Capítulo. 32 (Segunda reconciliación).

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Esteban se dejó caer en el sofá, aún muy impresionado las lágrimas seguían rodando por sus mejillas. María, se sentó en sus rodillas, le tomó las manos y empezó a jugar con sus dedos.
M: ya está mi amor. Ya estoy de regreso.
Él la abrazó por la cintura, apoyó su cabeza en su pecho y empezó a llorar como un niño pequeño.
E: No vuelvas a escapar de mí nunca más. Cualquier problema que se nos vuelva a presentar en la vida, podremos solucionarlo siempre y cuando estemos juntos. Prefiero que me insultes e incluso que me pegues; pero jamás vuelvas a dejarme solo. Sin ti, estoy perdido. Ya fueron bastantes 18 años de no tenerte, de anhelarte y de estar muerto en vida. Si te vuelvo a perder ahora que te he recuperado y que vuelvo a sentirme vivo. Esteban San Román dejaría de existir.
M: ¿tanto me amas?
E: más que a mi propia vida.
La besó de nuevo de una forma intensa, descontrolada, intentando creer que ella estaba allí con él, sentada en sus rodillas y que aún lo amaba, que lo amaba con la misma intensidad que él a ella. Necesitaba más. Necesitaba poseerla para cerciorarse de que era suya, de que estaba junto a él y le pertenecía y empezó a desabrocharle la chaqueta.
M: (deteniendo su mano y separándose de él). Sí mi amor, voy a dejar que me poseas, pero antes tenemos que hablar.
E: entiendo, ¿quieres hablar de Rebeca?
M: si, pero primero tienes que dejar que te cuente algo.
E: Te escucho.
María explicó a Esteban, toda la historia que le había contado Ana Rosa. Cuando le dijo lo de su tía, Esteban se levantó de un salto del sofá, tan bruscamente que casi tira a María.
E: ¿pero es que acaso mi tía se volvió loca? No puedo creer que llegara a tal extremo para evitar que otra mujer gobernara en esta casa.
M: Esteban llevo dándole vueltas a esta idea desde que he vuelto a vivir a esta casa y he llegado a una conclusión que no te va a gustar escuchar.
E: ¿Por qué?
M: creo que la dedicación que tiene Alba hacía ti, es excesiva. Cuando nos casamos la primera vez ella no me soportaba, pero es que ahora yo creo que hasta me odia y si como me dijo Ana Rosa ha sido igual con todas las mujeres que se han acercado a ti (lo dijo con celos en los ojos), sólo me queda pensar una cosa. Esteban creo que Alba está enamorada de ti. Te ama como mujer.
E: ¡María! Eso es imposible. Ella es mi tía.
M: y entonces que explicación puedes darme de su comportamiento.
E: Desde que murió mi madre, su hermana, ella se ha hecho cargo de esta casa y ahora no quiere perder su lugar. Eso es todo.
M: está bien, piensa lo que quieras. Pero el tiempo me dará la razón. Y cambiando de tema. Tengo que informarte de que no he dormido sola anoche.
Esteban cambió de color al recordar que fue Luciano quién la trajo a la casa.
M: (divertida por la cara de Esteban). No pongas esa cara hombre. (Se acerca a él y lo besa. Ya sabes que el único hombre con el que podría hacer el amor es contigo. ¡Aunque estoy pensando en probar algo nuevo!
E: (hirviendo de celos). Ni se te ocurra o me convierto en un asesino. (Intenta sujetarla pero ella lo corretea).
M: pero mi maridito por lo que veo, si que ha tenido varias palomitas revoloteando a su alrededor. Claro tengo un marido tan interesante y guapo que las mujeres se pegarían por él. (Las últimas palabras las dijo con lágrimas en los ojos).
E: dejemos ya este jueguecito. Ya ha llegado demasiado lejos.
Esteban la sujeta contra su pecho y con la yema de los dedos le levanta la barbilla, para mirarla a los ojos.
E: ¿ves?, al final te has puesto triste. Mi amor te juro que solo fue sexo nada más. Nunca pude encontrar otra mujer que pudiera ocupar tu lugar en mi corazón. Mi corazón siempre te ha pertenecido, siempre ha sido tuyo y siempre será así.
M: y ahora todo tú cuerpo también me pertenece y es mío solo mío y espero que siga siendo así para siempre.
La tristeza de los ojos de María se convirtió en pasión.
E: ¿lo dudas?
M: No, estoy totalmente segura.
Se enganchó de su cuello con ambos brazos y lo besó apasionadamente. Esteban se sorprendió ante el asalto de su esposa. Quería alzarla en brazos y llevarla al dormitorio. Pero una duda le corroía las entrañas.
E: (hablaba y la besaba a la vez).mmm María.
M: mmm ¿qué?
E: mmm ¿con quién dormiste anoche?
María se separa de sus labios para contestar.
M: ¿estás intrigado, eh?
E: más bien desesperado diría yo.
M: jajaja. Con Ana Rosa. Pasé la noche con Ana Rosa.
E: (no cabía en su asombro) ¿con Ana Rosa?
M: sí, mi amor ella y Luciano se casaron durante la semana que tu estuviste enfermo.
María soltó otra carcajada ante la cara de sorpresa que puso su marido.
M: (aún riendo). Perdón pero no pude contenerme.
E: no lo hagas. Me encanta verte reír.
La tomó en sus brazos con una sola mano y María abrió sus piernas y rodeó con ellas las caderas de él. Mientras la besaba, con la otra mano terminaba de desabrocharle la chaqueta mientras subían por las escaleras en dirección a su dormitorio.
M: (sin ganas de recordárselo). ¿Y el trabajo?
E: como ya te dije una vez, a eso voy precisamente, a trabajar contigo.
La chaqueta de María ya estaba desabrochada por completo y Esteban le besuqueaba el cuello y los hombros. Cuando pasaron por la puerta del dormitorio de Alba, el mordisqueaba su sujetados. La puerta estaba entreabierta y Alba los miraba mientras se dirigían a su habitación. Las miradas de las dos mujeres se encontraron.
M: (haciendo un gesto con la mano). Adióssss.
Llegaron a su habitación y mientras Esteban desabrochaba la cremallera del pantalón de maría
E: ¿a quién has saludado antes?
M: a Alba que nos miraba desde su habitación.
E: pues ni la he visto.
M: (divertida). Es que estabas muy ocupado mordisqueando mi sujetador.
E: que por cierto sabe muy bien.
M: (muy divertida). El que tu tía Alba nos sorprenda juntos y en estas condiciones, se está convirtiendo en una costumbre muy divertida.
E: (la tumba sobre la cama). Eres perversa, pero te amo igualmente en todas tus facetas.
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