XLIV

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Capítulo 44.




A la mañana siguiente, Harry se despertó por su alarma interna, un par de minutos antes de que la alarma de su celular sonara.

Abrió los ojos sólo para darse cuenta que su cabeza no descansaba sobre su almohada, por lo contrario, estaba recostada sobre el pecho de Louis. Uno de sus brazos rodeaba su marcada cintura, y una de sus piernas estaba entrelazada con la del ojiazul.

El pecho de Louis bajaba y subía despacio, casi al ritmo de sus latidos.

Una sonrisa se expandió por su rostro en un segundo. Debido al silencio, podía escuchar y sentir claramente los latidos del castaño bajo su oreja.

¿Debería llamar al servicio para que trajeran el desayuno y dárselo a Louis en la cama? Y podría despertarlo con todas las palabras que aún no le ha dicho, tal vez también darle tiernas caricias para demostrarle como se sentía.

¿O debería actuar tranquilo como si no fuera la gran cosa?

—¿No piensas moverte? —. Louis preguntó.

Harry abrió los ojos a tope y miró hacia arriba, encontrándose con los ojos cerúleo.

Debido a la luz brillante que entraba por la ventana, Louis pudo ver con claridad aquel par de ojos esmeralda. Aún se sentía algo aturdido por ese pequeño sentimiento que había descubierto por la noche, pero entonces, una sonrisa se apoderó del rostro de Harry, y fue en ese momento que lo encontró, estaba allí, lo vió en sus ojos. Algo que nunca había visto en nadie más.

—Buenos días —. Harry lo saludó, la sonrisa seguía allí, y no parecía tener ganas de irse.

—¿No te vas a levantar? —. Fue un susurró; suave y gentil. Estaba completamente perdido en sus ojos, como hipnotizado, provocando que su carácter se suavizara. 

Con cuidado y un poco de miedo, levantó su mano y la llevó a los rizos chocolate, acariciándolos casi con sólo la punta de sus dedos.

Harry cerró los ojos al contacto, disfrutando las suaves caricias. Afianzó más su agarre sobre el costado de Louis y se acomodó mejor.
—Anoche me dijiste que estaba bien si te abrazaba —.

—Fue un momento de debilidad—. Refunfuñó, pero su tono era burlón.

Harry chasqueó la lengua y lo abrazó más. Se sentía tan blando, tan cálido, tan familiar.
—Quiero quedarme aquí todo el día —. Murmuró.

Louis rió, y él pudo sentir las vibraciones contra su mejilla, haciéndolo aún más feliz.

—Tienes que ir a trabajar —. Jaló ligeramente el cabello entre sus dedos, provocando que Harry se quejara —Es hora de levantarte —.

—No quiero —. Respondió al instante y se aferró a él sin rastro de timidez. Suspiró sin ganas —Desearía poder congelar este momento en un cuadro y quedarnos así —. Murmuró con pesar.

Louis frunció el ceño.
—¿Congelarlo?¿Por qué quieres estar abrazado a mí todo el tiempo cuando puedes estar haciendo otras cosas? —.

El doble sentido en sus palabras hizo que las mejillas de Harry se ruborizaran al recordar la noche anterior. Se quedó en silencio, gozando las caricias que le eran dadas.

Louis —.

El castaño lo miraba, observando con cuidado cada facción de su rostro.
—¿Hum? —.

El chico vaciló un poco, sus ojos se mantenía cerrados, escuchando los subes latidos del ojiazul.

—¿Te lastimé mucho? —. No se atrevía a mirarlo, se sentía demasiado avergonzado.

•Perdido En Tus Ojos• LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora