Capítulo.10 (El regreso a México).

927 65 6
                                    


Los días pasaron rápidamente para esos cuatro corazones enamorados.
El crucero había terminado, era la hora de volver a casa.
En el avión de regreso a México.
C: mis padres se van a poner muy contentos cuando les diga que aceptaste ser mi esposa.
Er; (sorprendida) ¡ellos ya lo sabían!
C: Si, mi amor, todos lo sabían excepto tú (divertido).
Er: ¿María también?
C: María también.
Er: ¡traidora! Ella sabía que yo también te amaba y me dejó sufrir hasta última hora.
C: no te enfades con ella, yo le pedí que no dijera nada.
Er: está bien, soy tan feliz que no me enfadaría por nada en estos momentos. (Lo besa en los labios).
Unos asientos más adelante.
Esteban y María iban abrazados igual que en el vuelo de ida. Ella tenía la cabeza apoyada en su pecho y él apoyó su nariz en su pelo e inspiró profundamente.
M: ¿Qué haces?
E: intentando graba en mi cuerpo tu olor, tu fragancia de mujer, para poder soportar el tiempo hasta que vuelva a verte el próximo sábado.
M: (divertida). ¡Pero si estamos a jueves! Sólo estarás sin verme un día.
E: que será el día más largo de mi vida.
M: ¿sabes? En cuanto llegue a casa voy a hablar con mi papá. Voy a contarle lo nuestro.
E: María mi amor. No creo que pueda soportar un noviazgo largo. ¿Por qué no nos casamos pronto? Yo te necesito mucho, necesito que estés a mi lado.
M: Ok, dame un mes para prepararlo todo. En un mes seré tu esposa.
E: ¡Un mes! Por que no mañana mismo.
M: creo que mi futuro marido es muy impaciente ¡eh!
E: con todo lo que se refiera a mi preciosa futura esposa, siempre voy a ser muy impaciente.
M: Pues tendrás que esperar. Yo tengo que preparar una boda y tú tienes que dejarlo todo arreglado en tu trabajo, por que yo quiero disfrutar de mi luna de miel.
E: Que será maravillosa, te lo prometo.
M: ¡sí! Y ¿donde me vas a llevar?
E: a Acapulco. Allí serás mía, mía para siempre.
El vuelo transcurrió sin problemas y unas pocas horas más tarde el avión aterrizaba en México.
Las familias de Erica y María estaban esperándolos en el aeropuerto.
CJ: ¡pequeña! Deja que tu padre te abrace. (La levanta en vuelo). Te he echado mucho de menos.
Ana: ¿Qué tal el viaje hijo? (lo abraza).
C: todo muy bien.
CJ: ¡Esteban, hijo! Déjame saludarte. La vez anterior no pude hacerlo por las prisas. Jajaja. Por poco perdéis el vuelo.
E: (le estrecha la mano). Encantado de volver a verlo señor.
CJ: no volvíamos a vernos desde hace seis meses, exactamente desde el funeral de tu padre.
E: (triste). Sí.
CJ: por cierto, ya me enteré de que conseguiste levantar con éxito las empresas San Román.
E: Sí, aún quedan algunos cabos sueltos por ahí pero gracias a Dios todo va por buen camino.
CJ: no seas tan modesto hijo. A mis oídos han llegado noticias de que todo va muy bien para tus empresas.
E: señor, yo se que no es el momento, pero no me gustaría dejar pasar más tiempo si decirle que
CJ: ya, hijo, ya. Carlos me contó todo anoche. Llamó para decirme que volvían hoy y Bueno entre nosotros nunca hobo secretos.
E: lamento no haber sido yo el que le informara de mis sentimientos hacia su hija.
CJ: ¿la amas?
E: con todo mi corazón, con toda mi alma.
CJ: ¿la harás feliz?
E: sí, se lo juro. Quiero hacerla la mujer más feliz del mundo.
CJ: Pues entonces no hay más que hablar. Les doy mis bendiciones y les deseo todo lo mejor.
E: gracias, señor. Prometo que no le defraudaré ¡Voy a decírselo a María!
CJ: (lo detiene). No, deja que ella me lo pida. ¡Me encanta como intenta manipularme cuando quiere sacar algo de mí!
E: si, ¿puede llegar a ser muy persuasiva, verdad?
Los dos ríen a carcajadas.
M: ¿se puede saber que es lo que traman ustedes dos?
Los dos chicos se despiden de sus novias.
C: mañana nos vemos, mi amor.
Er: Si, claro. Hasta mañana entonces. (Lo besa).
E: todo el día de mañana va a ser una agonía para mí por no poder tenerte a mi lado.
M: El sábado nos veremos de nuevo. Mi vida, yo también te voy a extrañar mucho. (Lo besa).
Ana: ¡María!
CJ: (abraza a su mujer). Déjalos mujer. Son jóvenes y se aman.
Los dos miran a sus hijos con amor en los ojos.
Ana: creo que nuestros hijos ya son mayores.
CJ: sí, pronto nos quedaremos solos tú y yo.
Todos se despiden.
Mansión San Román.
Llega Esteban, sus tías lo están esperando en la entrada.
A: Hola querido, que bueno que ya llegaste (lo abraza).
Cr: Estebancito, hijo, ¡ya regresaste!, ¿sabes?, te extrañamos muchísimo. (Lo mira). Te veo cambiado, hijo, cambiado y feliz.
E: (coge a Carmela en vuelo). Es que lo soy, tía soy muy feliz. Me caso, ¿sabes?, me caso.
A: (muy molesta). ¿Cómo que te casas? No me irás a decir que la estúpida y malcriada de Fabiola se va a salir con la suya.
E: ¿Fabiola? Al cuerno con ella. Me caso con María, la mujer de mi vida y lo aremos dentro de un mes.
A: ¿dentro de un mes? Y ¿quién es María?
E: es la mujer que amo, una diosa, el ser más maravilloso que Dios ha creado y por suerte para mí, mi futura esposa.
A: pero, no la conocemos de nada ¿Cómo puedes pensar en casarte con ella tan pronto? (se moría de celos).
E: pero yo si la conozco tía, y con eso vasta. Y ahora vamos a cenar tengo hambre y estoy muy cansado, necesito dormir.
Cr: ¡Hay, hijito! Ya tengo ganas de conocer a esa mujer que ha conseguido que mi querido sobrinito, tenga apetito y sobretodo que yo haya podido de nuevo verte reír.
E: La conocerás tía, el sábado viene a cenar, junto con su familia.
Cr: ¡Hay, sí! Y yo voy a encargarme de enseñarle la que pronto será su casa.
A: (furiosa). Bueno, Carmela. Deja ya de decir tonterías y vamos a comer, que la cena está servida.
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

EL CASTIGÓ DE AMARTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora