LX -Final

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"Welcome to the final show.
Hope you're wearing your best clothes."


Capítulo 60.

Louis se removió en la cama, apretando a Harry entre sus brazos. El terrible olor a un lugar que no era el suyo lo estaba molestando, así que enterró su nariz entre los rizos chocolate.

El delicioso y fresco aroma a menta lo hizo sentir cómodo al instante.

No le gustaba dormir en aquella habitación de hotel; pero al no haber suficiente espacio en el departamento con su madre y sus hermanas allí, y un colchón inflable roto, Harry había insistido en que era lo mejor.

No era que el hotel estuviera descuidado, o viejo, si no, que no le gustaba ese duro colchón. Esas dos noches que habían dormido allí habían sido una verdadera tortura. 

La luz brillaba a través de las pesadas cortinas que cubrían el balcón, calentando sólo un poco aquél lugar de paredes pálidas, anunciando la mañana.

—Lou —. Harry susurró, intentado averiguar si estaba despierto.

—Rana —. Respondió en el mismo tono, logrando robar una suave risa del ojiverde.

—Buenos días —. Lo saludó, pero no se movió, al contrario, se acurrucó más contra él.

Louis se inclinó para besar su mejilla.
—¿Cómo amaneciste? —.

Este se alzó de hombros.
—¿Cómo amaneciste tú? —.

—Hecho mierda —. Admitió —¿Podemos comprar un colchón inflable hoy? —.

—La mujer dijo que hasta la próxima semana llegarían —. Le recordó.

Él suspiró.
—Entonces hay que ir a dormir a otro hotel, te juro que no soportare una noche más este estúpido colchón —.

—¿A dónde quieres ir? —.

Waldorf Hilton, una vez me hospedé allí y oh, dios, sus camas son deliciosas —.

—Intentaré ver que puedo hacer —. Aceptó —¿Quieres ir a desayunar con tu madre, o vamos a otro lado? —.

—Si te digo lo que quiero no vas a querer —. Murmuró.

Harry resopló.
—Louis —. Lo reprendió.

—¡Una hamburguesa! Malpensado —. Bufó, apoyando su barbilla en el hombro ajeno —Aunque, no estaría mal —.

—Olvídalo, en Navidad nos desvelamos por tu culpa —.

Louis jadeó, sintiéndose ultrajado.
—¡¿Mi culpa?! ¡Tú fuiste quien empezó! —. Le reprochó.

—Yo no comencé, tú fuiste quien me regaló esa bata de seda —.

—Bueno, sí, pero yo no fuí quien te dijo que no te pusieras nada debajo —. Se defendió.

—Nadie te obligó a quitármela —.

—Bien, no pienso discutir esto tan temprano —. Lo soltó, sentándose a la orilla de la cama —¿Y tus pantunflas? —.

—¿Y las tuyas? —. Harry se sentó, mirándolo.

—En el departamento —. Le restó importancia —¿Dónde las déjate? —.

—Las olvidé —. Admitió.

El ojiazul gimió con pesar.
—Ahora tendré que pisar el suelo frío —.

Y así lo hizo, fue corriendo por unos calcetines y sus vans.

—Podemos pasar por unos desayunos, e ir a comer con tu madre —. Harry le propuso.

•Perdido En Tus Ojos• LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora