Capítulo 47 (Repíteme eso).

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Esteban la besaba por todos lados. Besaba su boca, su cuello, sus hombros. Mientras la besaba, desabrochó el pequeño sujetador que ella llevaba puesto ese día y sus senos quedaron de inmediato al descubierto, al alcance de su boca. Él se agachó para saborearlos mientras ella enredaba sus dedos entre su cabello, presionando su cabeza contra sus pechos. María, gritó de placer al sentir como la lengua de él jugueteaba con sus pezones.
Un poco más tarde, la levantó en sus brazos para llevarla a la cama.
M: (pensando). MI amor, sigues manteniéndote tan fuerte como antes. Tu cuerpo, sigue manteniendo su sensualidad intacta. El paso del tiempo ha sido benévolo contigo. Sigues siendo un hombre muy varonil y atractivo, muy atractivo. Sigues siendo mi hombre ideal. Bueno, el mío y el de muchas otras, por que seguro que muchas mujeres aún seguirán deseándote. Pero eres mío, sólo mío; mío para siempre. Hasta que Dios decida separarnos.
Esteban la depositó suavemente sobre la cama, sin dejar de saborear cada parte de su cuerpo.
M: Esteban
E: ¿mmmmm?
M: dime que me amas sólo a mí y que serás sólo mío. Sólo mío y para siempre.
E: no lo dudes nunca mi vida. Soy sólo tuyo y tú eres solo mía. Mi amor, mi cuerpo y mi alma te pertenecen por completo. Sólo a ti puedo entregarme completamente. Solo tú puedes tener mi cuerpo y mi alma a la vez y hacerme feliz. El hombre más feliz del mundo. Tú sólo sigue a mi lado y te prometo demostrártelo todos los días.
Pocos segundos después, él penetró en ella. Sus cuerpos encajaban a la perfección y juntos, conformaban un solo cuerpo, un solo ser, un solo corazón y un solo destino.
Los dos corazones, volvieron a fundirse en uno solo; y esta vez ambos sabían que sería para siempre.
Ya no había retorno. En realidad nunca lo hubo.
E: ¿sabes? Eres la mujer que nació para mí. Tú has venido al mundo con el único propósito de ser mía.
M: y tú, el hombre que ha nacido para ser mío.
E: te adoro mi amor. Tú eres mi enfermedad, mi médico y mi medicina. Tú lo eres todo. Sin ti no hay nada, sólo oscuridad y dolor.
Los dos llegaron al éxtasis. Sus fluidos se entremezclaron dentro del cuerpo de ella, invadiéndolo de un calor placentero; mezclando cuerpo con cuerpo, sangre con sangre y corazón con corazón.
Los dos permanecieron largo rato descansando del arrebatador acto de amor que acababan de culminar.
M: menuda sorpresa se van a llevar los chicos cuando nos vean juntos en el aeropuerto para despedirlos.
E: si, tienes razón. (Besando suavemente la curvatura de su hombro).
M: Esteban.
E: ¿mmmm?
M: ¿y si volvemos a México con ellos?
E: (recordando lo del testigo) ¡No! No podemos. Es que aún no te he contado algo muy importante, se me había olvidado ¿Sabes? Cuando te tengo entre mis brazos, me olvido hasta de seguir respirando.
M: te amo.
Ella intentó besarle de nuevo; pero él colocó uno de sus dedos índices sobre sus labios para impedir el beso.
E: No, mi amor. Si me besas, no podré contenerme y te volveré a hacer el amor; y ya te dije que tengo algo muy importante que decirte.
M: ¿Y que puede ser más importante que esto? (Intenta besarle de nuevo).
E: (suplicante) ¡María! ¡Por favor!
M: (se incorpora y se sienta en la cama con la espalda apoyada en la cabecera de la cama y los brazos cruzados delante de su pecho). Está bien ¿Se puede saber que es tan importante como para que mi marido no quiera terminar de cumplir con su esposa esta noche?
E: (se incorpora también quedándose sentado a su lado). Escucha mi amor. He encontrado a un testigo que jura haber visto al verdadero asesino de patricia saliendo de su habitación justo después de que sonara el disparo y que te vio entrar en ella cuando Patricia ya estaba muerta tumbada en el suelo. Dice que era un hombre y que puede identificarlo.
María no podía articular palabra. No podía creerlo.
M: ¿qué? Repite eso.
E: Cuando fui a pedir mi reserva en el hotel, el gerente me contó que el lo vio todo. Por lo visto ha estado arrepentido toda su vida y quiere repara el daño que hizo con su silencio. Mañana temprano Luciano llegará a Aruba con unas fotos de Diego, Bruno y Demetrio. Ellos junto conmigo, fuimos los únicos hombres que fuimos a ese viaje.
María dio un salto de la cama y comenzó a vestirse.
E: (agarrándola por los antebrazos). ¿A dónde se supone que vas?
M: A convertirme en una verdadera asesina. Voy a matar a ese hombre. Voy a hacerle pagar con su vida el daño que nos hizo a nosotros y a nuestra familia.
E: (Con mucho cariño). Vuelve a la cama mi amor. No cometas una locura. Cálmate.
M: (encolerizada). Pero ¿cómo puedes pedirme que me calme? Ese hombre lo sabía todo. Sabía la verdad y permitió que me encerraran de por vida. Yo le mato. Te juro que le mato.
E: jajajaja.
M: ¿ríes? Pues no tiene ninguna gracia.
E: Una vez me dijiste que cuando me enfadaba, todo el que estuviera a mi lado tenía que salir corriendo.
M: si, ¿y a que viene eso ahora?
E: que cuando tú te enfureces lo mejor es esconderse debajo de las piedras jajaja.
M: (mas tranquila). Sabes estás muy graciosillo esta noche.
E: anda mi amor, vuelve a la cama. Tenemos que descansar que mañana hay que madrugar.
María volvió a la cama y después de volver a amarse apasionadamente; los dos, abrazados como siempre, se quedaron profundamente dormidos.
A la mañana siguiente llegaron al aeropuerto cogidos de la mano. Sus hijos no podían salir de su asombro. Incluso Carlos Y Erica se sorprendieron al verlos llegar juntos y felices.
H: ¿Así que habéis solucionado vuestros problemas y sus hijos somos los últimos en enterarse?
M: No te enfades hijo. En realidad hace tan solo unas horas que su padre y yo volvemos a estar juntos.
V: ¿entonces vuelven con nosotros a México?
E: No, hijos. Aún tenemos un asunto muy importante que solucionar en Aruba.
Es: ¿y cual ese asunto que para ustedes es más importante que sus hijos?
E: verán. Hemos encontrado a un testigo que nos puede decir quién es el verdadero asesino de Patricia.
Alex: ¿Qué? ¿Y quién es esa persona? ¿Por qué ha guardado silencio por tantos años?
M: Al parecer cuando ocurrieron los hechos; él era solo un muchacho y el asesino lo amenazó de muerte.
La llamada pera el vuelo de los chicos se estaba realizando en ese momento.
C: vamos, vamos, o perderán el avión.
M: (mientras se despedía de los chicos). Tengan un poco de paciencia. Muy pronto estaremos allí con ustedes.
E: Decidle a Ángel que todo va bien; pero no le digáis nada a las tías de momento. No quiero que tía Alba sepa aún que vuestra madre y yo volvemos a estar juntos. Por favor, es muy importante que no lo sepa; por que no se cual sería su reacción.
Los chicos se marcharon y Carlos, Erica, María y Esteban se quedaron en el aeropuerto en espera de la llegada de Luciano.
Mientras esperaban, Esteban contó todo a Carlos y Erica mientras desayunaban en la cafetería del aeropuerto y un par de horas después, llegaban Luciano y Leonel.
E: ¡Leonel! ¿Qué haces tú aquí? ¿Sabes que siempre preferí que te mantuvieras al margen en este asunto?
Le: lo siento Esteban. Pero ya no puedes hacer nada por evitarlo. Ella era mi madre y yo, necesito saber quién fue su asesino.
E: está bien. Ya sabes que para mí eres como un hijo y lo último que deseo es que sufras. Por eso te he protegido siempre de la verdad.
Le: no te preocupes Esteban. Ya lo se todo. María me lo contó todo cuando comimos juntos el mismo día de su atentado.
Esteban, miró a María muy sorprendido.
M: tenía que decírselo mi amor. Él se merecía saber la verdad. Además ya sabes que no se mentir.
E: (la abraza). ¿Nunca dejarás de sorprenderme verdad? Verdaderamente, tengo a la esposa más maravillosa del mundo y con un corazón que no le cave en el pecho. Me va a faltar tiempo para agradecerle a Dios que vuelvas a estar conmigo. Te amo.
C: Venga ya, par de enamorados que tenemos mucho que hacer esta mañana.
Los seis se dirigieron directamente al hotel y en cuanto llegaron, buscaron al gerente y Luciano le mostró las fotografías. Después de observarlas atentamente durante un buen rato, el gerente señaló a uno de ellos.
Ger: este. Este es el hombre que vi salir aquella noche de la habitación y el mismo que me amenazó de muerte.
L: ¿está seguro?
Ger: totalmente.
Le: ¡Demetrio! ¡Demetrio fue el que asesinó a mi madre!
L: ¿querrá testificarlo ante un juez?
Ger: por supuesto. Ya no le tengo miedo a ese asesino. Ya no tengo 16 años.
Leonel y María se abrazaron llorando. Al parecer y después de tanto tiempo, la verdad saldría a la luz y Demetrio iba a pagar por sus maldades.
Todos salieron para el juzgado y Basándose en las pruebas, pidieron al juez que tramitara la extradición de Demetrio.
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