XLVII

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Capítulo 47.

Cuando puso un pie dentro de la empresa, todas las miradas se pusieron sobre él sin disimular ni siquiera un poco.

Louis se replanteo si era una buena idea, por segunda vez. Caminó hasta el elevador y seleccionó el piso, podía sentir las miradas de las personas detrás suyo, sobre él.

Se repetía así mismo que estaba bien, que no había nada de malo, tal y como lo había hecho en la tienda. De cualquier manera haría más el ridículo si recorría el camino de vuelta a la salida, ahora que había llegado tan lejos.

Harry se lo merece. Murmuró para si mismo, intentando que los nervios desaparecieran.

El elevador se abrió, ajustó mejor su compra, y salió de este. Bajó la mirada cuando otros pares de ojos se mantenían fijamente en él. No quería arrepentirse.

Su calvario finalmente terminó cuando llegó a la oficina del rizado, abrió la puerta sin pensar y entró.

El ceño fruncido de Harry se suavizó en un segundo cuando vió que se trataba de él. Naturalmente su mirada bajó a lo que sostenía en sus manos.

Él se acercó a paso lento, vacilando, y cuando estuvo frente a su escritorio, le tendió el ramo de rosas; tres docenas de mini rosas en un sólo ramo, estaban cuidadosamente envueltas en un papel marrón grueso y un poco de china blanco, un lazo rojo era el encargado de mantener todo junto.

Harry las tomó con cuidado y las observó por lo que a Louis le pareció una eternidad.

¿No le habían gustado? ¿Era muy grande? ¿Fue demasiado?

—Un vago estaba vendiendo afuera del edificio y... pensé que... a tu oficina le faltaba algo así —. Se apresuró a decir.

Cuando la mirada esmeralda regresó a la suya, pudo verla brillando, irradiando felicidad pura.
—Gracias —. Le sonrió, haciendo que sus hoyuelos se marcaran.

Louis bufó con una sonrisa y bajó la mirada a sus pies, rascando su nuca, sintiendo sus mejillas cobrar color.

La sonrisa de Harry y aquellos preciosos ojos brillantes, sólo se encargaron de confirmarle a Louis que le encantaba. Una parte de él le exigía volverlo a hacer.

Al día siguiente le llevó un oso con una caja de chocolates; al siguiente del siguiente más flores, y el jueves más flores con sus dulces favoritos, y el viernes flores con diferentes colores, tratando de recordar cada regalo que hacía emocionar a Sam cada que Zac lo enviaba.

La oficina de Harry comenzaba a parecer una pobre florería, al rizado le encantaba, se sentía sutilmente cortejando, a pesar de ser novios. De alguna manera era así, sabía que las excusas que el ojiazul le decía cada que traía un nuevo obsequio, era eso, sólo una excusa.

Por otro lado, a Louis le encantaba ver el rostro de Timothée cada que entraba a la oficina y se encontraban con él, junto a un nuevo ramo de flores. Aquello era mejor que verlo observar una marca en el cuello de ojiverde.

El sábado llegó sin prisa, las especulaciones de la relación que había con el nuevo modelo y uno de los aspirantes a diseñador iban en aumento. Era un escándalo que aún no llegaba a oídos de ninguno de los dos tórtolos.

—Louis, despierta, hoy es tu primera pasarela —. Meneó el hombro del ojiazul mientras ataba un lazo blanco a su cuello.

—Déjame en paz —. Murmuró contra la almohada.

Harry suspiró.
—Anda, se nos hará tarde —.

—¿No se supone que es hasta mediodía? —. Alzó la cabeza para verlo.

•Perdido En Tus Ojos• LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora