Capítulo 4 | La Fiesta

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El camino en Uber hasta mí casa se me hizo eterno, mí mente pensaba tantas cosas por segundo que me pareció que el viaje duro una eternidad.

Ya en casa, Mafe me esperaba para cenar, comimos y mientras me contaba su día me concentre en ponerle atención para ver si sacaba un rato de mí cabeza todos estos confusos pensamientos.

- Y así de caótico estuvo mí día - dijo poniendo ambas manos en la mesa mirando su plato vacío - que tal el tuyo mí amor?

Respiré profundamente antes de contestarle, la miré a los ojos y la voz me empezó a temblar - No sé como estuvo mí día Ma - apenas dije con voz cortada.

Apoye los codos en la mesa y con ambas manos sostuve mí cabeza mientras me hundía en dudas, sentía como los ojos se me llenaban de lágrimas y me enojaba no entender porque me sentía así.

- Dani, que paso? - preguntó preocupada al ver que respiraba fuerte para no llorar.

No podía responder, estaba concentrada en respirar profundo mientras aguantaba las lagrimas en mis ojos.

- ¿Estas así por Poché? - Sentí su mano tocar mi brazo.

Mantuve silencio y conté hasta diez con los ojos cerrados mientras regulaba mi respiración, al fin pude controlar las lagrimas y levante la vista.

- Si Ma', Poché apareció ayer en mi vida nuevamente, ha sido muy extraño y llego a sacudirlo todo - la miré fijamente con un poco de vergüenza.

Nunca hablaba de mis asuntos amorosos con mamá, de hecho Mafe no sabía de la existencia de Mario.

- Mi niiiiña - dijo en un tono tan suave que me sentí débil, se paro de su silla y avanzo hasta mí para poder abrazarme.

Mafe sabía lo que había pasado en mí adolescencia con Poché y lo mal que estuve cuando deje de saber de ella, así como desapareció de mí vida, también desapareció de nuestras conversaciones, Ma' solo pregunto un par de meses después si había sabido algo de Poché pero al notar que mis respuestas siempre eran negativas, simplemente dejó de preguntar.

En cuanto me rodeo con sus brazos, me quebré. No entendía cómo podía tener tantas lágrimas y tanto dolor en el pecho, sollozaba y se me iba el aire, trataba de respirar profundo para mantenerme firme pero era imposible, cada vez me derrumbaba más y más en los brazos de mamá que consolaba a su hija en su primera gran pena de amor.

Los minutos pasaron y las lagrimas al fin cesaron, Mafe no se movió ni un segundo de mí lado y me contuvo en sus brazos todo el rato. Sin decirnos nada, nos dimos un último abrazo cuando yo ya estaba mas calmada y me envió a dormir mientras ella retiraba los restos de la cena y limpiaba la cocina.

Obedecí y me fui directo a mi cuarto, me tiré boca abajo sobre la cama muy agotada y me dormí.

Nuevamente desperté tapada con una manta y con la misma ropa del día anterior, la voz de Mafe diciendo que era hora de levantarse me había hecho reaccionar.

No podía dejar que esto me siguiera pasando, yo cuidaba mucho mis horas de sueño y la comodidad al dormir, sin embargo, con tantas cosas en la cabeza estaba cayendo derrotada por las noches sin descansar bien y ya me estaba pasando la cuenta.

Me levanté de la cama sintiendo un leve dolor de espalda y el cuello un poco tenso, me senté en la cama tratando de estirarme y aliviar un poco el mal estar, estaba respirando profundo cuando mamá toco la puerta y entró a verme.

Después de una breve conversación me dijo que ella siempre iba a querer lo que a mí me hiciera feliz, que tuviera la confianza de decirle las cosas y buscar apoyo en ella, me deseo un buen día, nos abrazamos y se fue.

Ven, seremos | Caché [Pausada🥲]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora