capitulo 5 (noche de enamorados)

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E: bueno, ¿y que toca ahora? ¿merienda o cena?
M: cena, por que el caballero ha dormido durante 10h seguidas. Han de ser las 11h de la noche más o menos.
E: ¿Qué? ¿Yo he dormido 10h seguidas?.. ¡No puede ser verdad!
M: pues, yo te aseguro que lo es.
E: Bueno ya vamos, no vayas a desmayarte de nuevo por la falta de alimento y la verdad es que yo ahora tampoco tengo fuerzas para sujetarte entres mis brazos para evitar que caigas. Necesito comer algo. (Incrédulo por que desde la muerte de su padre no había sentido la sensación de hambre).
Salen del camarote los dos divertidos por el comentario de Esteban y se dirigen al comedor.
Tras saciar su apetito, con una copiosa cena, decidieron dar un paseo por la cubierta para hacer bajar la comida.
La noche era perfecta para el amor. Un cielo lleno de estrellas, hacía de techo del mundo y una hermosa luna llena, se divisaba en el horizonte fundiéndose con la inmensidad de un mar que parecía un espejo en el que se reflejaban las estrellas.
Multitud de parejas de enamorados se veían por todos los rincones de la cubierta del barco llenándola de diferentes historias de amor.
M: ¿por qué no puedes creer haber dormido 10h seguidas? ¿A caso es que no duermes bien normalmente?
E: pues, la verdad es que desde que mi padre murió, no duermo más de 4h seguidas y tampoco había vuelto a tener sensación de apetito hasta ahora. (Su mirada se tornó triste y melancólica).
María, notó la tristeza en sus ojos y no pudo reprimir el impulso de abrazarlo.
M: no te entristezcas que yo estoy aquí para ayudarte (le susurró al oído).
Esteban se estremeció al sentir que su aliento le acariciaba el lóbulo de la oreja y la parte de atrás de su cuello. Todo su cuerpo se puso rígido. Hasta la parte más íntima de su ser reaccionó al contacto con esa mujer.
Y Ya no pudo controlarse más, ese era el momento, si, por fin había llegado el momento del no control, de besar a esa mujer, de acariciar hasta el más recóndito lugar de su cuerpo, de hundirse entre sus brazos y de declararle su amor por ella. Un amor que ya no tenía límites, un amor que le dolía y que lo salvaba a la vez. Un amor infinito que ya existiría en él para toda la vida.
Entonces apoyó sus manos en su cintura, la separó suavemente rozando su mejilla con la de ella y la colocó a pocos centímetros de sus labios.
Quería decirle muchas cosas. Quería preguntarle por sus sentimientos hacía él. Quería preguntarle si ella también lo amaba. Pero al sentirla tan cerca de él, sólo pudo articular dos palabras.
E: María, te AMO.
Y la besó. La besó de tal forma que con ese beso quería decirle a todo el mundo que esa mujer estaba prohibida para cualquier otro hombre, que era suya y sólo suya para siempre.
Pero de pronto sintió miedo, miedo de que ella no sintiera lo mismo por él, miedo de perderla por haberse precipitado, miedo a que ella le rechazara. Tan atemorizado estaba de enfrentarla que no se dio cuenta de que ella estaba correspondiendo a sus caricias y sus besos con la misma intensidad y con la misma pasión.
Entonces él la apartó de su cuerpo y la miró a los ojos esperando una respuesta.
Ella estaba entregada a él por completo pero alcanzó a decir.
M: yo también te AMO Esteban.
Y, ya no hubo miedos, no hubo dudas, solo amor, amor y pasión.
E: ¡que me has hecho! Brujita mía.
Y la besó, pero esta vez sabiendo que ella también lo amaba y que por fin era suya. Por fin eran suyos sus besos, sus caricias, sus pensamientos, sus sueños y lo más importante su corazón. El corazón de María le pertenecía y él no entendía que de bueno habría hecho en esta vida para que Dios le hubiese premiado con tanta dicha.
E: mi amor, tenemos que calmarnos un poco o te llevaré en mis brazos a mi camarote y te are mía sin importarme nada más.
M: ¡mmmm! Y ¿a que esperas? (Dijo entre divertida y enamorada).
E: Mi vida, no me hagas esto que no respondo ¡eh!
M: (casi rompe a reír) ok. Entonces mejor nos vamos a dormir y nos tranquilizamos un poco.
Empezaron a caminar. El la agarraba por la cintura y ella por la parte de debajo de la espalda y con su cabeza apoyada en su pecho, así en silencio llegaron a la puerta del camarote de María.
E: hasta mañana mi amor (y le da un besito en los labios).
M:(corresponde a su beso y le dice al oído). ¿No quieres pasar?
E: (con pasión). ¡MARIA!
Entonces ella entra en el camarote riendo y él se queda tras la puerta.
E: (pensando). María, te deseo, te deseo como nunca he deseado a nadie. Te AMO.
Y se va a regañadientes para su camarote.
Al día siguiente el barco hacía escala en la isla de creta y Erica y María habían decidido bajar a la isla para comprar el vestido que lucirían ambas en la boda de Rubén y Sara.
María ya se había bañado y arreglado y estaba peinando su larga melena cuando Erica se despertó.
M: arriba dormilona. Que se nos va a hacer tarde.
Er: y ¿qué prisa hay?
M: ¿como que qué prisa hay? ¡El vestido para la boda! O es que ya no te acuerdas de que mañana tenemos una boda muy importante y que no tenemos que ponernos gracias a que mi papá tuvo la genial idea de no avisar.
Er: (dando un salto de la cama). ¡Es cierto! Perdón pero se me olvidó.
M: claro. Mi amiguita solo tiene cabeza para pensar en mi hermanito ¡eh! (dijo divertida). O es que crees que no me he dado cuenta de que apenas hace un rato que te has acostado.
Er: (sonrojada). Es q la noche estaba preciosa en alta mar anoche.
M: ya, ya. Bueno mientras tú te bañas yo voy a despertar a mi hermanito y a Esteban.
Er: ¿A Esteban Dijiste?
M: si, a Esteban, el hombre que amo y que también me ama. (Dijo radiante de felicidad).
Er: María, ¿que es lo que pasó ayer después de que te pusieras mal durante la comida?
M: ¡Hay Erica! Fue todo tan maravilloso que casi no puedo creerlo aún. Pero ahora no tenemos tiempo, se nos hace tarde. Voy a despertar a mi hermano y luego voy a por Esteban que ya estará despierto. Nos vemos dentro de 1h en el comedor para desayunar. Ciao. Jajaja.
María se dirige al camarote de Esteban, pero al contrario de lo que ella pensaba, él aún dormía. La puerta del camarote estaba cerrada con llave y maría tuvo la genial idea de darle a Esteban una sorpresa. Por eso pidió al camarero el favor de que le abriera la puerta del camarote por que su hermano se había quedado dormido y tenían que salir a Creta a hacer unas compras. El camarero le abrió la puerta y se retiró.
M: gracias.
Cam: de nada señorita.
María entró en el camarote de Esteban y lo vio allí, tumbado en su cama, tapado sólo con una sábana fina que dejaba traslucir cada parte de su cuerpo, Por que Esteban dormía sin ninguna ropa. Sólo la sábana tapaba la parte inferior de su cuerpo dejando el torso al desnudo. Un torso fuerte y varonil.
M: (pensando). Dios mío, parece un dios griego.
Entonces paseó su mirada por ese cuerpo bajando por el torso hasta su cintura y luego hasta sus caderas. Esteban había estado toda la noche soñando con ella con las escenas de amor que habían compartido apenas unas horas antes y su excitación por este motivo era evidente.
María perdió el sentido y se acercó a él. Instintivamente, se sentó a un lado de la cama y paseó sus dedos por el pecho de él. Al sentir el contacto, Esteban despertó, abrió los ojos y al ver a María mirándolo con tanto amor, con tanta pasión y con tanto deseo. La atrajo hacia sí y la besó.
Este movimiento hizo que María quedara tumbada encima de él y el simple roce de sus cuerpos provocó que Esteban entrara en éxtasis y se dejó ir.
Después siguió besándola, acariciándola. Su larga melena consiguió escaparse del pasador que la tenía presa y cayó como una cascada por el rostro de él, esto hizo que Esteban volviera a excitarse y María lo notó, Notó la presión de Esteban cerca de sus caderas y se apartó de él. Se apartó de él asustada por la reacción que provocaba ella en ese hombre.
E: ¿Qué me haces Brujita mía? Esto no me pasaba desde que era un adolescente. Desde entonces no había vuelto a mojar mi cama.
M: (intentando volver a la realidad). Bueno, vamos, arriba que tenemos mucho que hacer hoy (seguía sin apartar la vista de él).
E: Ok, ¿acaso tienes la intención de mirarme mientras me ducho?
M: no, claro que no, te espero en el comedor para desayunar.
E: ¡mmmm! ¡Desayunar! Pues la verdad es que sí, necesito comer algo para reponer fuerzas.
M: (mirándolo con amor en los ojos). Sí por que después de lo que acaba de ocurrir (Con sarcasmo). jajaja.
E: te vas, ¡hoooo!
M: sí, si, ya me voy ya, jajajaja (saliendo por la puerta).
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