XXXIX

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Capítulo 39.






Agosto.

Seis meses desde la partida de Harry y las cosas simplemente empeoraban día tras día.

La soledad comenzaba a ganar espacio de nuevo en su vida; haciendo que el sentimiento de que le faltaba algo se hiciera cada vez más profundo y ardiente en su pecho, sin que se diera cuenta.

Subió al elevador y marcó el piso. Miró los números rojos pasar lentamente, era frustrante que el elevador fuera tan lento, no sabía porqué Sam no lo mandaba reparar.

Odiaba quedarse solo porque eso lo ponía a pensar, como en ese momento mientras observaba la quemadura en su mano.

Harry probablemente me hubiera advertido, pensó.

Las cosas no habían ido mejor desde que el rizado se había ido, a pesar de haber estado de acuerdo con recuperar su amistad, nunca contestaba sus mensajes, y cuando él llegaba a la reunión semanal con los chicos, Harry cortaba el FaceTime, siempre con una absurda excusa. Él no entendía el porqué, pero tampoco lo había llamado.

La alacena estaba medio vacía siempre, no había un desayuno o comida calientes, el departamento era un desastre, se quedaba sin ropa limpia a menudo, y la cama lo esperaba tal y como la había dejado al despertarse; deshecha.

Pero estaba aprendiendo a ser un poco más responsable, por ejemplo, ese mes había estado tendiendo la cobija y recogiendo el par de almohadas que amanecían en el suelo, también había dominado el arte de encender la lavadora, por lo que había dejado de gastar en lavanderías. Eso era lo único bueno.

Esa mañana había intentado hacer algo de desayuno, algo tan simple como un par de huevos, pero los olvidó, y la alarma de incendios se había activado (por séptima vez en la semana) haciéndolo correr y quitar sin ningún tipo de precaución la sartén, ganándose una quemadura.

Las puertas metálicas se abrieron, suspiró dejando de lado todos sus pensamientos.

Entró a la oficina de Sam, pero parecía que ese día en serio no iba a mejorar.

Su jefe lloraba desconsoladamente en su silla, Louis lo miró sorprendido y corrió sin pensarlo hasta llegar a su lado.

—¡Sam! ¿Qué pasó? ¿Estás lastimado?¿Te duele algo? —.

Lo analizó de pies a cabeza, el hombre se llevó una mano al pecho. Él alzó las cejas.
—¿Te duele el pecho? ¡¿Es un infarto?! —.

Sam negó, sorbió la nariz mientras intentaba articular palabras.

—Zac-Zac —. Su cuerpo temblaba en sincronía con sus sollozos.

—¡¿Le pasó algo?! ¿Dónde está? —.

Él negó y volvió a hipar.
—Z-zac terminó conmigo —. Concluyó y su llanto se intensificó.

Sam y Zac habían comenzado una relación hace tres meses; lucían demasiado felices, incluso Sam había faltado más de seis veces sólo porque su novio se lo pedía. Por esa y otras razones, aquella noticia lo tomó por sorpresa.

Louis miró alrededor con algo de pena, a pesar que no había nadie, intentó calmarlo.
—Tranquilo, estamos en la empresa —. Le recordó y palmeó su espalda despacio.

—¡Es mi empresa! —.

—Lo sé, pero n- —.

—¡No! —. Lo interrumpió —Es mi empresa la razón por la que terminó conmigo —.

•Perdido En Tus Ojos• LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora