculiares y esos rizos...

—Solo no le prestes atención, ¿Bien? Él es mí hijo, no tuyo, no tienes que encargarte de él.

—¿Cómo puedes pedirme algo así? Yo lo sé, pero también sabes que...

—Mamá —el pequeño Joaquín, de unos doce años, entró en la habitación.

"Cry Baby"//Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora