A la mañana siguiente, Carlos esperaba a Esteban muy impaciente por que se les hacía tarde para la cita que tenían con el psicólogo de María. Ya eran las 8,35 de la mañana y tenían la cita a las 9,00. En unos instantes, Esteban bajaba las escaleras radiante. Estaba recién duchado y se había puesto el perfume que a María tanto le gustaba. Lucía un traje chaqueta gris perla que combinó con una camisa de un blanco impecable y una corbata a rallas oblicuas en diferentes tonos de gris; incluso se había puesto en la solapa una medallita de la virgen de Guadalupe que María le regaló en el último aniversario que pasaron juntos antes de que la encarcelaran.
C: ¡Chico, parece que vas a una boda!
E: Comprende que tengo que reconquistar a una mujer espectacular.
C: Muy bien. Esa es la actitud que quiero ver en ti.
Los dos hombres llegaron a la clínica y antes de ver al psicólogo, Pasaron por la habitación de María. Al entrar, se asustaron mucho al ver la cama de María vacía y levantada como si estuviese desocupada.
E: (a una enfermera que pasaba por allí). Señorita por favor ¿La señora San Román?
Enfer: la han trasladado esta mañana a otra habitación. Ahora se encuentra en la habitación 512 en la segunda planta.
Los dos a la vez se dirigieron directamente al ascensor y llegaron a la habitación 512. Parecía una habitación especial; donde toda la pared que separaba el pasillo de la habitación en sí, era un enorme cristal desde el que se veía toda la habitación desde fuera pero nada desde dentro. María se veía mucho mejor que el día anterior. Ella estaba sentada en la cama charlando animadamente con una de las enfermeras incluso llegó a soltar una carcajada cuando ésta le comentaba algo sobre una caída que tuvo en uno de los quirófanos. Esteban no podía creerlo. Con tan solo 12 horas de sueño, su esposa había recobrado su alegría. Se la veía feliz y esa felicidad la hacía bella: A pesar de sus cicatrices y moratones ella seguía luciendo muy hermosa.
Quisieron pasar a verla, pero la enfermera les dijo que el doctor había prohibido cualquier visita que no estuviese confirmada por él. Entonces decidieron ir a hablar directamente con ese psicólogo.
En el despacho del psicólogo.
Ps: ¿Sí? ¿Quién es?
C: somos el hermano y el esposo de la señora San Román.
Ps: si claro. Pasen, pasen y siéntense.
E: bien doctor usted dirá.
Ps: ¿quién es el hermano y quién el marido?
E: (alargando la mano) Yo soy su esposo.
Ps: muy bien. Su esposa se ha despertado muy temprano y eso nos ha dado tiempo para hacerle una serie de preguntas a las que ha contestado muy despierta; y centrada en lo que decía. Aunque sigue sin recordar nada desde que abandonara la universidad. Los recuerdos desde ese momento hacía atrás, están muy claros en su mente; por lo que gracias a dios no nos encontramos ente un problema de amnesia, si no, ante un bloqueo provocado por un suceso impactante para ella.
C: ¿Y que diferencia hay?
Ps: toda la diferencia. La amnesia puede durar años; incluso puede ser irreversible. El bloqueo se deshace en de la misma forma que se produjo. Sólo hay que esperar a que sea ella misma la que quiera desbloquearse y para eso necesito la ayuda de ambos.
E: Díganos lo que tenemos que hacer, Doctor. Haremos lo que sea para ayudarla.
Ps: Muy bien. Carlos usted debe encargarse de tranquilizarla es muy importante que se sienta segura; así que mientras le presentamos de nuevo a su marido y a sus hijos, usted debe permanecer a su lado en todo momento y no le mienta nunca. Si quiere puede omitir la verdad, pero mentirle; nunca.
C: como usted diga.
Ps: Esteban. Usted debe tener mucha paciencia. De momento lo más importante es que vuelva a ganarse su confianza, pero sin tratar de atosigarla.
E: está bien doctor. Tendré paciencia ¿Podemos ir a verla ahora?
Ps: No pueden. Deben ir a verla enseguida. Les estaré observando a través del cristal para ver la reacción de ella.
C: Hágalo como quiera. Pero necesitamos verla, ya.
Ps: está bien. Vamos entonces.
En cuanto María vio entrar a su hermano en la habitación, su rostro se iluminó de felicidad.
M: ¡CARLOS! ¡Hermanito! Ven. Abraza a tu hermana que te ha echado mucho de menos ¿Dónde estabas sinvergüenza? Has dejado a tu hermana sola en este hospital, muy enferma y sin conocer a nadie. Esto no te lo voy a perdonar ¿Eh?
C: (La abraza llorando). Hola preciosa ¿Cómo se encuentra mi pequeña insolente?
Así solía llamarla durante aquella época de su vida.
M: Algo rara. Mira ven, siéntate aquí (dio dos palmaditas en el filo del colchón de su cama). Escucha. En este hospital están todos locos. Dicen que estoy embarazada pero yo no recuerdo haber tenido relaciones con ningún hombre nunca y aunque me llame María, ¿no creo que me haya quedado embarazada del espíritu santo igual que la virgen?
Carlos estalló en carcajadas al igual que Esteban que hasta ese momento se había quedado un poco rezagado en el umbral de la puerta.
M: Perdona. No me fijé en que venías acompañado ¿No me presentas a tu amigo?
C: Si claro. El es Esteban San Román.
M: (Extendiendo su mano). Encantada.
E: (Estrecha su mano). El placer es mío.
Cuando sus manos entraron en contacto, ella sintió un escalofrío que le subía por la espalda y que le resultó muy familiar.
M: ¿De qué se conocen? ¿No recuerdo haberlo visto antes por casa?
C: Tenemos un importantísimo negocio que realizar juntos.
M: Escucha hermanito. Dile a Erica que venga a verme; ya sabes lo que me aburro si estoy mucho tiempo sin verla y si papá llama desde Europa, no le digas que me he caído por las escaleras. Conociendo a mamá, cogerían el primer vuelo que saliese para México.
C: Bueno, ahora vas a perdonar a tu hermano pero si quieres ver a Erica tienes que permitirme ir a buscarla.
M: Si ve. Tráemela ya. Necesito contarle algo urgentemente. En cuanto a usted señor San Román. Espero volver a verlo muy pronto. (Le guiñó un ojo).
E: No me iré muy lejos. Esteré ahí afuera, esperando a tu hermano.
M: (Tuteándole también al ver que él lo había hecho primero) ¿Y para que te vas a quedar ahí afuera? ¿Acaso Carlos te ha pedido que me vigiles mientras él no está? Muy clásico de parte de mi hermanito. Ahora me pone un guardaespaldas ¿acaso piensa que voy a salir de esta habitación con el aspecto que tengo? Jamás podrán sacarme de este sitio hasta que mi cara no vuelva a ser la de antes.
E: No soy tu guardaespaldas, aunque me encantaría serlo y estaré ahí afuera por si necesitas algo.
M: Está bien. Haz lo que gustes.
Cuando Esteban salió de esa habitación, pudo comprobar que toda la familia excepto Alba, para variar. Se encontraba tras ese cristal. Carlos, Erica y Carmela se sonreían divertidos y los chicos se reían a carcajadas.
Alex: ¡Guau! Papá. Creo que mamá con 20 años, ya tenía mucho carácter.
Es: Siempre quise saber a quién le debía mis locuras de adolescente y ahora se la respuesta.
E: Ya está bien, chicos. Esto no es para tomarlo a risa. (Pero él también estaba bastante divertido).
Diez minutos más tarde, Erica entraba a ver a María.
M: ¡Erica amiga mía! Creo que tengo a Carlos muy bien enseñado. Lo mandé a buscarte y ya estás aquí ¿Ni que te tuviera escondida detrás de la puerta?
Todos permanecían detrás del cristal viéndolo y oyéndolo todo incluido Esteban.
M: Ven amiga, acércate. Tengo que contarte algo. Carlos ha venido a verme y ha traído con él a un amigo suyo que está como un tren. Erica, chica. Es altísimo, guapísimo, con una espalda más grande que la puerta y unos ojos verdes que quitan el sentido y además me ha dicho que no le importaría ser mi guardaespaldas. Lo que él no sabe es que a la que le gustaría guardarle las espaldas es a mí por que tiene un trasero espectacular.
Er: (Que sabía que todos la estaban escuchando desde afuera; Casi rompe en carcajadas) María por favor. Si está ahí afuera, podría escucharte.
M: No me importa si me escucha. Así sabrá que me gusta y me será más fácil convencerle en cuanto salga de este sitio, de que me invite a salir con él de vez en cuando ¿Quieres verle? Mira ven. Estará sentado ahí afuera.
En cuanto los chicos y los demás se dieron cuenta de las intenciones de María de sacar la cabeza por la puerta para mirar fuera buscando a Esteban, se sentaron de inmediato en la sala de espera cada uno en un sillón aguantando la risa. Hasta Esteban tuvo que hacer un gran esfuerzo por no reírse cuando observó las dos cabezas asomándose por la rendija de la puerta.
Después las dos mujeres volvieron al interior de la habitación y los demás al cristal; pero esta vez todos muertos de risa.
V: (Muy divertida). Tío Carlos ¿De verdad mi mamá era sí?
C: Si. Y me temo que esto sólo acaba de empezar. Nunca creí tener que volver a soportar las locuras de juventud de mi hermanita. Prepárate Esteban por que no sabes lo que te espera.
H: Papá. Debiste pasártelo bomba al lado de una chica como esa.
E: ¡Héctor! Esa chica como tú la llamas, es tu madre y tiene 43 años; aunque ahora no lo parezca.
Án: Pues a mí me encantaría irme de fiesta con esa preciosa joven de 43 años. Tiene que ser una pasada.
E: ¡Sólo me faltaba eso por escuchar hoy! Que mis cinco hijos, los dos que espero y mi mujer se fuesen de fiesta dejando a papá en casita con las pantuflas puestas.
Todos reían muy divertidos; incluso Esteban tuvo que reírse ante semejante idea.
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EL CASTIGÓ DE AMARTE
Romantikhola le traigo esta historia espero la disfruten tanto como yo fue escrita por ARECIA no es mía si les gusta dejen sus comentarios y ⭐⭐ les dejo un pequeño avance