Capítulo 36

929 74 2
                                    

—¿Por qué vino ese?— me pregunta Alex enojado. ¡¿Ahora él es el enojado?!

—No es algo de lo que deberías preocuparte. La que debería estar preguntando cosas soy yo, ¿qué fue todo eso?— le respondo aún más enojada. Jugar con fuego puede ser peligroso y espero lo sepan. 

—Él no tiene ningún derecho a decirte hermana— se justifica el inútil. 

—No tenías ningún derecho a decirle nada tampoco. ¡Ninguno de ustedes tenía que hablarle!— les reprendo mirándolos a todos. 

—¡Él te estaba haciendo sentir mal!— se defiende Kyle con los brazos en alto. 

—¡ESO SIGUE SIN CAMBIAR NADA!— les grito tratando de dejar en claro mi punto. 

—LO CAMBIA TODO— me responde Stephan en el mismo tono. 

—NO ME LEVANTES LA VOZ— le ordeno mirándolo amenazadora y él baja su mirada, con miedo—. Ninguno tenía porqué meterse con Carlos porque no tiene nada que ver con ustedes y es mi vida personal. 

—¿Por qué lo defiendes tanto?— me pregunta Alex con el ceño fruncido. 

—Porque quiero hacerlo, no debería de estar dándote ninguna explicación— me defiendo. 

—Nosotros nos preocupamos por ti, pequeña. No queremos que nadie que pueda hacerte daño se acerque a ti— me explica Jordan. 

—¿Y qué quieres que diga? ¡¿Quieren que les agradezca?! ¡Yo no pedí esto, no pedí pertenecer a esta fraternidad ni venir a esta universidad!

—Pues que mal. Lamentamos tener que mantenerte en un lugar en donde tienes gente que se preocupa por ti, donde tienes un techo sobre tu cabeza y un plato de comida. Además de poder estudiar sin tener que pagar. Realmente lo sentimos— dice Augustus. 

—¡Yo no lo pedí! ¡Yo no lo elegí!— vuelvo a explicar quizás así lo entiendan—. Yo nunca pedí nada de su parte. 

—¡Igual deberías apreciar todo el esfuerzo que hacemos por ti!— me regaña Jordan. 

—Ahora lo entiendo todo. Yo soy un maldito estorbo aquí, ¿no? ¡Soy algo por lo que deben esforzarse! ¡Perdón por no ser lo que querían cuando decidieron adoptarme!

—Sabes que eso no es lo que quiero decir. 

—Oh, no. Sé bien lo que querías decir. Sé que soy un problema para todos en la vida. Todos lo dejan bien en claro, lamento haber causado tantos problemas— me voy hacía mi cuarto y guardo todas las cosas que saqué de mi bolso.

Ya ni siquiera sé porqué decidí confiar en que sería buena idea sacarlas. Ya sabía que de todas formas iba a terminar yendo tarde o temprano. No estoy hecha para convivir con personas normales, soy un lío al igual que toda mi familia. Ninguno de nosotros ha logrado tener una vida que fuera mínimamente aceptable. 

La furia que estoy sintiendo en estos momentos me recuerda a la que veía en los ojos de mi padre y en los de mi tío. Es probable que sea tan horrible como lo fueron ellos. Debo de estar destinada a seguir el legado familiar. 

—¿Qué haces, Becca?— me pregunta Alex desde la puerta. 

—Me voy para que ya no tengan más problemas— le respondo mientras entro al baño de mi habitación para poder agarrar algunas cosas más. 

—Becca, deja eso. No vas a irte— me dice. 

—Voy a hacer lo que yo quiera. 

—Becca, por favor, hablemos— su voz es débil y su rostro muestra que me lo está pidiendo de verdad. 

—¿Qué quieres hablar? ¿Quieres decirme qué fue toda la escena que hicieron o vas a decirme qué es lo que has estado escondiéndome todo este tiempo?— se queda callado un momento sin decir nada, como si estuviera aceptando el hecho de que yo no soy tan estúpida como para no saberlo. 

—No estoy escondiéndote nada, Becca. 

—No puedo creer que te atrevas a decirme eso en la cara, puede que parezca imbécil pero no lo soy— expreso ofendida, dejando de caminar de un lado al otro y mirándolo a él. 

Él solo está ahí parado, observando todo menos a mí. No puedo creer que después de haber pensado que era posible tener un hogar, todo parezca sentirse tan fuera de lugar. Solo quería a alguien que pudiera pensar en mí antes que en nadie más, alguien, quien sea, que pudiera estar orgulloso de tenerme en su vida. 

—Ya veo cómo es la cosa, ¿no? Estamos bien a menos de que haga preguntas, ¿cierto?

—Tú tampoco eres muy abierta con nosotros— me echa en cara—. No importa cuánto intentemos hacerte entender que nos importas, siempre encuentras una razón para alejarte. 

—Perdón por no confiar en gente que ha estado mintiéndome todo este tiempo— le digo ofendida. 

—Ambos sabemos que nos es por eso— me mira acusatoriamente.  

—A ver, adivino. ¿Qué crees que es?— le pregunto irónicamente. 

—No sé. Si tan solo te esforzaras un poco en contarnos qué es lo que pasó para hacerte así...

—¡¿Hacerme cómo, Alex?!

—Lo que te hace ser así— intenta explicarse señalándome.

—Si no lo dices, no puedo entenderte, Alex. ¡¿Qué soy?!— exclamo ya cansada de esto. 

—Estas rota— termina admitiendo sin pensar lo que dice y al final me mira con arrepentimiento. 

—Al fin lo admites. ¿Ya te sientes mejor? Ahora que dejaste en claro lo que piensas de mí, ¿por qué no aceptamos la realidad?—le pregunto. Hasta mi voz suena cansada, como si mi cuerpo entero ya dejara en claro que estoy cansada de vivir. 

—¿Qué quieres decir? Estamos aceptando la realidad— me dice confundido. 

—¿Qué es lo que pensaron que iba a suceder en cuanto me adoptaran? ¿En serio pensaste que confiaría en ustedes como si nada? Iba a aparecer un día e iba a contarles todos mis traumas y problemas como si de pronto fuéramos una familia. 

—No era eso lo que queríamos. 

—¡¿Entonces qué, Alex?! Porque ya no aguanto seguir así. Ni ustedes tienen lo que quieren ni yo puedo ofrecerles nada. 

—Tú eres más que suficiente— exclama seguro de sí mismo.

—Claramente no. Es obvio que pensaste que las cosas serían diferentes, que podrían repararme entre todos como si de un juguete se tratara. 

—¡No queremos repararte!

—¡¿Entonces qué, Alex?! ¡¿Qué es lo que quieres?!— le grito. 

—¡Quiero tener a la hermana con la que siempre soñé!— indica ya enojado y puedo ver cómo se hace una lucha dentro suyo y solo quiero que sea sí mismo de una vez. 

—¡Lamento decirte que por adoptarme y meterme en tu estúpida fraternidad, no me convierto en la hermana de nadie!

—No es eso. Tú eres mi hermana, Rebecca. Somos hermanos. 


Soledad entre la multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora