Capítulo. 28 (Te amo María, te he amado siempre).

1K 65 7
                                    

Muchas gracias por seguir esta linda historia. les dejo un capítulo más disfrutenlo y no olviden comentar y dejar ⭐

María se asustó mucho al sentir en penumbras que Esteban se levantaba de la cama. Encendió la luz de la lamparita de la mesita de noche y vio como Esteban, delirando bajo los efectos de la fiebre, caminaba balanceándose de un lado a otro de la habitación hasta llegar al armario; lo abrió y cogió del altillo el vestido que poco antes María había encontrado allí escondido. Se dirigió de nuevo a la cama y se volvió a acostar. Ni si quiera, había visto que María estaba allí, por que permanecía con los ojos cerrados. Esteban, agarró fuertemente el vestido de María entre sus brazos; lo acercó a su cara e inspiró profundamente. Al instante, las convulsiones desaparecieron y él se relajó por completo.
M: ¡Dios mío! Utiliza mi recuerdo para sentirse mejor.
Unas lágrimas rodaron por sus mejillas. En ese momento, se había dado cuenta de que él verdaderamente la seguía amando, que no le había mentido. Esteban la amaba.
M: (pensando). Él me necesita, necesita tenerme cerca para sentirse mejor.
Sin pensarlo dos veces, se quitó la bata, se acostó a su lado y se acerco lo más que pudo a él. Al sentir el movimiento, Esteban, abrió ligeramente los ojos y al verla a su lado la estrechó fuertemente contra su cuerpo; apoyó su rostro en su pelo y volvió a inspirar profundamente entrando después en un profundo sueño.
María se quedó a su lado muy quieta, hasta que ella también podo dormirse.
Al día siguiente, los chicos fueron a visitar a Esteban, avisados por María. También les llevaron algunas cosas que ella les había pedido por teléfono. Cosas para el aseo personal, ropa para cambiarse, medicinas para Esteban y Víveres para unos siete días.
H: (preocupado) ¿Y qué te ha dicho tío Tomás María?
M: que es sólo una gripe pasajera. Pero debe quedarse en la cama durante tres o cuatro días y después debe guardar reposo otros tres días más, descansar mucho y tomar mucho líquido.
Es: pobre papá. Gracias a dios que estás tú para cuidarlo.
V: Alba dice que más tarde vendrá a cuidar de Esteban.
M: decidle a Alba que para eso ya me vasto y me sobro yo sola y que no se le ocurra aparecer por aquí para molestar.
Alex: yo me encargaré de eso. Me encanta la cara que pone cuando alguno de nosotros se enfrenta a ella.
Án: Bueno, ya vamos si no queremos despertar a papá.
Esteban estuvo todo el día dormido bajo los efectos de la medicación.
Ya entrada la media noche volvió la fiebre y con ella las convulsiones. María repitió la misma operación que la noche anterior y Esteban volvió a relajarse. Así durante cuatro noches seguidas.
En la mañana del quinto día, Esteban abrió por fin los ojos. En un principio no sabía muy bien donde se encontraba; tan solo reconoció sobre la almohada, aquel olor tan familiar y que lo hacía sentirse cómodo y protegido.
E: (pensando). María debe de estar muy cerca.
Sólo hasta que no pasaron unos veinte o treinta minutos, consiguió despertarse del todo y sólo entonces se percató de la presencia de María tumbada allí, a su lado, entre sus brazos.
El suave olor femenino, lo envolvía todo. Él bajo la cabeza y con el rostro apoyado sobre su pelo alcanzó a decir siete palabras que María escuchó perfectamente por que despertó en el mismo instante en que notó los movimientos de Esteban.
E: María, te amo, te he amado siempre.
Entonces, él bajó su cabeza y empezó a besar delicadamente la curvatura de su cuello mientras una de sus manos, bajaba acariciando su cadera hasta la rodilla y después más abajo hasta encontrar el filo de su camisón. Intentó tirar del camisón hacia arriba para deshacerse de él, cuando María reaccionó.
M: (se volteó y sus ojos quedaron frente a frente. Ella lo miraba con amor, con mucho amor). ¡Ahora no mi amor! Tenemos toda la vida por delante. Primero tienes que recuperarte.
E: (sin poder creer lo que acababa de oír) ¿Cómo me has llamado?
M: (con mucho cariño). Sí, te amo, a pesar de todo lo que pasó, nunca he dejado de amarte. Yo se que debería odiarte pero no puedo. Tú has sido el primer hombre en mi vida y serás el único. Te amo Esteban, te amo.
Lo besó suavemente como si tuviera miedo de hacerle daño con su beso, pero él la atrajo fuertemente hacía sí y la empezó a besar apasionadamente. Ella se apartó suavemente.
M: ya te he dicho que tenemos mucho tiempo Esteban ahora lo más importante es tu salud. Debes descansar.
E: Tú eres mi mejor medicina y debo tomarte para encontrarme bien.
M: no. Después de 18 años quiero que nuestro reencuentro sea perfecto y que nuestros cuerpos estén en las mismas condiciones para disfrutar de nuestro amor al máximo.
E: pero esperar ese momento va a ser un tormento, teniéndote tan cerca.
M: cuando yo crea que estás preparado para mí, te lo aré saber y será pronto mi amor, muy pronto. Yo tampoco puedo esperar mucho más.
Pasaron un par de días más, durante lo cuales los chicos, las tías y los amigos de Esteban pasaron por el departamento a visitarlo. El Jueves por la tarde, Esteban decidió salir un rato a caminar y a respira un poco de aire fuera del departamento donde había estado confinado por ocho días.
E: voy a salir a dar un paseo ¿vienes? Nos sentará bien después de tantos días sin salir de aquí.
M: no, ve tú, yo voy a terminar de recoger un poco el departamento y voy a llamar a Carlos que hace tiempo que no hablo con él.
E: está bien, enseguida regreso.
Mientras él estaba fuera, ella lo preparó todo para una cena romántica entre los dos. Unos días antes le dijo a Víbian y Estrella que llevaran su viejo vestido a la tintorería y había quedado como nuevo. Sólo esperaba que le quedara bien.
Lo preparó todo, se duchó y después se arreglo de la misma forma que lo hiciera aquel día durante aquel crucero.
Ella había llenado el pequeño saloncito de velas que desprendían un olor exótico, colocó varios jarrones con tulipanes rojos, apagó la luz y una suave música sonaba de fondo.
María, estaba dando los últimos retoques a su maquillaje cuando Esteban abrió la puerta del departamento.
E: (muy sorprendido buscaba a María con la mirada) ¿MARÍA?
Ella salió del cuarto.
Esteban se quedó sin habla al verla, cruzó el pequeño salón y se quedó allí mirándola sin pestañear siquiera.
E: ¡Dios mío, estas tan hermosa o más que aquel día!
El supo que María había decidido que ya era el momento de que sus cuerpos volvieran a encontrarse. Empezó a besarla con pasión, con pasión y anhelo. Anhelo de su olor, de su sabor, de sus besos, de sus caricias y de su cuerpo; ese cuerpo que lo enloquecía que lo llevaba hasta el más profundo de los abismos y después lo empujaba para volver a rescatarlo. De un sencillo movimiento, desató el lazo que sujetaba aquel vestido al cuello de ella. Al instante su cuerpo quedó al descubierto y por un momento, él la observó en silencio.
E: sigues siendo la más hermosa de entre todas las mujeres.
M: ¿y la cena?
E: la cena puede espera treinta minutos, yo no. (La besaba por todos lados).
M: ¿treinta minutos solamente?
E: quince al paso que voy.
M: procura que sean treinta o tendrás que visitar a un especialista en eyaculación precoz.
Desde el primer momento en que Esteban la tomó entre sus brazos aquella noche durante la acampada, María supo que más tarde o más temprano, le permitiría hacerle el amor y ese momento había llegado.
Los labios de Esteban se movían lenta y posesivamente sobre los suyos y ella le rodeó el cuello con sus brazos en señal de entrega. Esteban le besó la comisura de los labios y luego el lóbulo de la oreja. Deslizó sus manos por la espalda de ella hasta llegar a su cintura. María se estremeció. El deseo de Esteban era tan perturbador como, la más potente de las drogas. Sentía que la sangre hervía en su interior. El, le acarició el cabello con la yema de los dedos y luego el rostro.
M: sí. Oh, sí, Esteban por favor.
Una abierta satisfacción brilló en los ojos de Esteban. La tomó en sus brazos y la llevó apretada contra su pecho hacia el dormitorio, la tendió sobre la cama y luego se enderezó para recorrerla con una mirada tan ardiente que parecía atravesar su cuerpo.
E: ¿Estás segura?
M: (apenas podía hablar). Sí ¿y tú?
E: (él sonrió). Yo he estado seguro desde que te volví a ver en aquel hotel el día del cumpleaños de Ángel. Pero tú debes estar completamente segura. Después de esto, voy a exigirte que seas mi esposa en todos los sentidos y ya no podremos seguir manteniendo una relación de simples compañeros de cuarto.
M: (Murmuró). Ya lo sé.
E: me alegra que hayas venido a mí esta noche María. No ha sido sencillo esperarte.
M: ¿realmente estuviste esperándome?
E: sí y no sabes cuanto. Te he esperado durante 18 años.
María extendió la mano para tomar la de él.
M: ven, tómame.
Lentamente Esteban se sentó a su lado sobre la cama. La cálida palma de su mano se posó sobre uno de los senos de María, después se recostó sobre ella, atrapándola entre sus brazos.
E: te amo, María. Te amo.
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

EL CASTIGÓ DE AMARTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora