XLII

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Capítulo 42.

Las gotas de lluvia se estrellaban contra el suelo con fuerza, formando con rapidez charcos a su alrededor.

Harry rompió el beso con un sonido mojado, pero no se separó, sus manos seguían acunando el rostro de Louis.

Los ojos cerúleo se miraban oscuros por la falta de luz, sus largas pestañas estaban goteando por el agua de la lluvia, y su flequillo se había pegado a su frente.

Harry le acarició suavemente la mejilla con su pulgar, admirando la belleza pura frente a él, quitó con cuidado el cabello de su rostro y regresó su mirada al castaño.
—No quiero que te vayas —. Susurró, tal vez estaba llorando o tal vez sólo eran más gotas de lluvia —Todo este tiempo había estado trastabillando en la oscuridad de esta ciudad, sintiendo mi corazón vacío... pero luego tocaste a mi puerta y, y dijiste que sentías lo mismo que yo —. Observó con más detenimiento el bello rostro que parecía de porcelana —Sentí que volví a encontrar mi camino, pero ahora—. bufó —Ni siquiera sé si esto va a ser suficiente... ¿podríamos ser suficientes? —. La pregunta se escurrió de sus labios con temor.

Las manos de Louis se mantenían en su cintura.
—¿Por qué piensas que no podemos ser suficientes? —.

Soltó el rostro ajeno y negó.
—Porque tú tienes que regresar a Londres, Louis, y yo no sé por cuánto tiempo estaré aquí —. Tomó las manos del castaño y las removió de su cuerpo con gentileza —No será suficiente sólo verte o llamarte a través de una pantalla —. Dijo finalmente —Tal vez para ti tampoco, no será suficiente tenernos de esta manera—. Hizo claro su miedo. Ahora él lo entendía.

Un trueno volvió a resonar por todo el cielo, pero Louis ni siquiera se inmutó, tenía más miedo que lo que estaban cultivando allí se perdiera para siempre.

—Podemos ser suficientes hasta que regreses —. Afirmó al instante y tomó las manos de Harry entre las suyas —Vamos a estar bien, vendré a visitarte, y tú puedes ir a visitarnos —. Lo animó —Quédate aquí todo lo que necesites —.

No quiero quedarme más si tú no estás aquí —.

Louis se quedó mudo, intentó decir algo pero nada salió. Su corazón estaba agitado y ni siquiera el agua fría pudo apagar sus mejillas sonrojadas.
—Hay que... hacer un esfuerzo, ¿De acuerdo? —.

Harry asintió, no muy seguro. Nunca le negaría nada a Louis. Pero aquel malestar seguía en su estómago, no sabía que haría sin Louis de nuevo.

El castaño revolvió los rizos mojados y le sonrió.
—Ahora hay que regresar, antes de que atrapemos un resfriado —.

Y tomando desprevenido al ojiverde, Louis entrelazó los dedos de una de sus manos con los suyos, y apretó su mano de forma cariñosa. Tiró de él y ambos se echaron a correr bajo la fría tormenta.

🔆🔆🔆

Miércoles.

Louis se removió en la cama, ligeramente inquieto, abrió los ojos despacio y se encontró con la mirada esmeralda observándolo detenidamente. El rizado estaba sentado en el blando colchón.

Frunció el ceño.
—¿Qué miras? —. Preguntó con brusquedad, ajeno al sentimiento que se esparcía en su estómago.

Harry no se inmutó, lo miró un par de segundos más; había una pequeña sonrisa, casi imperceptible, en su rostro. Desvió la mirada y salió de la cama.
—Nada —. Se encogió de hombros, pero su corazón no podía sentirse más vivo —¿Quieres bajar a desayunar? —. Preguntó, caminando hasta la jara de agua sobre la mesita de la sala.

•Perdido En Tus Ojos• LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora