Capítulo. 27 (Esteban y María se casan por segunda vez).

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Los chicos se ocuparon de encargar y repartir las invitaciones.
Tal y como ellos habían predicho; todos quedaron impactados con la noticia. En sus rostros, se podía ver lo mal que estaban asimilando la idea de la boda entre sus padre y los chicos disfrutaban con cada invitación entregada.
El martes pasó casi sin que se dieran cuneta; ya que durante todo ese día, tuvieron que hacer el traslado de las pertenencias de María y de los chicos de una casa a la otra. María, se encargó personalmente de acomodar a los chicos en la casa San Román, de avisar al juez y del papeleo. Llamó a su hermano y le explicó la situación.
Carlos: ¿estás segura de lo que vas a hacer María?
M: si, lo he pensado fríamente y creo que es la única manera de que ambos recuperemos a nuestros hijos.
C: ¿has pensado que te estás metiendo de nuevo en la boca del lobo?
M: ya, pero así, también estaré más cerca de los lobos para intentar encontrar al verdadero asesino de Patricia.
C: te estás arriesgando demasiado, física y sentimentalmente.
M: es la única manera Carlos, créeme.
C: ¿sabe él que aún lo amas?
M: no, y no lo va a saber jamás. Ya le he dejado muy claro que entre él y yo no va a haber nada nunca más y que en cuanto solucionemos nuestros problemas le pediré el divorcio.
C: es que esos problemas a los que tú te refieres, pueden tardar bastante tiempo en solucionarse.
M: ¿estás conmigo Carlos?
C: ya sabes que sí, que te apoyaré en lo que decidas, pero no puedes reprocharme el que me preocupe por ti.
M: gracias, hermano. Gracias por tu apoyo.
C: espero que todo salga como has planeado. Cuídate.
Los chicos se encargaron del banquete, de los adornos y de las flores. El miércoles a las 7,30 de la tarde, Esteban y María se dieron por segunda vez el si quiero.
El banquete transcurrió tranquilo, Aunque con alguna que otra mirada de complicidad entre algunos de los invitados y la evidente furia de Alba que en toda la tarde noche no dijo ni una sola palabra. Ana rosa y Luciano se pasaron toda la noche juntos; parecía que la chispa había saltado entre ellos y Ángel presentó a su amiga Alma a todos. Leonel parecía un buen muchacho y estuvo varias horas charlando de su Vida y de negocios con María. Los invitados fueron retirándose y al final quedaron solos Esteban, María y los chicos.
H: ¡papá, María! Vengan con nosotros al despacho.
V y Es: (nerviosas). Sí vengan, vengan.
Alex y Ángel: les tenemos una sorpresa.
Todos entran en el despacho.
Án: Los chicos me han pedido que yo sea el portavoz de los cinco y que les dé las gracias por querer formar junto con nosotros una familia feliz y salta a la vista que muy numerosa y para agradecerles todo lo que nos quieren y todo lo que han hecho por nosotros; queremos entregadles esto
Ángel, extiende la mano y les ofrece una pequeña caja azul, atada con un lazo dorado.
Esteban abre la caja y encuentra dentro unas llaves muy familiares para él.
E: ¿Qué significa esto?
Es: cómo no quisieron aceptar que les regaláramos ese viaje a Acapulco. Hemos decidido que pasen la noche en el departamento de papá.
H: se que nunca has dejado que nadie excepto tú mismo pise ese departamento y que para ti es como un santuario desde la muerte de mamá. Pero ya va siendo hora de que eso cambie. María es tu esposa y ese departamento también es de ella ahora. Por favor papá, tienes que romper con el pasado. Sabemos que adorabas a mi madre; pero ahora debes ser feliz al lado de María.
Al escuchar María las palabras de sus hijos, un par de lágrimas rodaron por sus mejillas. Pero a la vez sentía miedo, miedo de entrar de nuevo en ese departamento, en ese lugar donde ambos habían sido tan felices y donde se refugiaban para estar alejados de todo y de todos y estar a solas, a solas ella y él.
Pero no se dejaría envolver de nuevo por los recuerdos. Ella no estaba dispuesta a pasar la noche a solas con él y menos en ese departamento. En cuanto salieran de casa, le pediría que la dejara en un hotel.
Án: papá, antes de negarte, piensa que
E: (no le deja terminar). Está bien, María y yo dormiremos fuera esta noche.
Esteban arrastró prácticamente a maría hasta su dormitorio y los dos cogieron ropa de dormir y para cambiarse al día siguiente. Los chicos les esperaban en la puerta para despedirlos. Héctor, Estrella y Ángel se sentían extrañados ante el hecho de que no hubieran tenido que insistirle a Esteban para que compartiera aquel piso con su nueva esposa.
Esteban que seguía arrastrando a María de una mano. Se despidió de los chicos, metió a María en el jaguar negro y salió en dirección al departamento. Mientras conducía, una terrible tormenta se desató sobre ellos y para colmo el coche se estropeó un par de kilómetros antes de llegar. Aparcaron el jaguar y siguieron andando bajo la lluvia hasta el edificio donde se encontraba el pequeño departamento.
M: mira Esteban, yo no estoy dispuesta a entrar en ese departamento contigo esta noche.
E: ¿Pero estás loca? ¿A dónde piensas ir a estas horas y con la que está cayendo?
M: buscaré un hotel para pasar la noche y mañana nos volveremos a ver aquí, en la puerta para regresar juntos a la casa y evitar sospechas.
E: mira María, ¿si no quieres que te cargue sobre mi hombro y te lleve a la fuerza hasta el departamento? Ya puedes empezar a entrar tu solita. Hace bastante frío como para que ahora empieces con tus excentricidades.
M: pero es que yo no quiero pasar la noche a solas contigo.
E: Nunca me he comido a nadie; pero puede que hoy sea la primera vez.
Esteban se acercó a ella con la intención de cumplir su amenaza; pero ella le empujó suavemente.
M: está bien. Subiré por que no me queda otra opción. Pero espero que el sofá del salón de ese departamento, siga siendo igual de cómodo que hace 18 años o mañana tu espalda, se va a arrepentir de todo esto.
Los dos, entraron en el departamento empapados y temblando de frío.
M: entra al baño y date una ducha caliente.
E: no, entra tú primera, no quiero que mi esposa se constipe en su noche de bodas.
M: no existe ninguna noche de bodas.
E: ¡María por favor! Entra en el baño de una vez, si es que no quieres encontrar a un témpano de hielo como marido al salir. Estoy muerto de frío.
María estuvo apenas unos 10 minutos en la ducha. Cuando salió, Esteban estaba helado y tiritando de frío. Decidió prepararle un baño caliente.
M: vas a estar un buen rato metido en el agua bien calentita para que se te pase el frío.
Intentó quitarle la gabardina y se dio cuenta que la temperatura de Esteban había subido varios grados.
M: Dios mío, estás enfermo. Entra en el baño y mientras yo llamaré a un médico. Tienes mucha calentura.
E: (temblando de frío) ¿Como no voy a tener calentura si esta es nuestra segunda noche de bodas y aún no he podido olvidar la primera?
M: ya te dije que no habrá tal noche de bodas. Vamos. Déjate de tonterías y métete en el baño enseguida.
Mientras Esteban estaba sumergido en la bañera, llegó Tomás el médico de la familia que se sorprendió mucho al ver a María.
T: (Abrazando a María). No sabes la alegría que me dio cuando me abriste esa puerta. Casi tienes que llamar a otro médico para que nos atendiera a los dos ¿pero cómo? ¿Tú no estabas ence
M: es muy largo de contar amigo mío. Ahora Esteban te necesita.
T: pues no le hagamos esperar más.
M: espera un momento le diré que estás aquí para que salga del baño de una vez.
María llamó por dos veces a la puerta pero Esteban no contestaba y decidió entrar.
Él estaba muy débil y ella tuvo que ayudarle a salir de la bañera, lo apoyó sobre el armario de baño y sacó de éste un albornoz blanco para cubrir a su marido. Cuando se dispuso a ponérselo, se dio cuenta de que él estaba totalmente desnudo.
M: (lo miraba apasionadamente y pensaba). Sigues siendo hermoso. Tu cuerpo, sigue manteniendo cada músculo en su lugar. La fuerza de tu espalda me sigue inspirando seguridad, tú trasero me sigue volviendo loca y tu tamaño sigue siendo el de antes; el mismo que me hacía suplicar de placer hace 18 años. Gracias a Dios que estás enfermo o no podría cumplir con la promesa que me he hecho a mí misma de no ponértelo fácil. De hacerte sufrir un poco. De verte suplicarme que sea tuya.
María cubrió a su esposo con el albornoz y lo acompañó hasta la cama. Después llamó a Tomás que después de reconocerlo, salió con ella al salón.
T: no te preocupe no es más que un enfriamiento. Le he administrado un antipirético, así que dentro de unos minutos le bajará la fiebre; pero seguro que le volverá a subir durante la noche y en los próximos tres días. Sólo debe tomar medicación para la fiebre, tomar mucho líquido y guardar cama durante una semana más o menos.
M: está bien, Tomás. Gracias por venir tan rápido y con la que está cayendo.
T: no hay de qué. Además de ser el médico de la familia. Esteban es mi amigo. No podía dejar de venir a verlo. Además de no haber venido, no habría recibido la sorpresa de volver a verte.
M: eres un encanto. Hasta pronto amigo mío.
T: adiós, María. Y ya sabes, si me necesitas no dudes en llamarme.
Después de marcharse Tomás, María se acercó a la cama. Vio como Estaban tiritaba debajo la ropa de la cama y empezó a buscar entre los armarios otra manta para ponérsela encima; de repente algo cayó desde el altillo de uno de los armarios.
M: ¡es mi vestido! ¡El mismo que llevaba el día de las bodas de plata de mis padrinos! ¡Esteban lo ha guardado durante todos estos años!
María volvió a colocar el vestido en su sitio y después se dirigió al dormitorio para cubrir a Esteban con la manta, se sentó en un sillón al lado de su cabecera y se dispuso a cuidarle durante toda la noche.
M: (con mucho cariño). Te ves tan enfermo, tan indefenso. Pero no te preocupes, mi amor, yo estoy aquí para cuidarte.
María se quedó embelesada en el sillón. Al cabo de unos minutos, sintió en penumbra cómo Esteban se levantaba de la cama.
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