Capítulo. 42. (María vuelve a Aruba).

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Erica no podía creer en lo que estaba viendo.
Er: ¡María! ¿Pero chiquilla que haces aquí? ¿Qué ha ocurrido?
Carlos, que se encontraba sentado en uno de los elegantes sillones del salón, leyendo cómodamente un periódico, escuchó el nombre de su hermana y salió corriendo hacía la puerta.
Al ver el estado en el que se encontraba María, la estrechó con ternura entre sus brazos.
C: ¡Dios mío! ¿Qué te sucede ahora? ¿Es que jamás vas a poder ser feliz? Vamos, pequeña, cuéntale a tu hermano que es lo que ha pasado.
Carlos acompaña a su hermana hasta el salón, la sienta en el sillón donde poco antes había estado él y acerca una pequeña silla, para acomodarse a su lado y escuchar lo que María tenía que decirle.
Ella, le contó lo del incendio en la casa de sus padres, lo que había ocurrido con Esteban en las empresas y más tarde lo ocurrido con Gladis en el departamento. También le contó los planes que tenía de abandonar a Esteban y buscar un apartamento allí en Araba, para evitar que Esteban la encontrara alguna vez.
C: no María. De eso nada. Puedes quedarte aquí en casa con nosotros. Así podremos cuidar mejor de ti entre todos. ¿Quién te va a cuidar mejor que tu hermanito?
Er: (que entraba en ese momento, con una taza de tila entre las manos para María). Y yo, María. Yo también voy a cuidar de ti; por todas las veces que tú lo has hecho por mí.
M: (abrazando a su hermano y cuñada a la vez). Yo estaría encantada de quedarme con ustedes; pero aquí, tarde o temprano, Esteban me encontraría.
Er: está bien, será como tú dices. Pero esta noche te quedas aquí. Mañana saldremos los tres para buscarte un buen departamento. Pero mientras lo encontramos o no, puedes quedarte el tiempo que quieras.
M: (llorando). Gracias. Gracias a los dos por quererme tanto.
C: (intentando que María se calmara un poco). Se de alguien que en cuanto vuelva a casa, se va a poner muy contento en cuanto te vea.
M: es cierto ¿Donde está Miguel? ¿Cómo se encuentra mi precioso sobrino?
Er: está muy bien. Tienes un sobrino muy guapo, inteligente, cariñoso y encantador; que tiene una novia guapísima que se llama Ánia y con la que se comprometió hace tres meses.
M: ¿Miguel se ha comprometido? Ya tengo ganas de conocer a esa muchachita que le ha robado el corazón a mi sobrino.
Er: Ya verá como te va a gustar, es una chica maravillosa.
En ese momento, Miguel entraba por la puerta y vio a María de espaldas, hablando con su madre. La agarró por detrás, la alzó en vuelo y daba vueltas de alegría.
Mi: ¡Tía! ¡Tía María! Cómo te he echado de menos. Eres una tía muy mala. Te olvidaste de tu sobrino; ni si quiera me has llamado para felicitarme por mi compromiso (La besuquea por todos lados).
M: si mi sobrino no me ha avisado de su compromiso ¿Cómo quiere que su tía lo felicite?
Mi: si, tía. Ánia es fantástica y soy muy feliz. El hombre más feliz del mundo.
M: y yo también me siento muy feliz de verte tan contento. (Le da un abrazo). Enhorabuena sobrino.
Mi: Bueno ¿Quién ha logrado el milagro de que vengas por aquí?
María, contó de nuevo toda la historia a su sobrino.
Mi: ¿y Alex y Víbian se han puesto del lado de su padre? No puedo creerlo.
M: ellos no saben que esa mujer estuvo en el departamento después de que ellos se marcharon.
Mi: lo que me parece mas increíble todavía, es la cara dura de ese hombre ¿es que, nunca va a cambiar o que?
M: dejemos este tema de una vez. Ya he decidido no volver a verle nunca más.
Mi: eso, tía. Tú quédate a vivir con nosotros y esta noche vas a dormir conmigo en mi cuarto y así me cuentas sobre Alex y Víbian y sobre mis otros primos a los que no conozco; Héctor y Estrella ¿No es así?
M: si, mi tesoro. Tus otros primos se llaman Héctor y Estrella, pero también está Ángel.
Mi: ¿Ángel? Nunca has hablado de un tercer hijo.
M: Ángel no es hijo mío ni de Esteban; pero yo lo he llegado a querer como si lo fuera. Es un chico encantador.
Mi: ¿Esteban lo adoptó?
M: no Miguel. Lo de Ángel es largo de contar y también muy complicado. Sólo puedo decirte que es hijo de alguna de las dos tías de Esteban. Pero él cree que es hijo mío y quiero que siga creyéndolo.
Mi: ¿los conoceré algún día?
M: en cuanto esté situad, les pediré si quieren venir a vivir conmigo; pero si deciden quedarse con Esteban; espero que de vez en cuando, vengan a pasar una temporada conmigo y entonces los conocerás.
Mi: ¿así que ese hombre se llama Esteban? Pues señor Esteban; no sabe usted lo que se acaba de perder.
María y Miguel, pasaron casi toda la noche charlando y al día siguiente, sobre las 12 de la mañana; María seguía durmiendo. Debido al cansancio del viaje y a la charla con Miguel hasta altas horas de la madrugada.
Erica entró en la habitación de Miguel y abrió todas las cortinas.
Er: vamos, arriba dormilona. Tenemos muchas cosas que hacer hoy.
María dio un salto de la cama.
M: creo que me he quedado dormida.
Er: bueno, venga. Cámbiate que Carlos y yo te esperamos abajo.
M: en quince minutos, estoy con vosotros.
20 minutos después, María bajaba por las escaleras, radiante. Se había puesto una falda negra y un sweater rojo, cruzado en la cintura y su larga melena negra azabache, se meneaba en aire, al compás de sus caderas.
C: (la miraba con orgullo). Tengo a la hermana más hermosa del mundo. Esteban San Román; eres un imbécil que no ha sabido valorar lo que tenía.
Los tres salieron a desayunar y después pasaron el reto de la mañana, buscando el departamento para María. Tras visitar varios departamentos; por fin encontraron el adecuado para ella. Era espacioso, con varia habitaciones además de dos aseos una cocina y un salón comedor bastante amplio; además estaba todo amueblado y situado muy cerca de la casa da Carlos. Hablaron con el agente inmobiliario y firmaron un contrato indefinido por el arrendamiento de la vivienda.
Cuando regresaron a casa, María informó a Carlos y Erica que se mudaría al día siguiente a su nueva casa. Poco después mientras servían la comida; María llamó a Ángel.
Án: ¿bueno?
M: Ángel hijo soy mamá.
Án: ¡Mamá! ¿Dónde estás? Papá está desesperado. Ha preguntado por ti a todos incluyendo a Luciano. Pero nadie sabe dónde estás, o si lo saben no quieren decirlo.
M: escúchame hijo. Diles a tus hermanos que estoy bien y que dentro de muy poco, recibiréis noticias sobre mi paradero.
Án: pero mamá, debes volver, todos te necesitamos. Te echamos mucho de menos. Papá está insoportable, no hay quien le hable, no quiere ir a trabajar y apenas duerme. No creo que pueda acostumbrarse a vivir sin ti.
M: pues tendrá que hacerlo, por que yo no pienso volver a su lado nunca más. Ahora tengo que colgar. Diles a tus hermanos que les quiero. Os quiero muchísimo. (Cuelga el teléfono).
Án: ¡Mamá! ¿MAMÁ?
México capital 12,30 del medio día.
Ángel, llega del instituto. Los demás chicos están sentados a la mesa comiendo junto a las tías Alba y Carmela. Esteban como los tres últimos días no había bajado a comer. Nada más llegar, Ángel dio la noticia sobre la llamada de su madre. Todos le preguntaron si había dado alguna pista sobre su paradero. Ángel dijo que no, que sólo le había dicho que les dijera a todos que los quería y que en cuanto pudiera les diría donde estaba.
Entonces Alex, haciendo acopio de su natural inteligencia. Tuvo una revelación.
Alex: Ángel, por favor ¿Puedes prestarme tu móvil un momento?
Án: por supuesto toma ¿pero para qué lo quieres? Tú tienes el tuyo.
Alex, sin prestar atención a las palabras de su hermano; empezó a manejar las teclas del móvil y en cuestión de segundos, encontró la respuesta que tanto deseaba saber.
Alex: ¡Ya la tengo! ¡Ya se donde se encuentra mamá!
H: ¿estás seguro?
Alex: totalmente. Miren el prefijo que aparece delante del número del móvil de mamá, es el de Aruba. ¡Mamá está en Aruba, en casa del tío Carlos!
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