Capítulo 17

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Mientras volvíamos a la fraternidad la única cosa que perturbó al silencio que había en el auto era la música de la radio. Y nunca supe con tanta seguridad que contener los deseos del alma podía ser tan doloroso. Querer acompañar a la melodía y no poder hacerlo fue una tortura.

Me encantaría tener la seguridad suficiente como para demostrar mi arte, para enseñarle al mundo esto que tanto amo, pero se ha hecho algo demasiado difícil con el paso de los años. Aún recuerdo cada una de las críticas que las personas me hicieron. Cada crítica se quedó guardada en mi cerebro como si de fuego se tratara y es una carga con la hay que cargar. Al igual que las cicatrices físicas, las psicológicas no desaparecen. Aprendes a vivir con el hecho de que está ahí e intentas esconderla del resto del mundo.

Cuando llegamos los chicos estaban preparados para que todos nos sentáramos a jugar un estúpido juego de mesa que ellos consideran divertido. El Monopoly se trata básicamente de tirar el dado y avanzar la cantidad de espacios que este indica para decidir si vas a comprar o no la propiedad en la que caíste porque al parecer a todos se les entrega dinero al empezar y es como si nacieras rico.

Al principio del juego hubo un pequeño problema porque algunos decían que la ronda iba en el sentido del reloj y otros decían que era anti-horario. La verdad, me parecía que era lo mismo el lado para que fuera, pero no dije nada al respecto. Al final se decidieron por hacerlo hacía la derecha.

Dejando que el orden fuera: Kyle, Stephan, Augustus, Alex, Adam, yo y Jordan. Kyle estaba en la punta de la mesa, Augustus en frente mío y Jordan con Adam a mis costados.

—No es justo— se queja Augustus que parece no tener mucha suerte en esto y se está quedando sin dinero por tener que pagar la renta a los otros jugadores por caer en sus propiedades. Fue muy gracioso cuando cayó en el espacio de la fortuna pero la carta que le dieron decía que de hecho debía pagar al resto de los jugadores.

—No seas marica, eres un asco jugando a esto— le reprocha Stephan que creo le está yendo bien.

La verdad es muy poco lógico el juego y da miedo lo mucho que se parece a la economía del mundo real. Todo es por suerte, pero si no aprovechas las oportunidades que el juego te da, no sirve de absolutamente nada ninguno de los billetes que tengas. Si no compras propiedades cuando la cosa empieza es muy probable que te quedes sin ningún ingreso porque el resto compra lo que tú dejas atrás. Para la mala suerte de Augustus, o probablemente sus malas decisiones, no tiene casi ninguna propiedad y eso hace que pierda demasiado dinero que no está reponiendo.

—No es mi culpa que hayan comprado todas las propiedades buenas— dice Augustus con un puchero. Parece un niño.

—De hecho, sí lo es— le respondo sin pensar las palabras antes de que salgan de mi boca y me arrepiento al instante en que todos dirigen sus ojos hacia mí. No sé si esperan que me explique o solo les sorprende que haya dicho algo ya que me estuve en silencio casi toda la partida, guardando todos mis comentarios y respondiendo solo las cosas que tenían que ver conmigo y mis propiedades—. Si hubieras comprado alguno de los lugares en los que caíste en las primeras rondas, te estaría yendo mucho mejor. Solo que fuiste medio estúpido.

La mayoría de los chicos se ríen. Augustus, por otro lado, se queda con cara de ofendido, exagerando su reacción y demostrando que de hecho es amante del drama. Debería dedicarse al teatro.

—Perdona, cerebrito. No todos somos tan inteligentes como vos— supongo que aquello debería ofenderme, pero realmente no me molesta porque acaba de alagarme, solo que no se ha dado cuenta. No estoy acostumbrada a que la gente me llame inteligente porque aunque lo sea, suelo no demostrarlo. Me adelantaron un año en la escuela debido a que soy inteligente, es un hecho. Sin embargo no suelo contárselo a la gente. Además de que no soy muy buena en matemáticas y eso hace que la gente crea que soy tarada. Que no me gusten los números no quita que soy buena en el resto de las cosas. La gente debería aprender eso.

Soledad entre la multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora