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Capítulo 5.


















Harry se despertó por el sonido de la secadora de cabello. Miró el otro lado de la cama vacío, y frunció el entrecejo.

Caminó descalzo hasta el baño y tocó a la puerta, la cual se abrió al no estar cerrada. Lo primero que vio fue a Louis recién bañado y cambiado, intentando secarse el cabello con una mueca.

—Buenos días—.

—Si vas a orinar no me molesta, pero no pienso salirme hasta poder secarme el cabello —. Le dice sin siquiera mirarlo.

Harry sonrió, al viéndolo tan concentrado intentando secar su cabello. El castaño hacía muecas, mirándose al espejo.

—Lo estás haciendo mal —.

—Cállate, si sé hacerlo —.

Sin embargo, Louis seguía poniendo el secador demasiado cerca de su cuero cabelludo, haciendo que quemara y doliera. Harry no soportó más la situación y le quitó el secador de las manos, alzándolo en el aire.

—¡Hey! —.

—Te estás quemando toda la cabeza —.

—Lo he hecho antes, déjame terminar —. Estaba ligeramente molesto.

—Si lo sigues haciendo así, vas a maltratar el cabello —. Harry mantenía el secador en lo alto.

—Dame ese secador ahora mismo, Harold —. Alzó un poco la voz.

El rizado negó.
—Déjame hacerlo por ti —.

Ignoró la petición.
—Dame el secador y vete a duchar que se nos va a hacer tarde, y no quiero llegar tarde —.

Harry apretó sus labios en una fina línea.

—¡Dame el maldito secador de cabello, Harry! —. Alzó la voz, la verdad es que no había amanecido de humor esa mañana.

Todo pasó muy rápido. Louis golpeó al rizado en la ingle, Harry soltó con sorpresa el secador haciendo que lo golpeara en la esquina de la frente. Después, una línea de sangre bajó rápidamente hasta la mandíbula del más alto.

—Mierda, ¿estás bien? Joder, no era mi intención, lo siento —. Louis se puso de cuclillas frente al rizado.

Harry apretaba los ojos con fuerza, no sabía cuál de los dos golpes le dolía más. Se reincorporó unos segundos después. Louis lo veía con una mirada llena de culpabilidad y preocupación.

—¿Tienes algún botiquín por aquí? —.




🔆🔆🔆


Se sentó en la cama mientras el castaño se sentaba a su lado con una cajita blanca entre sus manos, lo escuchó suspirar con pesadez.

—Lo siento, en serio, no pensé que ocurriría esto —. Se disculpó nuevamente.

—No fue tu culpa, no debí de quitarte el secador —.

—Deja de comportarte tan amable, si quieres golpearme, golpéame, puedo soportarlo —.

Harry rió.
—No es para tanto —.

Louis comenzó a curar su herida, y Harry dejó de sentir dolor al tener el rostro de su amigo tan cerca. No era muy cerca, pero podía mirar mejor sus ojos. Siempre le había gustado el tono de azul que estos tenían. No eran como los de Niall, era un azúl cerúleo, o zafiro, siempre cambiaban de color dependiendo de los factores.

•Perdido En Tus Ojos• LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora