Capítulo 56.

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[El tiempo avanza muy rápido, y el dolor con él].

—¡Auxilio! —se escuchó un grito, que hizo a Joaquín despertar —. ¡Auxilio, Joaquín, ayúdame! —el menor se talló los ojos y reaccionó, era la voz de Emilio.

Joaquín se paró rápidamente, al hacerlo sintió algo de mareos y sus piernas no respondieron así que se cayó —¡Ya voy Emilio! ¡Ya voy! —se levantó, se agarró de la manija de la puerta y agarró fuerza, bajó las escaleras a toda prisa —. ¿¡Qué pasa, estás bien?!

—¡Sorpresa! —se escuchó un estruendo de cañones de confeti.

—¿Qué? —Joaquín estaba confundido, y había corrido tan rápido, que su cabeza comenzó a dar vueltas, y empezó a tambalearse.

—No no no —Emilio se acercó a él y lo sostuvo —. No te caigas otra vez, tal vez hacerte bajar las escaleras no fue la mejor idea, pero bueno, queríamos sorprenderte.

Nikolás sostenía un pastel, Diego traía globos y un peluche, Andy cargaba una bocina con canciones de Ariana Grande, Elizabeth sostenía más globos, y Renata un cartel que decía “Bienvenido a Casa”.

—Dice bienvenido a casa, pero, si solo me fui unas horas —Joaquín río.

—No había uno que dijera “Que bueno que regresaste del hospital pronto”, menso —habló Renata.

—Renata —la regañó Elizabeth.

—¿Desayunamos? Trajimos panquesitos en forma de Mickeys —Diego puso los globos atados a un perchero, y dejó un peluche de Simba en el sillón.

Nikolás puso el pastel en medio de la mesa, y todos se sentaron a comer con el volumen de la bocina bajo.

Después de desayunar, Emilio y Nikolás ayudaron a Joaquín a subir las escaleras, Diego y Andy los seguían por detrás, luego todos entraron al cuarto de Joaquín, y se sentaron en la cama.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Andy.

—Solo me siento cansado, el efecto del sedante al parecer Google dice que puede durar de treinta y seis horas hasta doscientas, o sea de dos días a nueve días, era Diazepam, por eso pude buscarlo, creo haber escuchado a la enfermera decir Diazepam, me caí antes de poder llegar a la puerta, por eso tardé, pero la adrenalina me permitió bajar rápidamente, porque pensé que Emilio estaba en peligro.

—Así que te puedes estar cayendo por nueve días —habló Diego.

—No lo sé, puede.

—Tal vez debamos sacar la silla en la que te pusimos cuando lo de la pierna —sugirió Niko.

—Es verdad, ¿Dónde está? —preguntó Emilio.

—En el cuarto debajo de las escaleras, en la lavandería pues —aclaró Joaquín.

—Voy por ella —Andy salió de la habitación.

—¡Espera! Esa silla es muy pesada, yo te ayudo —dijo Niko, antes de que Andy bajara, y fue con ella.

—Yo quiero hacer chis —Diego rió vergonzosamente, y corrió al baño.

—Debería ir a ayudarles con la silla —pensó Emilio en voz alta.

—No, creo que ellos pueden. ¿Quién planeó la sorpresa? ¿Fuiste tu cierto? Les llamaste, ¿Les dijiste que...?

—No, no les dije lo de la anemia, solo que te habías sentido muy mal, y te habías desmayado, solo eso, no te preocupes, igual, no es algo que tengas que ocultar.

—Emilio, no quiero que me vean con lástima, o que vengan conmigo porque creen que me puedo romper o desvanecer en cualquier segundo. Soy fuerte, solo fue una decaída, quiero que ésto se quede entre nosotros.

"Cry Baby"//Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora