Capítulo. 29 (La reconciliación).

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Esteban introdujo la mano entre los dos cuerpos y arrancó de un solo movimiento, el trocito de satén negro que lo separaba aún del cuerpo de su esposa; acarició suavemente la parte interna de las piernas de su mujer subiendo lentamente hasta alcanzar la cavidad femenina. María se estremeció, cuando los dedos de Esteban alcanzaron su objetivo.
E: mi dulce hechicera.
Ya nada le importaba en ese momento, excepto penetrar en ella sin más demora separó las rodillas de María y penetró en su interior de una sola vez, cubriendo la cavidad en su plenitud.
E: Dios, sí.
María gimió ante aquella deliciosa invasión. Con movimientos lentos y apasionados, los dos se dejaron caer por el precipicio de la pasión incontrolada, de la necesidad de sentirse y sentir que de nuevo el uno le pertenecía al otro, del anhelo de 18 años de soledad en sus corazones. Y en un instante de placer absoluto, sus cuerpos estallaron como un incendio caliente e inagotable, sin control alguno.
Durante mucho tiempo, permanecieron uno junto al otro hasta que María se movió contra el cuerpo de su esposo en un vano intento de incorporarse, pero él la estrecho con más fuerza entre sus brazos.
E: ¿te gustó?
M: Sí, mi amor. Ha sido bueno y muy intenso. ¡Sensacional y maravilloso!
E: ¿y por que te vas entonces de mi lado? ¿Acaso no quieres más?
M: Acabas de recuperarte de tu enfermedad y deberíamos acabar hoy aquí.
E: tú eres la mejor medicina para la enfermedad que padezco en estos momentos.
M: ¡ESTEBAN!
El estaba otra vez preparado para empezar de nuevo. Bajó su cabeza por entremedio de sus senos hasta su vientre mientras llenaba el recorrido con pequeños besos. Desde ahí bajó hasta donde poco antes él había entrado en ella. María arqueó su cuerpo para acercarse más a las exigencias de la boca de su marido y exhaló un pequeño gemido, al sentir como su lengua jugueteaba en su interior. Poco después él volvió a penetrar en ella una y otra vez hasta quedar exhaustos.
Ambos durmieron plácidamente hasta el otro día. A media mañana los despertó el sonido del teléfono. María fue la que logró despertarse y contestar.
M: ¿Bueno?
V: ¿no me digas que todavía dormían?
M: (que aún seguía algo dormida). ¿Quién es?
V: ¿Acaso ya no reconoces la voz de tu hija?
M: ¡Víbian! Perdona hija es que acabo de despertarme.
V: nos dijisteis que regresarían hoy a la casa y llevamos toda la mañana esperándolos.
M: está bien, creo que en un par de horas estaremos allí.
María despertó a Esteban; se ducharon, se arreglaron y salieron para la casa San Román.
Llegaron cuando todos estaban sentados a la mesa apunto de que les sirvieran la comida. Todos los chicos se levantaron y abrazaron y besaron a Esteban y a María.
Alba: (molesta) vamos, vuelvan todos a la mesa que ya es tarde.
E: por fin vamos a comer algo. Ya era hora.
Ese comentario hizo que los chicos empezaran con sus burlas durante toda la comida.
H: y por que tanto apetito. Parece que no hubiesen comido durante horas.
Alex: ¿Qué andarían haciendo esta parejita para no tener ni tiempo para comer?
V: claro ¿Cómo no pudieron tener su noche de bodas en su momento?
Es: así estaban durmiendo aún cuando hemos llamado.
Án: ¿No se para qué preguntan chicos si se les ve en las caras que no han dormido mucho durante la noche?
Alba: (muy molesta). ¡Ya está bien, chicos! Dejen ya de decir tonterías. Esteban ha estado muy enfermo como para pensar en esas cosas.
Car: y si mis chiquitos preciosos, se han pasado la noche en vela; pues sus motivos tendrán. ¿No les parece?
Todos saltaron en carcajadas.
H: te quiero tía, eres sensacional.
E: (divertido). Pues claro que teníamos nuestros motivos ¿Verdad mi amor? (Mira a María). Nunca se está lo suficientemente enfermo como para no disfrutar a la mujer que amas.
M: (sonrojada) ¡Esteban! En vez de calmarlos, tú encima los animas.
E: bueno y ¿qué han planeado para esta tarde? ¿Si quieren podíamos salir a cenar fuera?
H: yo no puedo papá he quedado con unos amigos.
Alex: pues conmigo no cuenten tampoco. Mañana tengo examen de biología celular y quiero meterme en mi cuarto a repasar.
V y Es: nosotras también hemos quedado con unos amigos.
Án: y yo he quedado con Alma para cenar.
E: a ver, a ver. ¿Con quien van a salir mis dos preciosas princesas?
Es: bueno, papá. Es que el jueves, víbian me enseñó una de las joyerías de María. Una que se encuentra en xochimico y allí conocimos a dos muchachos, Javier y Greco y nos han invitado a salir hoy.
V: sí, Esteban por favor déjanos ir. ¿Si?
E: pero para terminar de convencer a su padre. Dos señoritas van a tener que presentarme antes a esos dos caballeretes que pretenden salir con las dos mujeres más lindas de México.
Al poco rato llegaron los muchachos a por las chicas. Se realizaron las pertinentes presentaciones y después de que Esteban les pidiera a los chicos que no se tardaran mucho en regresar a las muchachas los cuatro se fueron. Luego las siguió Héctor. María y Esteban quedaron solos en el salón.
E: parece que esta noche tendremos la casa para nosotros solos mi amor.
M: no cantes victoria, aún quedan las tías.
E: (abrazándola). Pues va a ser que no. Por que también salieron para no se que recado y aún no han vuelto.
M: y ¿Dónde habrán ido?
E: no lo se, pero tampoco me importa. El caso es que nos han dejado solos. Así que prepárate para otro asalto de tu maridito.
M: Aún nos queda Alex.
E: pero él está encerrado en su cuarto estudiando. (La besa).
Una voz, se escuchaba desde la planta de arriba, desde el dormitorio de Ángel.
Án: papá, ¡PAPÁ!
E: ¿Qué quieres hijo?
Án: ¿puedes subir un momento para hacerme bien el nudo de la corbata?
E: (mira a su esposa divertido). Perdona mi vida, pero mis deberes de padre me llaman. No te vayas a ningún sitio que enseguida vuelvo y seguimos donde lo dejamos ¡Eh!
M: eres incorregible, ¿lo sabías?
Mientras lo esperaba, María decide ponerse un rato a leer, cogió uno de los libros de la estantería y se recostó en el sofá que le daba la espalda a las escaleras; de forma que aunque estaba allí leyendo nadie podía verla.
En unos minutos, padre e hijo bajaban por las escaleras charlando.
E: no creas que no me he dado cuenta de que últimamente estás muy sonriente ¡eh!
Án: es que soy muy feliz papá.
E: JaJaJa ¿y se puede saber el motivo?
Án: Papá, ¿Tú quisiste mucho a mi madre?
E: Mucho, ¡Mucho! Ha sido el amor de mi vida.
Án: ¿cómo sebes cuando de verdad estás enamorado?
E: verás hijo. El amor es un sentimiento que no se puede ocultar, ni tampoco explicar. Hay quienes tratan de definirlo, pero nunca nadie lo ha logrado por completo; cada quién lo vive de forma diferente. Yo te puedo decir, que es el sentimiento más hermoso que pueda existir. Todo es maravilloso, cuando la persona que amas, te corresponde y está a tu lado. Aunque, muchas veces la desgracia se atraviesa en el camino de los enamorados, obligándolos a separarse. Pero aún así, cuando el amor es verdadero, soporta el tiempo y la distancia. Y si acaso la persona amada regresa a tu vida; te das cuenta de que nunca has dejado de amarla y de que va a estar en tu corazón para siempre.
María escuchaba con lágrimas en los ojos la conversación entre padre e hijo, oculta tras la cabecera del sofá. Cuando Ángel salió de la casa ella se incorporó.
E: ¡Ah! ¿Estabas ahí? No te había visto.
Se acercó a ella y vio sus lágrimas.
E: ¿Por qué lloras?
Se sienta a su lado y la abraza.
M: ¿Me prometes que me vas a llevar en tu corazón para siempre?
E: Sí mi amor. Te tuve, te tengo y te tendré en mi alma para siempre.
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