Soledad entre la multitud

Capítulo 45

Las clases terminaron siendo divertidas junto a Julia y al final termine almorzando con ella porque los chicos tenían cosas que hacer. Es tan fácil sentirse cómoda con ella que es como si nos conociéramos de toda una vida. 

Al terminar la última clase del día, Julia salió lo más rápido que pudo para poder ir a buscar a su hijo. Debe de ser difícil organizarse para terminar la universidad y criar a un niño. No sé si sería capaz de hacer algo así.

En cuanto ella se fue, les mandé un mensaje a los chicos para ver si alguno podría pasar a buscar para llevarme a la fraternidad porque la verdad no tengo ganas de caminar. Ellos dijeron que ya estaban en camino. Así que estoy sentada en el suelo del campus, esperando que aparezca el auto de alguno de ellos. 

El Jeep negro tan característico de los chicos se estaciona frente a mí y no puedo evitar alegrarme. Ya no sé si puedo esconder el hecho de que estos chicos me alegran el día. 

Sin embargo, la sonrisa se me borra al entrar al auto y ver la cara seria y aburrida de Kyle. 

—El resto estaba haciendo cosas, así que me mandaron a mí a buscarte— me explica sin que le pregunte y arranca el auto. 

Seguimos el resto del camino en silencio y por más que sean pocos los minutos que nos encontramos en el auto se vuelven eternos y muy incómodos. Mirar el camino no está funcionando para evitar pensar en mi enojado piloto. 

Cuando llegamos, ninguno hace ni amague de salir del auto o querer entrar a la casa. 

—¿Cuál es el problema?—pregunto ya ofuscada por su comportamiento. 

—¿Qué esperabas que sucediera? ¿Esperabas volver después de tenernos a todos dos noches en vela y que todo siguiera igual? 

—No pensé que se iban a preocupar tanto— admito. 

—¿En serio pensaste que después de todo no iba a importarnos tu partida? Después de todo lo que tuvimos que hacer para encontrarte, para que nos dejaran tener una chica en una fraternidad de solo hombres. Después de haber convivido tanto tiempo juntos, ¿me estas diciendo que realmente no se te pasó por la cabeza que no íbamos a preocuparnos por ti?— se lo escucha muy enojado y ofendido, pero eso solo aviva la ira en mi también. 

—Perdóname pero a mí nadie me había dicho ninguna de esas cosas. ¡Me habían escondido que Alex es mi hermano! ¡Tengo un jodido hermano!

—¿Y eso qué? ¡Ni siquiera pensaste lo que pasaría con nosotros si a ti te hubiera sucedido algo!— su tono de voz se eleva cada vez más. 

—No sabía que iba a importarles tanto— me defiendo. 

—¿Cómo pensaste que iba a reaccionar cuando huiste sin siquiera escucharnos antes? Te fuiste y me dejaste con la duda constante de si siquiera tenías un techo bajo el que dormir— ya no solo hay ira en sus palabras y no sé cómo lidiar con esto. ¿Por qué le importa tanto?

—No era tu problema— le respondo ofendida. 

—Claro que era y es mi problema. Me preocupo por ti, entiéndelo. Encima preferiste dormir en una maldita plaza antes que volver a la casa. ¿Tanto orgullo tenías como para no poder bajarte del caballo por un minuto?

No digo nada más y espero a que él siga tirándome en cara todo lo que hice mal en los últimos días. De todas formas, él tiene razón. Fui patética y orgullosa y egoísta. Me quedo jugando con mis manos, sin atreverme a mirarlo. 

—¿Después de todo realmente pensaste que no me iba a preocupar por ti? Porque si es así me parece que es mejor que ni siquiera nos hablemos— dice ya cansado y se baja del auto. 

No quiero que esto pase, no quiero perder otra cosa que me hace feliz. Así que decido ser impulsiva por una vez en mi vida y hacer lo que hace días me dice mi subconsciente que haga. 

Me bajo del auto, voy hacia él lo más rápido que puedo y antes de poder arrepentirme, le doy la vuelta y junto nuestros labios. 

No pensé bien esto, no sé hacer esto. ¿Cómo hago para besar a alguien? ¿Tengo que moverme? 

De repente caigo en la realidad, no soy una princesa junto a su caballero de brillante armadura. Soy solo una patética chica de los barrios bajos que no sabe besar. 

Me alejo sonrojada por la vergüenza y sin mirarlo a los ojos. "Que inútil que eres" me recuerda mi conciencia. 

Y entonces pasa algo que ni en mil años hubiera esperado, él me toma por la cintura y vuelve a empezar un nuevo beso en el que termino viendo fuegos artificiales.