Capítulo. 24 (Día de acampada).

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Esteban, supo que en ese momento no podía pedir más a María. Se conformaría con tenerla así, quieta, pero entre sus brazos. Bajó su cabeza y comenzó a oler su pelo, Dios le encantaba ese olor, lo enloquecía y lo relajaba a la vez. Movía su cara entre su cabello para sentir su suavidad y su textura, y así, se fue relajando poco a poco, hasta terminar relajado por completo.
E: (pensando). Aún te amo, te he amado siempre. Tú sigues siendo mi mejor medicina.
Después de 18 años sin dormir apenas, los dos entraron en un sueño relajado, tranquilo y sanador que les duró toda la noche.
A la mañana siguiente, los chicos llegaron temprano a la casa. Los cuatro se dirigieron directamente al cuarto de María. Tocaron a la puerta y como nadie contestó entraron sin más. La imagen que contemplaban los dejó sin habla a todos. Esteban y María, ajenos a la presencia de sus hijos, seguían en la misma postura en la que se habían quedado dormidos la noche anterior.
H y Es: ¿papá?
Alex Y V: ¿mamá?
Hablaron los cuatro a la vez.
Ante el grito de sus hijos. Los dos despertaron a la vez y saltaron de la cama.
E: Verán, ¡Esto no es lo que parece!
M: no, por supuesto que no es lo que parece.
Al escuchar los gritos, Luciano se presentó también en la habitación.
L: ¿Qué es lo que pasa?
V: que cuando llegamos, nos encontramos a nuestros padre durmiendo juntos y abrazados.
Luciano, como buen abogado, enseguida podo encontrar una excusa.
L: Verán chicos, anoche María sufrió una de sus pesadillas y vuestro padre se ofreció a cuidarla para que no tuviera miedo. Seguro que la abrazaba para protegerla de las convulsiones que suele sufrir durante las pesadillas y evitar que se hiciese daño.
Alex: ¿así que volviste a tener una de tus crisis?
M: (sintiendo mucho el tener que mentirle a sus hijos). Sí, pero ya ha pasado.
V: (se acera a Esteban y le da un beso e la mejilla). Gracias Esteban, gracias por proteger a mi mamá.
Esteban sintió una gran emoción, cuando sintió el primer beso que recibía de su hija, y no pudo evitar abrazarla.
E: No hay de qué, pequeña.
Había tenido a su hija por primera vez entre sus brazos.
Los chicos salieron al patio para hacer un último balance de las cosas que llevaban en los maleteros de los coches para ver si faltaba algo para la acampada.
Alex: los esperamos abajo, no tarden.
M: (Se acercó a Luciano y le besó la mejilla, para agradecerle el gesto de que la excusara delante de sus hijos) ¿Sabes que te quiero verdad?
E: (pensando). ¡Ha dicho que le quiere! ¡María quiere a ese hombre!
Tras varias horas de camino, llegaron a la playa. Una especie de cala desierta, con el agua tan transparente que dejaba entrever el arrecife coralino. Entre los seis descargaron y montaron las tiendas de campaña, dispusieron las cosas necesarias para almorzar y después del almuerzo, todos se dieron un baño. Los chicos, jugueteaban en el agua, mientras Esteban y María hablaban sobre los chicos, sentados en la orilla.
H: mirad a nuestros padres juntos. ¿No forman una bonita pareja?
V: hay que reconocer que mi madre es preciosa y, bueno vuestro padre es bien guapo. Sí, la verdad es que hacen una bonita pareja.
Es: esta mañana, cuando los hemos encontrado abrazados en la cama, me agradó mucho verlos así. Nunca había visto antes esa sensación de tranquilidad en el rostro de mi papá.
Alex: ¿os molestaría que mi mamá se convirtiera en la esposa de vuestro papá?
H: ¡ni mucho menos! Vuestra madre es una mujer encantadora, cariñosa y amable. Es una gran mujer.
Alex: pues he tenido una idea genial.
H,V y Es: cuenta, cuenta.
Alex: cuando veníamos en el coche, divisé un pueblecito que está a unos 10, 12 kilómetros de aquí.
H: ¿y?
Alex: pues que esta noche les vamos a decir a nuestros padres que queremos ir de discoteca a ese pueblo y los dejaremos aquí solos toda la noche y con un poco de suerte, la tranquilidad de la noche y el precioso paisaje harán su trabajo.
Es: ¡Hay!, si. Es una idea genial y muy romántica.
Alex: y mañana durante la comida les diremos que nos gustaría que se casaran, que a vosotros, os gusta mi mamá y que a nosotros, nos gusta vuestro papá, que a nosotros cuatro nos gustaría ser hermanos y que viviéramos todos en la misma casa.
H: sí, me gusta mucho la idea. Además se de alguien a la que si nuestro plan funciona y nuestros padres terminan casándose le dará un infarto. (Dice divertido).
Todos a la vez: Tía Alba. Jajaja.
Es: y a Fabiola, y a Ana Rosa, y a Daniela
Todos reían divertidos.
El día pasó rápidamente entre juegos y risas y al llegar la noche, los chicos comenzaron con su plan.
Alex: mamá vamos a ir al pueblo a pasar un rato bailando en la discoteca.
Es: si, por que tanta playa me cansa bastante.
E: pero habíamos venido para pasar el tiempo juntos.
M: Esteban tiene razón. Nos hacen venir hasta aquí ¿y ahora pretenden dejarnos solos? (La sola idea de estar a solas con Esteban la hizo estremecer).
V: tienen que entender que somos jóvenes y necesitamos salir de marcha de vez en cuando.
E: (que le gustaba la idea de quedarse a solas con María). Esta bien, pero no se vayan a tardar mucho en volver y el que conduzca que no tome.
Los chicos tomaron uno de los coches y se fueron.
M: bueno, yo me voy a dormir. (Se levanta y se dirige a una de las tiendas de campaña).
E: ¡María! Espera. ¿Por que no damos un paseo y hablamos? La noche está preciosa para irnos a dormir tan temprano, ¿no crees?
M: (se le acerca). Está bien, vamos.
Los dos caminaban en silencio, observándose el uno al otro en la oscuridad de la noche. Así caminado en silencio, llegaron hasta unos acantilados que tenía un entrante que se introducía unos diez metros en el mar y caminaron hasta el final.
María se sentó en la punta del acantilado para observar el paisaje y Esteban la siguió, se acomodó a su lado y la miraba, la miraba intensamente. La luna se reflejaba en el oscuro pelo de María, despidiendo destellos de plata y su mirada, se perdía melancólica en lo profundo del mar.
E: (pensando). Dios mío, sigue pareciendo una diosa griega. María no ha perdido su belleza, por el contrario, el paso del tiempo la ha hecho más hermosa todavía. Dios, esta mujer fue mía y la dejé escapar. No se si aún pueda recuperarla, no se si ella podrá perdonarme algún día el haberla abandonado y haberla separado de sus hijos.
E: María.
M: ¿mmmm?
E: ¿por qué dejaste anoche que durmiera a tu lado?
M: (se puso tensa ante la pregunta de Esteban). No se. Sabes que nunca pude verte llorar. Además me pareció la única forma de calmarte. Tú estabas muy alterado y querías contarle todo a tu tía. Yo no quiero que nadie se entere aún de nada de eso y esa fue la única manera que recordé que solía funcionar contigo cuando tú venías a casa con algún problema, muy cansado o te ponías enfermo. Pero he de admitir que cuando nos sorprendieron los chicos me asusté mucho. Yo se que nuestros hijos no quieren una madrastra y temí que ahora que me estoy acercando un poco a ellos, volvieran a separarse de mí. Gracias a Dios, Luciano, estaba cerca y supo mantener la calma, como siempre lo ha hecho.
E: (temía hacer esa pregunta, pero era inevitable). ¿Lo amas? ¿Amas a Luciano?
M: (quiso contestarle que sí para hacerlo sufrir, pero al ver el sufrimiento en sus ojos no pudo hacerlo).Ya te dije que no quiero volver a amar, pero no voy a negar que le quiero. Él se ha portado muy bien conmigo y con nuestros hijos durante muchos años. Es una gran persona a la que debo mucho. Pero no, no le amo.
E: ¿estarías dispuesta a estar con él por agradecimiento?
M: no, con eso solo conseguiría hacerle daño. Yo jamás podría estar con una persona da la que no estuviese enamorada.
E: ¿sabes? Durante todo este tiempo, jamás pude encontrar una mujer que pudiera ocupar tu lugar en mi vida.
M: (celosa). Y ¿la madre de Ángel?
E: Ángel no es mi hijo.
M: (sorprendida). ¿Qué?
E: lo que has oído. Ángel no es hijo mío, yo lo he criado al lado de nuestros hijos como si lo fuera pero no lo es. Él cree que es hijo nuestro, bueno mío y de la mujer que ellos creen ser su mamá.
M: ¿y quién es su madre entonces? ¿Lo adoptaste?
E: no, es hijo de alguna de mis tías, pero no se de cual de ellas por que ese es un secreto que mantienen entre ellas. Pero yo le quiero como a uno de nuestros hijos por que aunque no lo haya concebido lo tuve desde muy pequeño entre mis brazos y llegué a quererlo como un padre.
M: y ¿Ana Rosa?
E: solo me quería casar con ella por soledad y por fastidiar a mi tía Alba y a Fabiola que a pesar del tiempo y de que se casó con Bruno, nunca ha dejado de asediarme. En cuanto a mi tía, nunca ha dejado que ninguna mujer entre en mi casa y además, manipula a nuestros hijos para que se conviertan en sus aliados.
M: ¡Hay! Tía Alba, tía Alba. Ella me odia y seguro que después de 18 años siendo la dueña y señora de esa casa, se moriría de rabia si yo volviera a esa casa. En cuanto a Fabiola, no puedo juzgadla. Hay que reconocer que aún sigues siendo un hombre muy atractivo (se arrepintió enseguida de lo que acababa de decir).
E: ¿me sigues creyendo atractivo para ti?
M: bueno, yo solo quise decir que Fabiola, que ella siempre
E: ¿te casarías de nuevo conmigo por fastidiar a mi Tía Alba?
M: si he de serte sincera sí, si no fuese por que nuestros hijos no quieren una madrastra, ya te lo hubiera pedido yo, aunque fuese un matrimonio de conveniencia.
E: (felizmente sorprendido). Pues ahora te lo pido yo. ¿Quieres volver a casarte conmigo auque solo sea por fastidiar a mi tía y por que tú puedas estar al lado de tus hijo y yo al lado de los míos?
M: de acuerdo, pero que quede claro que esto solo lo ago por nuestros hijos. Lo de la tía Alba era una broma y que quede claro también, que ese matrimonio será solo un contrato entre nosotros, para recuperar a nuestros hijos.
E: está bien, ¿sellamos el pacto entonces?
M: ¿cómo?
E: así.
La atrae hacía sí y empieza a besarla suavemente, esperando el rechazo de ella.
Por el contrario, María se aferró a su cuello y respondió a su beso. Esto hizo que Esteban, la apretara más contra su cuerpo y su beso se tornara apasionado.
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