Capítulo 18

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Caminar por el centro comercial rodeada de seis chicos con personalidades muy diferentes y gustos variados no es la cosa más fácil del mundo. Llegamos aquí como hace media hora pero ya se siente como una eternidad.

Augustus está demasiado emocionado por visitar cada una de las tiendas que hay en el centro comercial. Jordan se separó del grupo en el momento que llegamos porque fue a una tienda que al parecer le gusta solo a él, alguna cosa de deportes y eso. Kyle insiste con que vayamos a alguna librería para poder ver libros mientras que Stephan se queja de lo nerd que es Kyle y lo infantil que es Alex, quien no deja de pedir ir a alguna tienda de vídeo juegos o de juguetes. El único pacífico es Adam que parece uno de esos monjes budistas que no se inmutan por absolutamente nada.

Son todos tan raros.

Y aún con todo eso pasando y todos queriendo ir a alguna parte, no entramos a ningún local desde que llegamos.

—¿Pueden parar un segundo?— todas las miradas de los chicos se dirigen a mí y es el momento exacto en el que noto la diferencia de estatura que tengo con todos. Soy la más pequeña del grupo como por veinte centímetros—. Decídanse de una vez lo que quieren hacer porque no pienso estar toda la tarde aquí parada.

—Bueno, decidido— dice Alex con una gran sonrisa en todo su rostro, dejando en claro que tiene una idea—. Hoy nos vamos a dedicar a comprarle un nuevo guardarropa a la nueva Pantera, ¿les parece?

Rápidamente me arrepiento de haber detenido su pequeña lucha. Hasta ahora ninguno parecía acordarse del hecho de que en realidad querían venir aquí para comprarme ropa.

—No quiero nueva ropa, estoy bien así—me quejo. No tengo ganas de probarme muchas prendas que ya sé desde ahora que van a quedar pésimo.

—Vamos, pequeña. Todos sabemos que no es cierto. Necesitas ropa desesperadamente— afirma Augustus. Como si él supiera de eso.

—Estoy bien así— me cruzo de brazos y dejo en claro mi opinión.

Al parecer a nadie le importó y se dedicaron a ignorar cada una de las cosas que salían de mi boca por las próximas horas. Lo único a lo que prestaron atención fue a cada prenda que rechacé sin siquiera justificarme. Rápidamente empezaron a entender qué cosas sí podían ofrecerme y qué no. Nada de faldas, vestidos, pantalones cortos o tops. Mientras más piel tapará mejor y, de hecho, no parecieron tener ningún problema con ello. Supongo que en el rol de hermanos mayores que querían adoptar en mi vida entraba la opción de no ver a su hermanita como un objeto sexual.

No me obligaron a probarme las prendas y les agradezco mentalmente por eso porque la idea de estar cambiándome en un lugar que lo único que me separa del mundo es una estúpida cortina me da ansiedad. Ya bastante mal la paso con toda la gente que está alrededor mío y las posibles miradas de las personas como para poder estar dentro de un cambiador sin tener una crisis.

Las cosas salieron mejor de lo que me pude imaginar. Obviamente hubo momentos incómodos y en los que lo único que quise era golpear a alguien o, de tener la capacidad, esconderme bajo el suelo. Para mi mala suerte, mi más vieja amiga, no puedo hacer ninguna de esas dos cosas.

Cuando los chicos se sintieron satisfechos con la cantidad de ropa que habían comprado, dejaron las bolsas en los baúles de los autos y me llevaron famélicos al sector de comidas. Ni que hubiera pasado tanto tiempo desde que desayunamos, solo fueron un par de horas. Sin embargo comprendo que algunos de ellos pueden estar cansados de estar rodeados de ropa que realmente ninguno de ellos podría usar o quisiera usar. Menos por Augustus, él podría usar cualquiera de las prendas de los locales y no desentonaría con su personalidad.

Terminamos todos sentados en una gran mesa capaz de tenernos a los siete y toda la comida que cada uno iba a comer. Al parecer para ellos es normal que cada uno decida un lugar diferente para comer dentro del patio de comidas del centro comercial. Yo fui a donde iban la mayoría de ellos y termine dejando que Alex eligiera mi comida por mi porque realmente no me importa tanto.

Debo admitir que agradezco el hecho de que ninguno de ellos se haya perdido durante la aventura de compras porque había momentos en los que parecía que en vez de siete eramos cincuenta y en otros era como si fuéramos tres. Jordan se unió a nosotros a la mitad de nuestra travesía y no fue de gran ayuda para hacer que todos se comportaran.

Ahora tampoco es que fueran muy pacíficos. Los ruidos del centro comercial y de todas las personas que estaban allí eran ensordecedores y ellos no estaban lejos de eso. De las siete personas soy la única que se mantiene callada la mayor parte del tiempo, el resto tiene por preferencia ser cotorras. Adam tiene un tono de voz bastante tranquilo, eso puedo otorgarle.

La conversación que hay en nuestra mesa va cambiando con tanta rapidez que prefiero no prestar atención en lo absoluto. Sigo comiendo tranquilamente mi hamburguesa aunque creo que ya estoy llena. Últimamente estar llena es demasiado fácil y estoy segura que aquello no es sano. No es sano dejar de comer, no es sano verse los huesos pero al mismo tiempo no es fácil aceptar el hecho de que la rutina que he adoptado desde hace ya un tiempo es completamente errada y dejar de hacerla también es complicado.

—¿De acuerdo, Becca?— me pregunta Alex. Rápidamente intento buscar en mi cerebro si de casualidad escuché lo que dijo, pero no es así.

—¿Eh? No estaba escuchando, perdón— termino admitiendo la verdad.

—Estábamos hablando sobre ir a la peluquería— responde Augustus.

—Sí, claro. Como ustedes quieran ¿Quién va a cortarse el pelo?— pregunto tranquila.

—Bueno, la idea es que lo hagas vos— dice Kyle.

—¿Por qué?

—Es terapéutico— Augustus lo dice tan seguro de sí mismo que creo que realmente piensa eso. Cortarse el cabello es algo que uno hace cuando su propio pelo empieza a volverse tan molesto que agarra unas tijeras y lo corta. Nunca fui a una peluquería y nunca entendí ese de que cortarse el pelo ayuda a cerrar ciclos o algo así. No tengo ni tuve el dinero suficiente como para estar preocupándome por mi corte de pelo.

—Como ustedes quieran— termino aceptando sin importarme demasiado. Debo admitir que en este momento ya me siento cansada de tratar de seguir el ritmo de todo esto. No estoy acostumbrada a este tipo de salidas y esto está tragándose toda mi energía lentamente. En este momento lo único que quiero es ir a un lugar al que puede llamar hogar, solo que no puedo pensar en ninguno que cumpla con eso.

El tiempo pasa y los chicos no jugaban con eso de cortarme el pelo. Cuando quiero darme cuenta, me encuentro frente a un espejo con mi gran melena en un estilo que nunca pensé mi cabello podría lograr. No recuerdo haberme sentido tan conforme con mi apariencia. Tal vez sí es terapéutico.

—¿Conforme?— pregunta Alex con una gran sonrisa en el rostro, parece que quisiera llorar de la emoción el pobre.

Asiento con la cabeza sin estar muy atenta a mi alrededor. Quizás esto pueda ser el principio de un gran cambio. Quizás este es el principio de algo nuevo. Y eso me emociona tanto como me aterra.

Pero por más que intento sonreír con esa idea, hay algo que no está bien. Hay algo en la forma en que todo está pasando que me hace dudar de qué tan bueno es todo esto. Alex se parece demasiado a él y no me gusta. Es como si estuvieran escondiendo algo, puedo verlo por la forma en que me tratan. Estoy dispuesta a averiguar lo que está sucediendo por más que ello me mande a la calle nuevamente. 

Soledad entre la multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora