Capítulo 61.

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[No puedo creer que exista un sentimiento tan fuerte, mí ángel tan sublime].

—Un momento, guardaste las cosas de bebé, pero, nosotros no compramos tanto, como diría el fandom, Juan Emiliano, ¿A caso ya lo tenías planeado?

—Puede ser que sí —Emilio se estaba poniendo una pijama —. Sé que hace calor, así que te compré un mameluco que que es como una pantiblusa, de manga corta, la tela es fresca.

—¡Emilio!, ¿Lo compraste a medida? ¿De verdad tenías bien estructurado ésto, cierto?

—No voy a afirmar ni a denegar nada, solo diré, es el destino.

—Ay por favor Emilio somos dos, ni al caso.

—Me encanta cuando empiezas a hablar así, Joaquín de las Flores.

—Por favor dime que al menos podré ir al baño, no pienso hacer en un pañal, eso sí sería denigrante.

—Los bebés no van al baño solos; pero sé lo incómodo que puede sonar, así que sí podrás ir al baño tu solo, pero deberás avisarme que quieres ir para que te suelte; le puse un decorado al baño de Toy Story.

—No sé si reírme, asustarme, o alegrarme.

—Bueno, a partir de aquí ya no puedes hablar, ni caminar por tu cuenta ¿Bien?

—Espera un momento —Joaquín corrió al baño, se encerró, se vió al espejo, y no pudo ocultar la emoción de que Emilio iba a tratarle como a un bebé, era raro, sí, pero por favor, hay cosas muchísimo más extrañas en el mundo ¿No?, Se limpió los dientes con algo de pasta en los dedos y enjuagó, se arregló el cabello, verificó que trajera los bóxers adecuados y no los de Disney, traía unos color negro, eso era nuevo, tal vez debería empezar a comprar más del estilo neutro.

—¿Estás preparándote para un concierto o algo así? —Emilio le tocó la puerta.

Joaquín empezó a cantar para disimular sus movimientos de loco arreglando cada cabello o arruga en su ropa.

—Si no me cantas nuestra canción entonces no juego.

Joaquín abrió la puerta, sonriendo.

—No puedo, soy un bebé —Joaquín se dejó caer a la cama y silenció su voz por completo.

—Muy bien, voy a cambiarte, así que no te pongas necio —Emilio reía, le quitó la ropa a Joaquín, delicadamente, hasta dejarlo en interiores, mientras éste se tapaba con la cobija, sonrojado, el mayor le colocó el mameluco —. Oye te quedó a la perfección, que bonito te sienta el amarillo —efectivamente, el mameluco era amarillo, y tenía las orillas blancas, Joaquín se veía más que tierno con el puesto.

—¡Mimi! —dijo Joaco con una voz aguda.

—¿Mimi? ¿La de Mickey Mouse?

—Esa es Minnie, baboso —regresó su voz normal, graciosa.

—¡Ey, tu no puedes hablar!

—Digo, ¡Gugugaga!

—Supongo que dijiste mimir, o sea dormir, te prepararo un biberón, y te arrullo ¿Si?

Joaquín asintió.

Emilio acomodó a Joaquín en medio de un cuadrado de almohadas, le puso una cobija, encendió el aire acondicionado y bajó rápidamente a hacer tres biberones, regresó y colocó dos en su refrigerador pequeño, luego apagó las luces, dejó el televisor encendido, más una luz de noche al lado de la cama.

Se recostó, quitando una almohada de la fortaleza anti-caidas, se colocó una almohada grande en la espalda, cargó a Joaquín para ponerlo sobre su pecho, dejó que la cabeza del pequeño se situara en su bicep, mientras le alimentaba con el tibio biberón. Emilio le había colocado guantes sin dedos a Joaquín, no podía agarrar nada y tenía un babero color celeste.

"Cry Baby"//Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora