Capítulo 22

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Despertar sola en una cama que no reconozco con un gran dolor de cabeza no es exactamente el sueño de una chica. Tengo los ojos hinchados y siento a mi propio cerebro palpitar. Ahora entiendo porque no me gustaba llorar. Es horrible.

Prefiero ignorar la luz que llega de la ventana demostrando que ya es por lo menos el mediodía e ir a desayunar. Quizás comer me ayude a sentirme mejor.

La habitación de Jordan es la última del pasillo por lo que tengo que caminar por todo el pasillo hasta llegar a la mía en la que me tengo que cambiar y lavarme la cara en el baño. Pasar de la habitación de Jordan a la mía es como si un balde de agua fría cayera sobre mí.

En mi cuarto no hay fotografías de familiares o amigos como las hay en el suyo. Tampoco hay pinturas o cosas que den personalidad al ambiente. Todavía tengo mi bolso sin deshacer y un armario lleno de ropa que aún no ha sido usada. La mayoría de las prendas deben de seguir teniendo la etiqueta.

Por un momento pensé que podría pertenecer en este lugar. Llevarme bien con los Panteras y dejarme ser feliz por un rato. Recordar que en algún momento voy a tener que irme porque ya no me van a querer aquí es un golpe bajo. Sin embargo, tengo que tener en claro que eso va a pasar aún si no lo quiero. Y al igual que acepté cada vez que me echaron en cada casa en la que estuve, voy a seguir con mi camino.

Por un momento pienso el cambiarme de ropa, pero no tengo ni ganas de sacarme lo que llevo puesto ni de ponerme algo diferente. Ni siquiera tengo ganas de estar despierta. ¿Si volviera a dormir estaría mal?

Por más que me quiera convencer de que debería volver a dormir, ya es tarde y una vez que me despierto es casi imposible volver a dormirme. Así que bajo las escaleras y me encuentro con Stephan sin camiseta y el pelo despeinado levantando botellas vacías y vasos volcados; Augustus está con una escoba pero no parece muy concentrado en barrer, parece que se está durmiendo apoyado en el palo de esta; Kyle está sin pantalones y con un brazo sobre su cara y un balde con una sustancia no identificada.

Alex sale caminando de la cocina como si no hubiera dormido en meses y con un café en la mano.

—Oh, ya despertaste— me dice—. Ahora vamos a encargarnos de limpiar todo el desastre. Perdón por haberte dejado sola anoche, todo se salió un poco de control. Jordan está haciendo comida en la cocina si quieres. Hay café y huevos.

—De acuerdo— respondo pasando al lado suyo sin tomar mucha importancia a lo que dice.

Entro en la cocina para encontrar a Adam tomándose un café pacíficamente y leyendo el diario; y Jordan dándome la espalda mientras se encarga de preparar el desayuno para las siete personas que viven aquí.

—¿Por qué están todos como zombies y tú sigues normal?— le pregunto al asiático.

—Yo no tomo— responde dejando el periódico a un costado y prestándome atención a mi.

—¿Por qué?— me intereso en la vida del chico. Si voy a vivir aquí, tengo que conocer a las personas que están conmigo.

—Ya llevo ocho meses completamente limpio, no voy a perder mi progreso— admite como si nada. ¿Alcohólico? No me lo imaginaba.

—¿Vas a Alcohólicos Anónimos?— digo mientras me sirvo un jugo de naranja de la heladera. No me gusta el café.

—Becca— Jordan me mira con reproche. Al parecer no debería hablar del tema. Que hipócrita de su parte, anoche el que me decía que le contará sobre mi vida era él.

—No pasa nada— dice Adam—. Sí, voy todos los viernes a las reuniones.

—Te conviene ir los sábados— le recomiendo sonriendo y agarro una pera de un bol lleno de frutas—. Hay más personas, pero son los días en los que las donas están más frescas. Los miércoles son buenos si no quieres estar con mucha gente.

—¿Cómo sabes eso?— cuestiona confundido Adam.

—Cuando tenía cuatro años, mi padre dijo que iba a dejar de beber. Yo lo acompañé a las reuniones durante dos meses. Después dejó de ir y volvió a tomar.

No soy de contarle estas cosas a la gente, pero ellos me contaron cosas de sus vidas personales. Además de que no debería de avergonzarme por el hombre que me crió. Puede que lo odie por haber arruinado mi infancia, pero sigue siendo mi padre. Siempre va a estar esa parte de mí que aún quiere que él la quiera, que le demuestre amor. Y debo admitir de que tengo la esperanza de algún día descubrir que eso era cierto.

—¿Por qué llevaría a una niña a esos lugares?— se cuestiona Adam, pero no respondo. Me da la impresión que no necesita una respuesta para eso porque realmente ni yo tengo una.

—Yo aprovechaba para agarrar la comida y jugar con el perro de uno de los que iba. Charles era el mejor pitbull de todos.

Sonrió al recordar al que fue mi único amigo en esa época. No importaba qué tan mal estuvieran las cosas en casa, cuando estaba con él era el mejor momento de mi vida.

—¡Dejen de hablar y vengan a ayudar a limpiar!— grita Stephan desde el comedor.

—¡No grites, imbécil!— se escucha de fondo a Kyle quejándose por la resaca

Aunque la cocina no está limpia, el salón se encuentra en peor estado. Así que entre todos terminamos ocupándonos de cada ambiente de la casa para dejar todo prolijo y presentable.

Debo admitir que pensé que iba a ser un trabajo arduo y que iba a pasarlo de mal humor no obstante se hizo divertido entre las risas de los chicos y los chistes, incluso fue divertido ver a los resacosos se quejaban e intentaban hacerse pasar por personas normales.

Al final nos encontramos todos acostados o sentados en el piso que luego de una larga sesión de limpieza por fin se encuentra limpio. Los chicos están contando cosas divertidas y yo atino a hacer algún que otro comentario. Todo está tranquilo, no hay nada malo pasando. Y aún así puedo sentir una carga que hoy más temprano no estaba, que ayer a la noche pensé que había dejado ir.

Es como si no estuviera completamente presente en el presente, como si mi mente se perdiera en un lugar oscuro que no logro comprender. Por un lado estoy disfrutando de lo que está pasando, por el otro, estoy asustada y no sé de qué. Pase tantos años acostumbrándome a que algo malo pasará cuando menos me lo esperaba que ahora no creo poder dejar de pensar que algo malo va a pasar. A veces solo deseo poder haber tenido una familia normal.

—Hey— Augustus llama la atención de todos cuando se para sin previo aviso—. ¿Salimos a comer algo?

Todos asienten y se paran enérgicos así que los sigo en su entusiasmo. Quizás si finjo ser parte del grupo, me termine volviendo parte de él.  

Soledad entre la multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora